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Tres hipótesis sobre la derrota de Estados Unidos en Irak

Por Fernando López D’Alesandro

La reservada desesperación de Condolezza Rice de reunir enemigos y aliados en conferencias sin resultados para solucionar la crisis de Medio Oriente, las amenazas públicas de los halcones de llevar la guerra a Irán, la baja popularidad de George W. Bush y el aumento de la matanza general en Irak el último año, precipitaron las unanimidades de los grupos de poder norteamericanos sobre la necesidad de salir de la Mesopotamia. Sin embargo, el sector petrolero liderado por Dick Cheney optó por promover ataques “quirúrgicos” contra la Guardia Republicana Iraní y la infraestructura nuclear, con la expectativa de “salvar” el negocio petrolero, que a todas luces fracasó. El control y explotación de los yacimientos iraquíes fue imposible y se volvió inmensamente costoso. Por tanto las petroleras norteamericanas pactaron unilateralmente con el gobierno autónomo kurdo la explotación de los yacimientos de Mosul, rompiendo de hecho la unidad del débil gobierno de Mailiki. En cualquiera de estas estrategias se percibe un aumento de la desesperación por parte de Washington, desesperación que muestra a las claras que perdieron la guerra y que la retirada dejará una situación difícil de prever. Las opciones de EEUU en Irak, creemos, se estrecharon a tres posibilidades y todas son graves… o terribles.

Primera hipótesis: La guerra general
Tal como muchos habían previsto las guerrillas resistentes fueron imbatibles. La conquista de marzo-abril de 2003 duró apenas dos semanas, pero la resistencia lleva cuatro años y medio, provocando inmensas bajas al ejército invasor y con un costo económico que se volvió insoportable, en medio de la crisis global de los bonos hipotecarios basura. La guerra ya costó 450 mil millones de dólares, más de cuatro reconstrucciones de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Según las cifras oficiales, siempre dudosas, las muertes del Army llegan a 3.808 y los heridos a 28.000. Sin embargo, la Asociación de Veteranos de la Guerra de Irak informó hace pocas semanas que las bajas americanas reales pasan los 70.000. Los muertos civiles son ya incontables -75.000 para los más prudentes, quinientos mil para otros- y los emigrantes iraquíes rebasaron largamente el millón. La conclusión evidente es que, de nuevo, el ejército más poderoso del mundo no puede contra las guerrillas irregulares. Quizá, suponen algunos halcones, si la guerra fuera convencional la situación podría cambiar. Ahora bien, la guerra en Irak no es ni será “convencional”, por tanto se impone buscar un enemigo que iguale las capacidades norteamericanas, casi a la par. Las miradas se volvieron hacia Irán.

Si EEUU ataca a la teocracia iraní es probable que la guerra se generalice. Teherán no dejará de atacar a Israel, lo que provocará la segura entrada de éste en el conflicto. A su vez las guerrillas chiitas de todo el Oriente Medio –Hizbollah, Hamas y el ejército del Mahdi de Moqtada al Sadr- no dudarán en volver al combate contra los invasores y se dispararían los mecanismos de las alianzas locales, donde Siria juega un papel central al igual que Rusia y China, regionalizando la guerra en un espiral sin fin en el tiempo. Finalmente, el cierre del Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 22% del petróleo que consumimos, llevaría los precios del barril a niveles insostenibles para las economías occidentales, agravando la crítica situación actual.

Segunda Hipótesis: la retirada
Estados Unidos puede salirse de Irak, tal como sucedió en Viet Nam. Podría, quizá, negociar algún acuerdo entre las facciones locales, pero el vacío de poder ¿quien lo llenaría? Hay un solo actor posible, los chiítas. Mayoritarios en todo el país, con varias organizaciones sólidas y armadas, con un liderazgo religioso encabezado por el ayatolá Al Sistani, la salida de EEUU podría abrir la puerta a la creación de otra república islámica, aliada de Irán, con fronteras sobre Siria, Jordania, Turquía y, peligrosamente cerca de Kuwait y Arabia Saudita. Además, a un tiro de cañón de Tel Aviv.

Para Israel tal hipótesis es inadmisible. Su seguridad se vería jaqueada como nunca en su medio siglo de historia, con el agregado que el avance fundamentalista sería imparable, pues se atizarían los ataques contra “la entidad sionista” desde El Líbano, Hizbollah, y desde Palestina, Hamas, sin olvidar a todos aquellos que en el mundo árabe quieren ver la destrucción de Israel.

Tercera Hipótesis: Partir a Irak en tres.
Manejada desde el principio de la guerra, la partición del país en tres soberanías distintas volvió a ser considerada por Bush y por el Congreso norteamericano hace unas pocas semanas. Sunitas al sur, chiitas en el centro y kurdos en el norte. Estas especulaciones no son inocentes. El Parlamento de la región autónoma del Kurdistán iraquí aprobó el 7 de agosto una ley sobre la distribución de los ingresos por el petróleo y el gas, que concede a los kurdos por primera vez el control sobre estos recursos. La norma viola la “constitución” del régimen impuesto por Washington y permitió a los kurdos debilitar aún más el poder central de Bagdad y acordar con las petroleras norteamericanas la explotación de los yacimientos de Mosul. Apoyados por Israel –que los provee de armas y entrenamiento- los kurdos aspiran a constituir, por fin, un país con el apoyo de los capitales occidentales y del gobierno de Tel Aviv. Sin embargo hay varios obstáculos en el camino hacia el “Kurdistán libre”.

Ni Turquía, ni Siria, ni Irán permitirán la independencia kurda. La posibilidad aterra a estos tres países, pues sus fuertes minorías kurdas no dudarían en promover la integración territorial del “Kurdistán histórico” que abarca el sur turco, el oeste iraní y el oriente sirio. Los tres gobiernos, por tanto, podrían invadir el novel estado independiente, y probablemente fragmentarían su rico territorio petrolero en tres zonas de influencia, independientemente de la reacción de Israel. De hecho, la resistencia de Ankara y Teherán a esta posibilidad se está haciendo sentir violentamente. En los últimos dos meses turcos e iraníes bombardearon sistemáticamente el Kurdistán, lo que fue silenciado por los grandes medios de comunicación y tolerado por el gobierno de Bush, que ya poco y nada puede hacer, dando una nueva muestra de debilidad.

Las conclusiones del final
Estados Unidos está entrampado en su aventura iraquí. Quedarse significa un aumento de las sangrías, política, económica y militar. Salirse podría dar lugar a cualquiera de las tres hipótesis señaladas, con consecuencias imprevisibles… para todos.

La avanzada diplomática para estabilizar de alguna manera el caos que generaron, negociando además con Irán y Siria, no dio ningún resultado. Nadie quiere inmiscuirse en un problema crítico y de difícil solución, en tanto que los países adversarios y competidores de EEUU nada hacen ni harán, deseosos de debilitar al unilateralismo bushiano. La Unión Europea, Rusia y China y más modestamente Brasil, esperan la derrota americana como una oportunidad de futuro. Sus inversiones en Medio Oriente así lo exigen. En tanto los fundamentalismos islámicos se anotan una nueva victoria geopolítica en nombre de Alá.

Estados Unidos está solo y en el fondo, y nadie le dará una mano para sacarlo del pozo.

Última Edición: Jueves, 01 Enero 1970 @ 01:00 CET| Hits: 11.719 Ver la versión para imprimir