Contributed by: Daniel on Jueves, 11 Marzo 2010 @ 14:16 CET
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¿Recuerdan la polémica revelación del diario británico The Guardian acerca de las supuestas manipulaciones de la Agencia Internacional de la Energía respecto al cenit del petróleo?
Una fuente anónima de la AIE confesó al periódico británico que la agencia había subestimado la tasa de declive de los campos petroleros, y que sus previsiones de suministro estaban infladas y no tenían justificación. Según esta misma fuente y otra que ya no trabaja en la AIE, el origen de esta manipulación eran las presiones que ejercían los EE.UU., que no querían que cundiese el pánico en los mercados.
Ahora se nos presenta una nueva revelación en esta historia: el proceso a partir del cual las opiniones de este informante anónimo de la AIE llegaron hasta el diario The Guardian. Lo explica el artículo publicado en The Ecologist "How a 22-year-old student uncovered peak oil fraud[*1] ".
Así parece ser: Lionel Badal, un estudiante de la Universidad de Exeter en el Reino Unido que preparaba un master sobre el cenit del petróleo ha sido el causante de que las confidencias anónimas de un empleado de la AIE llegasen a la opinión pública.
De forma resumida, la historia se desarrolla así:
Probablemente, las cosas no son tan sencillas como parecen dentro de la AIE. De hecho, en el mismo momento en que Lionel Badal habla con el funcionario-confidente (diciembre de 2008), se acaba de publicar el World Energy Outlook 2008, donde por primera vez se hace una estimación del declive de los mayores yacimientos mundiales de petróleo, rompiendo así una tradición de los WEO según la cual los pronósticos sobre el suministro futuro de petróleo son simplemente una extrapolación de la demanda prevista.
El WEO 2008 parece ser la culminación de una campaña, iniciada primero por un director de la AIE a punto de jubilarse, Claude Mandil, y continuada[*2] después por su economista jefe, Fatih Birol, que parece tener como objetivo variar el discurso optimista habitual de la agencia.
Sea por lo incómodo de su mensaje o bien porque en estos momentos la máxima preocupación de los gobiernos sea volver cuanto antes a la insostenible senda del crecimiento económico, ni las advertencias de la AIE, ni las denuncias periodísticas, ni la peripecia del intrépido estudiante parecen haber tenido mucho efecto en las políticas públicas. Estas se mueven entre la obsesión por reducir la cuestión del modelo energético a las emisiones de GEH y la gestión de los grupos de presión industriales, ya sea en su vertiente verde o en su vertiente nuclear.
Mientras tanto, y aún contando con una ingente cantidad de datos acerca de las dificultades de realizar la necesitada transición energética y su incompatibilidad con el sistema económico y social imperante, léase, capitalismo, tanto en su vertiente neoliberal como de estado, todas las políticas efectivas se dirigen hacia la vuelta a los bordes del precipicio, a la mayor velocidad posible. Se hace difícil discernir si lo que se quiere es acabar con esto lo antes posible, o si bien perdura la fantasía de que tanta velocidad puede servir para superar el abismo.