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La producción eléctrica en régimen especial

La producción eléctrica en régimen especial. Helios y Eolo de nuevo.

Hace tres años y medio discutíamos en las páginas de Crisis Energética sobre si era técnicamente posible que la red eléctrica soportase mas de un 15% de electricidad eólica.

Con los recientes anuncios de las autoridades energéticas y prensa del sector eléctrico español, en el sentido de que de que se han conseguido picos de producción eléctrica de origen eólico que han podido abastecer el 22% del consumo o la demanda nacional, durante determinados periodos circunstanciales y en muy determinadas condiciones, se ha vuelto a plantear que esta cuestión ha quedado resuelta, como si se pudiese llegar al 100% de la producción eléctrica de origen eólico sin problemas.

Al mismo tiempo, el debate sobre el alcance de lo que pueden hacer las energías renovables sigue sobre la mesa con una frecuencia e intensidad que merece la pena profundizar.

Aprovechando la publicación del informe preliminar de Red Eléctrica Española (REE) (fichero PDF, 724KB) del 2006 en cuanto a la producción de energía eléctrica, volvemos a resucitar en nuestras páginas el debate.

Tabla 1: Datos de detalle de la energía eléctrica en régimen especial. Fuente REE informe preliminar 2006.

Producción de energía eléctrica

Tipo de generación

GWh

Potencia instalada (MW)

Nº Instalaciones

% respecto del total

2006 en Régimen Especial

Ventas a distribuidora

COGENERACIÓN

4.027

2.588

613

 

SOLAR

88

77

6.888

 

EÓLICA

1.215

299

84

 

HIDRÁULICA

2.177

1.132

757

 

BIOMASA

825

260

59

 

RESIDUOS

1.082

332

26

 

TRAT.RESIDUOS

2.284

442

41

 

Total Ventas a distribuidora

11.697

5.130

8.468

 

Participación en Mercado

COGENERACIÓN

9.693

3.281

246

 

EÓLICA

18.857

10.711

394

 

HIDRÁULICA

1.337

609

121

 

BIOMASA

1.047

267

24

 

RESIDUOS

1.040

258

9

 

TRAT.RESIDUOS

737

149

10

 

Total Participación en Mercado

32.711

15.275

804

 

Total

COGENERACIÓN

13.719

5.869

859

5,12

 

SOLAR

88

77

6.888

0,03

 

EÓLICA

20.073

11.011

478

7,49

 

HIDRÁULICA

3.514

1.740

878

1,31

 

BIOMASA

1.872

527

83

0,70

 

RESIDUOS

2.122

591

35

0,79

 

TRAT.RESIDUOS

3.021

591

51

1,13

Total 2006

44.408

20.405

9.271

16,57

Régimen ordinario

223.619

37.479

 

83,43

Total energía eléctrica en 2006. Sistema peninsular

268.027

57.885

   

Total energía eléctrica en 2006.

Sistema extrapeninsular

15.149

40.811

 

100

Tabla 2: Datos de Red Eléctrica Española (ww.ree.es). Informe preliminar de 2006. Todas las generaciones

Balance eléctrico anual

Sistema peninsular

Extrapeninsular

Total nacional

               

España 2006

GWh

%06/05

GWh

%06/05

GWh

%06/05

%/Total

Hidráulica

24.761

29,2

   

24.761

29,2

9,2

Nuclear

60.184

4,6

   

60.184

4,6

22,5

Carbón

66.143

-14,5

3.320

-6,1

69.463

-14,2

25,9

Fuel-gas

5.841

-41,7

8.412

-7,3

14.253

-25,3

5,3

Ciclo combinado

63.561

30,0

3.425

64,0

66.986

31,4

25,0

Régimen ordinario

220.490

3,5

15.157

3,1

235.647

3,5

87,9

               

(-) Consumos en generación

8.719

-4,0

859

0,1

9.578

-3,6

3,6

               

Régimen especial

49.904

-1,3

852

19,8

50.756

-1,0

18,9

Eólica

23.063

12,6

309

-1,7

23.372

12,3

8,7

Resto régimen especial

26.840

-10,7

543

36,8

27.383

-10,1

10,2

               

