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Energía y empresa: hacia un modelo sostenible y competitivo

  • Domingo, 28 Enero 2007 @ 13:56 CET
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Artículos El suplemento de negocios del diario español El País publica un artículo del que fuera en su día ministro de Comercio y turismo, Javier Gómez-Navarro, que también ha ocupado numerosos cargos en la vida pública española, como el de consejero presidente de Aldeasa o consejero de Sogecable, presidente del Consejo Superior de Deportes y actualmente ejerce de presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio.

El artículo titulado " Energía y empresa: hacia un modelo sostenible y competitivo" nos mueve, dado su interés público, y porque apuesta claramente por la energía nuclear, a reproducirlo en Crisis Energética con los comentarios que entendemos merece. Los comentarios de CE al final del artículo, en negrita y en cursiva, como suele ser habitual. La competencia es cada vez más fuerte y la mejora de la competitividad más acuciante para generar bienestar, crecimiento y empleo. Entre los factores que afectan a la competitividad de las empresas, el suministro energético es uno de los principales.

En un momento de serios problemas de suministro de energía a escala mundial, disponer de un modelo energético competitivo y sostenible es un objetivo clave para el desarrollo económico.

Nuestro modelo energético se caracteriza por una creciente demanda asociada al notable crecimiento económico que estamos registrando y a la dificultad para reducir la intensidad en el consumo de energía. Esta demanda se satisface, fundamentalmente, utilizando energía primaria que proviene del exterior en aproximadamente un 80%. En la Unión Europea (UE) esta dependencia es del 50%. Lógicamente, la actividad productiva y la economía española en su conjunto están más expuestas que la media de la UE a la volatilidad en los precios de las materias primas energéticas.

Otro factor importante de nuestro modelo es la exclusión de una serie de tecnologías generadoras de energía por motivos sociopolíticos y regulatorios. Estas restricciones suponen un lastre para el desarrollo de un modelo energético sostenible y competitivo, además de dificultar el cumplimiento de los acuerdos internacionales de España en materia medioambiental.

Un tercer factor es la dificultad para desarrollar infraestructuras de generación y transporte de energía. El marco regulatorio español en este ámbito es complejo, carente de criterios de mercado y con problemas administrativos. A lo anterior se añade la intensa y eficaz oposición de determinados grupos de interés a estos proyectos.

Se detecta también un escaso impulso del mercado energético, sobre todo en lo que corresponde a la generación y consumo de energía eléctrica. La regulación en este sentido introduce incertidumbre en la formación de los precios en el mercado y en la fijación de la tarifa eléctrica. Esto, lógicamente, perjudica la entrada de nuevos agentes y la existencia de más competencia que se traduzca en una mayor eficiencia.

Además, aunque ello no depende totalmente de las autoridades españolas, existe un insuficiente desarrollo del mercado eléctrico europeo, y las interconexiones entre España y Francia son escasas.

Ante el panorama expuesto, desde las cámaras de comercio, como corporaciones de derecho público en defensa de los intereses generales, consideramos necesario sensibilizar a la sociedad sobre la problemática existente. Para ello, presentamos una serie de propuestas que permitan abrir un intenso debate sobre la energía y la competitividad de nuestras empresas, con objeto de disponer de un modelo energético sostenible y competitivo.

En primer lugar, el suministro de energía debería estar garantizado a medio y largo plazo en condiciones apropiadas para poder competir. Para ello, sería necesario potenciar el papel de las fuentes de energía que permitan reducir el grado de dependencia energética de España. Entre otras, las fuentes con mayor autonomía son las energías renovables, los biocarburantes o la energía nuclear. Las cámaras de comercio consideran que hay que valorar la posibilidad de prolongar la vida útil de las centrales nucleares en funcionamiento, así como potenciar el papel de esta fuente de energía en el futuro. Se trata de una energía eficiente, sin emisiones de gases de efecto invernadero, y de la que se dispone de larga experiencia de utilización. Por ello, es preciso avanzar en la investigación del tratamiento de los residuos de estas centrales, como principal escollo para su uso más generalizado.

