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ASPO y las reservas energéticas
ASPO
Aspo es una red de científicos europeos dedicada a estudiar las reservas
petrolíferas y sus modelos de disminución. Su fundador y miembro más
destacados es Colin J. Campbell, coautor con Jean Laherrère del polémico
artículo “The End of Cheap Oil” (Scientific American, 1988).
Lo más característico de esta asociación es, de una parte, la
adopción de la metodología de King M. Hubbert para el estudio de las
reservas petrolíferas, y por otra una critica del oficialismo de los datos
de organismos como el United States Geological Survey, la Agencia Internacional
de la Energía, o la Energy Information Administration del gobierno norteamericano.
El método Hubbert
King M. Hubbert es un personaje casi mítico dentro el mundo de la geofísica
y la geología. En el año 1949 predijo por primera vez que “la era de los
combustibles fósiles sería de muy corta duración”. En el año 1956, mientras
trabaja en un laboratorio de investigación de la Shell Oil Company en Houston,
Hubbert presentó modelos matemáticos que anunciaban que la cumbre de la producción
petrolífera en los Estados Unidos llegaría a su punto máximo alrededor del año
1970. Esto, que en inglés es denominado “oil peak”, se representa
con una curva lógica con forma de campana, y viene a decir que pasado este punto,
la producción tiende a disminuir de manera inexorable. En el momento de su predicción
y pese a su prestigio, nadie tomó seriamente a Hubbert, siendo criticado e incluso
ridiculizado, especialmente por los economistas. El hecho es que efectivamente,
en el año 1970 la extracción de crudo en los Estados Unidos empezó a disminuir,
empezando una época de déficit en la balanza comercial energética norteamericana.
Campbell, Laherrère, y otros como Deffeyes, Duncan, Barlett, Ivanhoe o Youngquist
son denominados “geólogos del barril medio vacío”, o geólogos “pesimistas”.
Utilizando la metodología de Hubbert y datos obtenidos de la compañía Petroconsultants/IHS,
una de las más prestigiosas en cuestiones energéticas a nivel mundial, están
prediciendo el “oil peak” de la producción mundial para la primera
década de este siglo (entre ellos mismos hay una cierta variación en las fechas,
yendo desde el 2004 al 2010, aunque como dicen, las fechas exactas son irrelevantes,
lo que cuenta es la inevitable tendencia). Es necesario observar que la mayoría
de estos geólogos han trabajado la mayor parte de su vida en compañías petrolíferas,
pero ahora la mayoría son jubilados o se dedican sólo a la investigación. Por
ejemplo, Colin Campbell ha trabajado durante más de cuarenta años en las compañías
Texaco, BP y Amoco, mientras que Laherrère lo ha hecho en la compañía francesa
Total. Además de la utilización de los métodos de King M. Hubbert, que hoy en
día no son discutidos, su postura se basa en otro factor, quizás el más importante:
el origen de los datos sobre las reservas y la propia definición de estas.
¿Qué reservas?
Sí hay una cuestión endemoniadamente
compleja y al mismo tiempo fundamental para el cálculo de reservas petrolíferas,
esta es sin duda los datos. Estos geólogos distinguen entre los datos técnicos,
aquellos que utilizan las compañías petrolíferas para decidir sus inversiones,
y que normalmente son altamente confidenciales y cuestan mucho dinero, y los
datos “políticos” de organismos como el USGS, y agencias como la
AIE o la EIA. Uno de los objetivos de ASPO es encontrar un consenso en los datos
básicos y en su tratamiento, y critican las constantes variaciones en la metodología
y la presentación de los datos por parte de estos organismos. Por ejemplo, en
el año 1998 la AIE adoptó la metodología de Hubbert por primera vez, y aunque
para sus cálculos partió de una generosa estimación del USGS de 2300 GB (Giga
barrels, o mil millones de barriles) como Ultimately Recoverable Reserve o Ultimate,
sus datos hablaban por primera vez de una llegada a la cumbre de la producción
para el 2015 . En el año 2000, la AIE volvió a cambiar el rumbo: haciendo servir
