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Tergiversa, que algo queda

Según dice el Sr. Ricardo Manso en su artículo del 18 de junio de 2006, publicado en Expansión (1) “para dar satisfacción a las cada vez mayores demandas de una sociedad dependiente de la energía” y ante “los claros signos de agotamiento de las fuentes tradicionales (fósiles) y la incapacidad de las nuevas tecnologías de dar respuesta a las ingentes necesidades”, “la opción nuclear se percibe como una opción imprescindible”, por lo que “los detractores de esta alternativa reactiv[an] y redobla[n] las críticas a esta tecnología”.

No sabemos a quien se refiere el Sr. Manso con la construcción “se percibe”, ya que unas líneas más adelante confiesa que “la sociedad occidental en general se decanta por un rechazo a esa tecnología”. Si eso es así, y la sociedad, en general, se decanta en ese sentido, ¿quiénes son los que la perciben como “opción imprescindible”? ¿Una minoría verdaderamente ilustrada, quizá? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que el Sr. Manso tiene respuesta a esta aparente paradoja. ¿Que por qué hay detractores de la opción nuclear? Muy sencillo: porque “el imperio soviético [lanzó] sus terminales en los países del Oeste, partidos y organizaciones de izquierda, contra este tipo de energía … con el fin de frenar el progreso en occidente y lograr preponderancia”, al tiempo que ellos “ensanchaban su poder atómico y multiplicaban el número de centrales nucleares para fomentar su desarrollo industrial”.

Todo un clásico del argumento del “oro de Moscú”. Claro que, desaparecido el imperio del mal, y ante el hecho de que “la sociedad occidental en general [sigue decantándose] por un rechazo a esa tecnología” – algo que en buena lógica debería desmentir su peculiar interpretación de los acontecimientos – ahora hay que darle una vuelta más al argumento. Ahora lo que ocurre es que “las organizaciones de izquierda asumen la denostación de este saber [nuclear] como ideario político … por la desaparición de otros argumentos que cayeron con el muro de Berlín”. Es decir, antes estábamos en contra de la nuclear porque existía la URSS y ahora lo estamos porque no existe. En buena lógica parecería que esto eliminaría cualquier relación causal entre una cosa y la otra. Pero ya se ve que la lógica no es el punto fuerte del Sr. Manso, ya que sino sabría que el juicio de intenciones – criticar a alguien por sus supuestas intenciones en lugar de responder a lo que dice – es una de las falacias más infantiles.

El Sr. Manso, sin embargo, no se limita al juicio de intenciones como instrumento de descalificación, sino que hace un breve intento de responder a algunos de los argumentos de los que se oponen a la nuclear – el de la seguridad y el de los residuos – olvidándose, eso sí de otros, como el coste comparativo y la proliferación. Según el Sr. Manso para demostrar que la energía nuclear “ha alcanzado unos niveles de desarrollo en la seguridad que la hacen plenamente viable y con mayores garantías que cualquier otra alternativa”, basta con poner de manifiesto que el accidente de Chérnobil no produjo, según sus datos, “más muertes que las sufridas por la industria” del carbón, el petróleo, el gas y las grandes presas hidroeléctricas. Es decir, puesto que el accidente más serio ocurrido hasta ahora “sólo” produjo 56 muertes inmediatas, 4 de cáncer de tiroides y expuso a “sólo 600.000 personas … a altas dosis de radiación”, de las cuales sólo morirán “3.944 en los próximos 75 años”, de ello cabe deducir que el análisis de la problemática de seguridad está resuelto. Dejando a un lado la verdadera magnitud de la catástrofe de Chérnobil, ¿qué relevancia tiene para evaluar la seguridad general las consecuencias de un solo accidente? Pues muy poca. Antes de Chérnobil podríamos, por ejemplo, haber dicho que los accidentes nucleares no producen víctimas, lo cual luego se vio que no es así. Además, ¿es relevante la comparación que hace con las otras fuentes de energía? Para que pudiera serlo, lo mínimo que tendría que tener en cuenta es el peso relativo de estas energías en el mix. Es decir, dar cifras de muertes por kWh o algo así, por macabro que sea. Lo que el Sr. Manso, ni ninguno de sus compañeros de campaña, responden nunca es a la pregunta del millón: ¿por qué ninguna aseguradora está dispuesta a firmar una póliza de responsabilidad civil que cubra los daños potenciales de un accidente nuclear? Mientras no respondan a esta pregunta, todo lo demás no es más que esconder la cabeza bajo el ala.

Y en cuanto a los residuos, sus palabras son improcedentes, sobretodo viniendo de alguien que trabaja en ENRESA. Primero dice que “la gran crítica a la energía nuclear es la inexistencia de soluciones para el tratamiento de los residuos radiactivos” y que esa crítica es “falsa y completamente fuera de la realidad”. Después de lo cual uno esperaría que explicara las soluciones que a su entender existen, para demostrar esta falsedad que imputa a los críticos. Sobre esto lo único que dice es que habrá que “espera[r] … una solución definitiva mediante tecnologías de Separación y Transmutación o Almacenamiento Geológico Profundo”. En qué quedamos, Sr. Manso, ¿existen soluciones o hemos de esperar a que existan? Si como dice, hay que esperar, ¿por qué es falso decir que hoy no hay solución al problema de los residuos? ¿Es que el Sr. Manso sabe que “existe” tal solución porque sabe que alguna de las que cita finalmente se demostrará viable? ¿Y cómo lo sabe? ¿Cómo sabe, por ejemplo, que las múltiples barreras que se prevén en un AGP, aseguran su estanqueidad durante los cientos de miles de años que dura la radiotoxicidad de estos residuos, máxime cuando no hay ningún AGP licenciado? ¿Cómo sabe que algo como la transmutación, que es teóricamente posible, será alguna vez técnica y comercialmente viable? No lo saben ni los franceses que son los que más tiempo llevan investigándolo y que 15 años después de la Ley Bataille, han tenido que reconocer que lo máximo que pueden hacer es seguir investigando 10 años más a ver si encuentran de una vez la piedra filosofal.

Lo que es realmente indignante no son la opiniones del Sr. Manso, que lo son, sino que los periódicos se presten a publicar y en lugar destacado artículos como este, o como el que recientemente publicaba El Economista en el que un tal Pedro Ortega, director de la División Nuclear de Soluciona para más señas, en el que decía que los residuos de alta actividad generados en las centrales españolas eran del tamaño de una “canica”, y que cuando le pedí explicaciones se limitó a decir que ya se sabe que en el “periodismo de divulgación” hay que explicar las cosas de forma sencilla porque la gente no entiende de curios y cosas así. Y lo que es más indignante todavía es que el Sr. Manso está a sueldo de ENRESA y que se lo calle cuando se identifica en el encabezamiento del artículo. ENRESA, una empresa que también pagamos los que no estamos de acuerdo con la energía nuclear, y que se supone que no entra en el debate nuclear, que lo suyo es sólo almacenar los residuos nucleares que se generan.

Lo cual demuestra que todas esas llamadas a un debate público sobre la nuclear y a informar mejor a la ciudadanía lo que único que persiguen es confundirla con un alud de artículos como los que he citado en los que la realidad se tergiversa hasta extremos indecentes.

Marcel Coderch
AEREN

------------------------------------- Notas
El artículo se puede leer en la página 6 del resumen de prensa (fichero PDF, 1,1MB) que Foro Nuclear publica a diario.

Última Edición: Martes, 20 Junio 2006 @ 13:21 CEST| Hits: 3.113 Ver la versión para imprimir