Otro aspecto importante en la garantía de suministro es la relación de España y de la UE con los países productores de energía primaria. Sería recomendable diversificar el origen de esta energía para garantizar en mayor medida su disponibilidad.

De igual forma, es muy importante facilitar el desarrollo de nuevas infraestructuras de generación, transporte y distribución de energía. Las cámaras de comercio proponen simplificar los procesos administrativos que retardan el inicio de los trabajos, estableciendo para ello zonas de autorización acelerada con objeto de favorecer los proyectos necesarios para la mejora del sistema.

Una vez garantizado el suministro energético en cantidad y calidad, un segundo grupo de propuestas incidirían en el funcionamiento del mercado energético. Para este cometido es fundamental dar un impulso a la creación de un mercado energético europeo. Las cámaras consideran prioritario incrementar las interconexiones entre los países de la UE, y en especial, entre España y Francia.

Además, es recomendable incidir en la liberalización de los mercados, posibilitando la entrada de nuevos agentes que incorporen mayores dosis de competencia y que los precios transmitan correctamente señales a los agentes económicos. Para ello, hay que impulsar la estabilidad regulatoria y dotar al mercado de mayor profundidad y transparencia.

El modelo energético no sólo debería ser competitivo, sino también sostenible medioambientalmente. En este ámbito, sería conveniente insistir a la ciudadanía en la mejora de la eficiencia y el ahorro energético.

La consecución de un modelo energético sostenible no debería afectar negativamente a la competitividad de las empresas. Los compromisos asumidos por España de reducción de emisiones de CO2 en el seno de la UE, para cumplir los acuerdos adquiridos en el Protocolo de Kyoto, no deberían suponer un deterioro de la posición competitiva de nuestras empresas.

Finalmente, es necesario impulsar la participación de las energías renovables, siempre que sean competitivas. La utilización de este tipo de energía, aparte de no contaminar, reduce la dependencia energética del exterior y diversifica las fuentes. Las cámaras apuestan por el fomento de la I+D+i en este campo, además de introducir mecanismos de eficiencia económica en la determinación de las primas que reciben.

Dada la importancia de las decisiones en esta materia, y su complejidad, las cámaras se esforzarán a partir de ahora en el impulso de un Pacto de Estado por la Energía, con representación del Gobierno, administraciones autonómicas y locales, partidos políticos, agentes sociales y consumidores.

Para que este pacto se materialice, las cámaras de comercio mantendrán el debate abierto, impulsando la participación de las instituciones, los agentes sociales, los consumidores, los productores y transportistas de energía y cualquier otro grupo afectado. Este debate se impulsó recientemente con la presentación de las conclusiones del grupo de trabajo de energía de las cámaras y tendrá su continuación en una próxima Cumbre Energía-Empresa en la que estarán representados estos actores. Es necesario que nos pongamos a trabajar, sin pérdida de tiempo, para garantizar un modelo energético eficiente que no limite la capacidad competitiva de nuestras empresas y, por ende, el bienestar de todos los ciudadanos.

Javier Gómez-Navarro es presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio.

El presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio (en adelante CSCC) realiza aquí un ejercicio clásico de posicionamiento, en línea con los grandes poderes del sector energético, como no podía ser de otra forma, dada la entidad que preside y sus objetivos.

La industria, el capital y el poder establecido, llevan algún tiempo madurando la idea de seguir haciendo negocio con las centrales nucleares. Y para ello, han encontrado un aliado circunstancial muy útil: el calentamiento global y los defensores a ultranza de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que todos deseamos, sin duda.

Para llevar a cabo este propósito, estos titanes de la industria, tan bien imbricados en las estructuras del poder y con un privilegiado e irrestricto acceso a los medios, se han coordinado para producir un cuerpo doctrinal que pueda convertirse en realidad incontestable y asumida finalmente por la población, a base de machacar continuamente sobre los mismos clavos.

