Contributed by: Redacción CE on Viernes, 29 Mayo 2009 @ 10:54 CEST
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Así que, mientras veíamos que había crecimiento del mundo físico (el PIB mundial) porque existía el requisito previo e imprescindible para ello, que era un crecimiento paralelo de la disponibilidad de energía primaria y especialmente de petróleo (la forma de energía más poderosa y versátil en nuestra sociedad moderna, de la que depende más del 98% del transporte mundial), no había problema: el mundo podía crecer más desde el punto de vista financiero que físicamente.El artículo entra entonces a comparar la probable evolución del consumo de combustibles fósiles, limitado por la geología, con las propuestas de reducción de emisiones. ¿Son estas medidas una manera indirecta de reconocer los límites que marca el agotamiento? se pregunta el autor.
Todo era cuestión de aplazar en el tiempo la posibilidad de alcanzar los bienes físicos teóricamente equivalentes, unos años más adelante, con la propiedad dineraria o financiera que teóricamente se tenía hoy. Y así nos fuimos engañando una buena cantidad de años, llegando a creer que, efectivamente, el dinero podía parir dinero. Y que ese dinero, en caso de necesidad, podría “materializarse” o intercambiarse con el mundo físico, que también crecía, aunque más despacio. Era una simple cuestión de tiempo.
Y fue así como los créditos, que inicialmente se ofrecían a plazos de entre 5 y 10 años, tuvieron que ir ampliándose en plazo a 15 ó 20 años y, por último, llegaron a un punto en el que tenían que ofrecerse a 50 años, como llegó a suceder en EEUU, o incluso más, como llegó a suceder en Japón.