un “ultimate” del USGS
revisado al alza, consideró que no habría problema para mantener la demanda
de crudo hasta el 2020. El año 2001, en su World Energy Outlook, la AIE finalmente
admitió que los países de la OCDE entrarían muy pronto en el declive de su producción,
dejándonos en manos de los productores de Oriente Medio, dónde se encuentran
el 65% de las reservas mundiales de petróleo. Por otra parte, la gran mayoría
de la producción mundial de crudo está en manos de los países de la OPEP, que
han sido tradicionalmente poco fiables a la hora de reportar sus reservas. En
el año 1985 Kuwait aumentó en un 50% sus reservas, y en 1987 Venezuela dobló
también las suyas, al añadir a estas el petróleo pesado (considerado crudo no
convencional). Estos aumentos fueron seguidos por los otros países de la OPEP,
deseosos de poder aumentar sus cuotas de extracción. Además de las fuentes,
el consenso sobre el significado de cada variable es muy importante para llegar
a datos, que sí bien es muy difícil que coincidan en todo el espectro de instituciones,
compañías, gobiernos y científicos que se ocupan del tema, al menos haría mucho
más fácil que todos los agentes implicados entendieran de qué se habla cuando
se habla de reservas. Por ejemplo, no es lo mismo (en términos de coste de extracción,
refinamiento y calidad energética intrínseca), el petróleo convencional, que
el petróleo no convencional, como por ejemplo las arenas asfálticas canadienses
o la denominada “orinoemulsión” del Orinoco venezolano, las “ganancias
en la refinería” o los líquidos del gas natural (denominados normalmente
por las siglas NGL). Muy a menudo, y dependiendo del interés de cada actor,
este tipo de reservas se mezclan sin un criterio único. Las compañías privadas
también contribuyen a esta manipulación, con el propósito de aumentar su valor
y rendimiento financiero. El caso más claro es la utilización de una antigua
norma de la Stock Exchange Comission norteamericana que data de los tiempos
del gran boom petrolífero en los Estados Unidos. En aquellos tiempos, eran los
propietarios de los terrenos los que ostentaban la propiedad de los yacimientos
petrolíferos. Dado que la propiedad de la tierra estaba altamente fragmentada,
los propietarios aumentaban su valor exagerando la cantidad de petróleo que
se estimaba que contenían los pozos. La SEC impuso unas severas normas para
el reporte de las reservas, de suerte que sólo se podía informar de las reservas
probadas (lo que había “detrás del grifo” de los pozos existentes).
Esta medida contable bastante conservadora ha sido aprovechada por las compañías
petrolíferas para reportar estimaciones de las reservas muy por debajo de las
reales y de esta manera, año tras año, justificar un aumento de las reservas
que les permite mejorar su valor financiero, demostrando que son capaces de
aumentar sus reservas a pesar de la continúa extracción.
Otras cuestiones igualmente importantes
Todo el asunto de las reservas es sin duda, complicado, y se hace difícil de
seguir y entender por la gran cantidad de datos aportados, con varios orígenes
y presentaciones, sin hablar de los grandes intereses políticos y económicos
que las rodean. No es de extrañar pues que en los medios de comunicación se
utilicen siempre los datos oficiales (a menudo las más políticos y optimistas),
y no se expliquen con detalle de dónde se han sacado y cómo se han calculado.
La discusión entre los especialistas continúa, aunque parece que empieza a verse
una especie de consenso en todo el espectro de estudios energéticos: casi todos
los expertos aceptan que las previsiones del aumento de la demanda energética
no hacen más que subir y que la gran
mayoría de reservas de petróleo barato y de buena calidad se encuentran concentradas
en el eje Oriente Medio – Caucaso . Otros indicadores
importantes y poco discutidos son la creciente diferencia
entre los nuevos descubrimientos petrolíferos y la producción
y la poca eficacia de la inversión para procurar nuevos descubrimientos de reservas.