Su estrategia consiste en multiplicar en los medios artículos de supuestas fuentes diferentes, y de personas “serias” y “autorizadas”, que vienen a decir lo mismo y a coincidir plenamente en una serie de conceptos claves, sean o no de enjundia, que luego todo el sector industrial repite hasta el infinito en los ecos de los medios de difusión, más que de información.

Así, llevamos ya una temporada, en la que se nos insiste, por activa y por pasiva, en que las centrales nucleares cumplen con el Protocolo de Kyoto y que no emiten gases de efecto invernadero (verdad a medias o falacia al completo, porque que se considere que una central nuclear no emite gases de efecto invernadero es ocultar todo el proceso de la industria nuclear, altamente contaminante y apoyado en la maquinaria e industria fósil)

Llevamos un tiempo considerable aguantando a prominentes firmas del mismo ámbito, copando lugares relevantes en los medios y anunciando las mismas cuatro verdades del barquero, vaguedades sin cifras, que se pueden resumir en que hay que avanzar hacia la “sostenibilidad” (guiño cínico hacia los ecologistas), sin especificar cuánto ni como ni en dónde. Que hay que ser “competitivos” (algunos estamos de competir y de sus devastadores efectos hasta la coronilla). Que hay que “reducir nuestra dependencia energética” sin dar ni una sola cifra, que no sea la consabida y también falaz, de que España tiene una dependencia energética del 80% -porque en ella no consideran como dependencia la energía nuclear, como si la energía nuclear no tuviese que importar TODO el uranio y sus derivados; como si no fuese dependiente de enriquecimientos externos; de tecnologías y repuestos que no domina y vienen del exterior, etc. etc. O el otro dato de que Europa depende “solo” en un 50% de la energía ajena, cuando eso es posible respecto del petróleo, que es el suministro clave de nuestro mundo industrial, sólo por dos o tres países, como Reino Unido, Noruega y Dinamarca; siendo que el primero ya consume todo l oque produce y veríamos si en caso de crisis de suministro los demás europeos pueden contar con parte de su producción a cambio de una racionamiento de todos. Insisten también en que hay que “aumentar la seguridad del suministro”, la otra cara de la misma moneda de la reducción de la dependencia energética, sin mencionar dato alguno. Apenas lugares comunes. Cuando España es el país europeo más diversificado en el suministro de gas. Y su pastel hidráulico está al casi máximo de lo posible, dispone de una producción eléctrica nuclear considerable e importa petróleo ya de más de una decena de países.

El presidente del CSCC, viene a asegurar, después de repetir sistemática y escrupulosamente todos los tópicos de la industria, que el crecimiento es necesario. Orto más que sigue creyendo en el crecimiento infinito en un mundo finito. Otro más que sin reconocer en absoluto que nos quedamos sin petróleo y sin gas en apenas una o dos generaciones, empieza a hablar al gran público con las famosas hipérboles de la “reducción de la dependencia energética”, sin valorar en tiempo y forma y del “aumento de la seguridad energética”. Si no hay límites al suministro, ni escasez de países suministradores, ni horizontes nublados en la adquisición de nuestro consumo fósil ¿por qué esa preocupación?.

Y por supuesto, el señor Gómez-Navarro cree, como todo industrial partidario del crecimiento infinito, que con un poco de I+D+i, un poco de competitividad y unas gotitas de aumento de la eficiencia, podemos no solo seguir creciendo “saludablemente”, sino que además podemos hacerlo de forma “sostenible”. Parece que se lo hubiesen aprendido como el catecismo; simplemente por reglas nemotécnicas, que no exigen datos de volúmenes ni de fechas.