Es en este asunto dónde llama la atención la participación en la ASPO de un
presidente de un banco especializado en inversiones energéticas, tejano y consejero
del gobierno de Bush, Matthew R. Simmons. Simmons es uno de los pocos miembros
del mundo financiero energético que está realmente alarmado por la situación
energética, especialmente en su país. Sólo hace falta echar una ojeada a las
numerosas conferencias y presentaciones que este banquero hace en cualquier
parte del mundo (disponibles en su sitio web, ver referencias), para comprobar
su preocupación. Para él, los principales
problemas son la poca capacidad extra en la producción de los principales países
productores de petróleo (lo que se denomina “spare capacity”, la
capacidad de aumentar la producción a voluntad), el declive en las reservas
de gas natural en todo el mundo, e incluso la falta de suficientes especialistas
en las tecnologías de exploración y explotación. Para Simmons, el reto es saber
de dónde sacar 82 millones BOE (barrel oil equivalent) de nueva energía cada
día, mantener la actual base intacta, reconstruir la mayor parte de la actual
infraestructura, muy dañada por un precio de la energía artificialmente bajo
y construir un “puente de energía fósil” que nos permita llegar
a un futuro energético nuevo (y supuestamente limpio y renovable). Aunque está
claro que Simmons actúa en defensa de sus intereses profesionales (a él le gusta
decir que Houston tendría que ser la capital mundial de las nuevas energías),
su realismo es sorprendente comparado con la ortodoxia económica habitual ante
el problema de los recursos.
Y es que en la discusión entre “pesimistas” y optimistas sobre las reservas energéticas se puede adivinar una especie de repetición de un debate que empezó por los alrededores de los años 70, entre dos facciones radicalmente contrapuestas: de una parte los neo-malthusianos bajo el paraguas del polémico “The Limits To Growth” publicado por el Club de Roma y por otro los economistas amparados por la teoría neoclásica económica que dejaba en las manos invisibles de la economía de mercado desregulada la solución a cualquier clase de escasez de recursos. Es especialmente recordada la famosa apuesta que Julian Simon (economista y autor de The “Ultimate Resource”) hizo con Paul Ehrlich en 1980 (y que acabó ganando) sobre la caída del precio de cinco recursos durante un plazo de tiempo determinado. En los últimos años los hallazgos científicos sobre cambio climático y calentamiento global, la disminución de la capa de ozono, la pérdida de diversidad biológica, la desertización y en suma, el impacto ambiental que tiene la presencia del hombre sobre la tierra parecen volver a poner de actualidad este debate. De hecho estos argumentos parecen el único contrapunto no exclusivamente ideológico a la globalización de una economía neoliberal que tiene en el crecimiento infinito su principal dogma. Últimamente, otro libro, “The Skeptical Environmentalist”, escrito por el estadístico danés Bjon Lomborg ha vuelto a reavivar la polémica entre “cornucopianos” y los “neo-malthusianos” o pesimistas. Lomborg afirma que empezó a escribir el libro precisamente para desmentir postulados como el de Simon, pero que finalmente los datos obtenidos hicieron que cambiara radicalmente de opinión. Su libro ha sido duramente criticado por numerosos científicos por sus métodos, y el comité danés sobre deshonestidad científica, ante las quejas, ha manifestado que el libro no “se puede calificar como lo que normalmente se denomina ciencia”. Desde otras posiciones, se cree que la descalificación de Lomborg obedece a una cruzada antitecnológica y antiprogresista, o al fundamentalismo ecológico.
Los interrogantes
Con todo, hace falta preguntarse, ¿cómo es posible compatibilizar el deseable
desarrollo económico (y por lo tanto un aumento del consumo energético) de los
países subdesarrollados con las propias previsiones de aumento del consumo energético
de los países industrializados en un escenario de declive de los recursos energéticos
no renovables que constituyen un 79,5% del uso energético mundial?
¿Qué papel jugarán la demografía y el crecimiento económico en los países que
hoy en día son los principales productores de energía pero
no los que más consumen? ¿Cómo afectará la creciente desregularización de los
mercados a estos retos energéticos? ¿Qué éxito tendrán los intentos regularizadores
de Kyoto cuando países como EEUU, Rusia y China (con sólo Rusia dentro el tratado)
poseen el 52,9 % de las reservas de carbón mundiales?
Todas estas preguntas no se podrán responder sólo con mejores cálculos de las
reservas energéticas, puesto que la misma marcha de las economías afecta considerablemente
el consumo energético y a la proporción de la disminución de las reservas, como
demuestra el hecho que la desintegración de la antigua Unión Soviética o la
crisis asiática de los 90 echaron por tierra muchas previsiones sobre consumo
energético. El papel de los estados, y principalmente la política exterior de
la hiperpotencia militar actual, los Estados Unidos, también tendrán un papel
muy importante en la resolución de estos dilemas. Un ejemplo de esta interconexión
geopolítica lo tenemos con la reciente invasión de Irak. Con la presumible y
masiva entrada de capital y tecnología occidental a los pozos petrolíferos iraquíes,
Iraq puede convertirse en menos de una década en una nueva Arabia Saudita. Además
de procurar petróleo barato y teóricamente libre de inestabilidad política para
occidente (aunque esto está por ver), un abundante petróleo iraquí en el mercado
puede suponer también la desestabilización de los países de la OPEP. Las economías
de estos países dependen de unos márgenes muy estrechos en el precio del crudo,
y la entrada masiva de petróleo iraquí podría apartar a la monarquía Saudita
de su papel preponderante en la organización.
La reunión anual de la ASPO
La ASPO se reunió por segunda vez desde su creación el año pasado en
Paris, los días 26 y 27 de mayo de 2003. En el orden del día destacaron las
intervenciones del escritor Michael Klare (“Resource Wars”), Ali
Bakhtiari, de la National Iranian Oil Company (“A Realistic View of Long-term
Middle East Production Capacity”), Jean Laherrère, de la Association des
Techniciens et Professionnels du Petrole (“Modelling future Oil Production,
Population and the Economy”), Matthew R. Simmons de Simmons & Co International
(“The US Reaction to World Oil and Gas Depletion”), Chris Skrebowski,
del Institute of Petroleum en Londres (“The North Sea – Victim of
Depletion”), o Werner Zittel de L-B-Systemtechnik (“Renewable energy
possibilities”).
Referencias
Notas
[1] Composición del Ultimate Recoverable Reserve
- Cumulative Production (el petróleo extraido hasta el momento)
- Reserves:
- Proved (reservas probadas)
- Probable (reservas probables)
- Possible (reservas posibles)
+ - Yet To Find (el petróleo que queda por extraer)
----------------------------------------------------------------------------------------------
Ultimate Recoverable Reserve
[2] Previsiones de aumento de demanda de energías primarias (IEA, Key World Energy Statistics, 2002)

[3] Situación estratégica del 70% de las reservas petrolíferas (International Workshop On Oil Depletion 2002)

[4] La creciente diferencia entre el descubrimiento de petróleo y la producción (ASPO, Newsletter 28, abril 2003)

[5] The Future Of Energy: An Urgent Need To Connect The Right Dots (pags 39, 40, 41, 42)
http://www.simmonsco-intl.com/domino/html/research.nsf/DocID/B7BB49792D07B2F086256CB80070DEB7/$File/MarineTech.pdf
Matthew R. Simmons
[6] Decisión final del comité danés de deshonestidad científica:
Objectively speaking, the publication
of the work under consideration is deemed to fall within the concept of scientific
dishonesty.
In view of the subjective requirements made in terms of intent or gross negligence,
however, Bjørn Lomborg's publication cannot fall within the bounds of this
characterization. Conversely, the publication is deemed clearly contrary to
the standards of good scientific practice.
[7] Composición de la energía primaria consumida en el mundo (IEA, Key World Energy Statistics, 2002)

(Revisiting The Limits To Growth: Could The Club of Rome Have Been Correct, Alter All?, pag. 43)
Referencias
En la web:
Combustibles fósiles
y geopolítica
Trobada de Professorat de Ciències de la Terra i Medi Ambient del Batxillerat
(Facultat de Geologia (UB), ICE (UB), CRECIT-Andorra Barcelona, 31-1-03)
International Workshop
On Oil Depletion
Uppsala, Sweden, May 23-25, 2002
Organised by Uppsala University and ASPO, the Association for the Study of
Peak Oil
Revisiting
The Limits To Growth: Could The Club of Rome Have Been Correct, Alter All?
Matthew R. Simmons
Hubbert Peak of Oil Depletion Website
Bibliografía:
Hubbert’s Peak: The Impending World Oil Shortage
Kenneth S. Deffeyes, Princenton University Press (2001)
Geodestinies
Walter Youngquist, National Book Company (1997)
The Limits to Growth
Donella H Meadows, Dennins L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrens,
Potomac Associates Books (1972)
Beyond The Limits
Donella H Meadows, Dennins L. Meadows i Jorgen Randers, Chelsea Green
Publishing Company (1992)
Última Edición: Miércoles, 19 Febrero 2014 @ 17:35 CET| Hits: 40.343