Algún apunte más, siempre dentro del paquete de lugares comunes. Gómez-Navarro admite que no hay solución al problema de los residuos radioactivos de las centrales nucleares (existentes o nuevas), pero como todos los partidarios, aboga por que “se avance en la investigación del tratamiento de estos residuos”, pero por supuesto, sin que se paren los programas de instalación a mansalva de centrales. Igualito, igualito, que el resto de los partidarios. No parece que les frene que a 50 años del comienzo de la era nuclear no se haya encontrado nada que resuelva este problema. No les parece que sean momentos de andarse con las pamplinas del principio de precaución que algunos exigimos, antes de lanzarnos a más aventuras nucleares. No les parece “sensato” que si eso va a ser posible a corto plazo, que esperemos a que lo sea, destruyamos los miles de toneladas de basura muy peligrosa que ya hemos generado y luego, cuando tengan el argumento sólido de la demostración, puedan avanzar sin contestación por parte de los reticentes. No. Estas personas siempre son partidarias de seguir creciendo a toda costa y a creer, con la fe del carbonero, que el problema se solucionará sobre la marcha.

Y la apuesta por las renovables, ya no falta en la agenda de cualquier postor por el crecimiento industrial infinito: podemos hacerlo; podemos seguir creciendo en todo como hasta ahora y lo podemos hacer con los molinillos y con los paneles solares. Una vez establecidos los parámetros de las ayudas que hacen a empresas ruinosas convertirse en rentables mediante las primas a la producción y los subsidios, es evidente que la gran industria ya no tiene temor a las renovables, vayan o no a resolver el problema de la sustitución de las fósiles en el transporte, la agricultura o la industria química. Y no tiene temor a las renovables y se erige en abanderado de la misma, porque ya se ha convertido, por arte de los decretos leyes, en un “business as usual” más, que es de l oque se trataba, más que de garantizar la reducción de la dependencia energética. Algo novedoso es la petición del presidente del CSCC pidiendo “simplificar los procedimientos administrativos” para que se puedan establecer para las renovables “zonas de autorización acelerada”, algo que evidentemente hubiese sido muy conveniente cuando los que iniciaron los procesos de instalación de estas energías, generalmente empresas pequeñas o medianas o particulares, se encontraron con esa infranqueable barrera de complejidades administrativas. Hoy, sin embargo, cuando la concentración de la potencia instalada, solar fotovoltaica y eólica o de biomasa, está quedando cada vez más en manos de pocas y poderosas empresas y corporaciones, es cuando nos acordamos de Santa Bárbara, para pedir que los campos eólicos de cientos de megavatios pasen los procesos administrativos con ligereza.

Y finalmente, que no falte la coletilla de la necesaria interconexión eléctrica con Francia, que ya reclama con monótono soniquete toda la industria y el sector energético. Interconexión que, aparte de los problemas ambientales de ecologistas de la zona, plantea cuestiones de mucho mayor calado que Gómez-Navarro no trata. Y no sólo por la proverbial oposición francesa, que tiene puesta la proa a la mejora de esta conexión, que mantiene a la península casi tan aislada como a las islas británicas. Sino porque la mejora de la interconexión eléctrica entre países es una bendición para servir de apoyo mutuo entre países vecinos, en caso de alguna complicación técnica o temporal en el otro país. Pero por el mismo criterio, en caso de un problema de abastecimiento global, no nacional, el colapso de la red puede alcanzar dimensiones que no alcanzaría de tener las redes más aisladas. En fin, un tema para discutir muy a fondo y muy vinculado a la seguridad energética (eléctrica; no confundir con la primaria, que no son intercambiables en gran medida).

En fin, esperamos que la próxima vez, el señor Gómez-Navarro se luzca algo más y nos alargue los datos precisos, los planes precisos y los tiempos precisos en los que él y el Consejo que representa creen que se puede llegar a ser “sostenible”; como cuánto y cuándo vamos a “reducir nuestra dependencia energética” y por dónde, cómo o cuánto vamos a “mejorar nuestra seguridad energética”. Porque lo que ha publicado en el suplemento de negocios de El País es más de lo mismo; es de una vaguedad tan extrema y de una generalización que no sirve para nada, que no sea la de ir “gestionando percepciones” ajenas, antes organización de campañas de propaganda.