Generación neta

261.675

2,8

15.149

4,1

276.824

2,9

103,3

(-) Consumos por bombeo

5.494

-13,6

   

5.494

-13,6

2,0

(+) Intercambios internacionales

-3.303

145,8

   

-3.303

145,8

-1,2

               

Demanda

252.878

2,5

15.149

4,1

268.027

2,6

100,0

               

Potencia instalada

Sistema peninsular

Extrapeninsular

Total nacional

               

España a 31.12.2006

MW

%06/05

MW

%06/05

MW

%06/05

%/Total

Hidráulica

16.657

0,0

1

0,0

16.658

0,0

20,2

Nuclear

7.716

-2,0

   

7.716

-2,0

9,4

Carbón

11.424

0,0

510

0,0

11.934

0,0

14,5

Fuel-gas

6.647

0,0

2.401

-2,4

9.048

-0,7

11,0

Ciclo combinado

15.466

26,5

910

0,0

16.376

24,7

19,9

Total Régimen ordinario

57.910

5,6

3.822

-1,6

61.732

5,1

75,0

               

Eólica

11.100

12,2

139

8,6

11.239

12,2

13,7

Resto régimen especial

9.280

-0,8

85

-20,4

9.365

-1,1

11,4

Total Régimen especial

20.380

5,9

224

-4,6

20.604

5,7

25,0

               

Total

78.290

5,7

4.046

-1,8

82.336

5,3

100,0

Empezando por los jarros de agua fría, habrá que volver a recordar en primer lugar, y para colocar las cosas en su contexto, que el consumo de energía en forma eléctrica es una mínima parte del consumo de energía primaria, basada en un 80% en combustibles fósiles.

En segundo lugar, parece bien que la energía eólica española esté de enhorabuena, con sus espectaculares avances, aunque las formas de ver la botella medio llena o medio vacía son preceptivas de cada uno.

Orígenes de la electricidad
También conviene recordar que el 87,9% de la producción eléctrica todavía hoy depende de los combustibles fósiles y nucleares. Los datos de la Comisión Nacional de la Energía de 2006 son ligeramente inferiores de los de REE, seguramente por cuestiones de contabilidad en los registros, se refieren solo a la energía eléctrica producida en régimen especial; esto es, en régimen de favor subsi­diado para que sea viable.

Y por supuesto, se comparan con los datos totales de la energía eléctrica consumida por todos los conceptos: la que está en régimen especial (esto es, las que disponen de mecanismos especiales de retribución por generación eléctrica) y la que no.

La energía eólica, en el candelero
De ello resulta que la eólica ha dado un salto importante al situarse en los 11,23 GW de potencia insta­lada. Por supuesto, un postulante de la botella medio vacía no tiene por qué dejar de reconocer que eso es un avance en toda regla a nivel mundial.

Luces y sombras
Pero algunos de los visionarios de botellas medio vacías tienen además el vicio de extraer conclusiones algo diferentes de las que ponen delante de los ojos los apresurados resúmenes de prensa que siempre adoptan la política del “España va bien” gobiernen unos o go­biernen otros. Y les da por extraer conclusiones diferentes. He aquí algunas, sobre los datos referencia­dos de las gráficas y las tablas:

  1. A pesar de las grandes esperanzas depositadas en la eólica, de sus rentabilidades económicas superiores al 15%, con las actuales subvenciones (ver comentarios de Arturo Rojas y Carlos Maravall, profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas en el artículo publicado en El País "Rendimiento renovable", esta energía sigue sin pasar del 9% de la producción eléctrica total nacional.

  2. La eólica, en porcentaje, es el 8,7% de la electricidad consumida en España. Eso está lejos, muy lejos del sencillo y simplificador 22% que algunos muestran con orgullo que se puede llegar a inyectar en la red nacional en un momento muy determinado, y que dan automáticamente por supuesto que si se puede meter el 22% de energía eléctrica de origen eólico en la red, es que se puede meter todo. Hay que analizar el trabajo de la hormiga y no el canto de la cigarra. Y éste se ve a fin de año, con los balances en la mano, no en un momento orgiástico-eólico.

  3. El aumento de la demanda en un solo año en España, ha sido muy cercana a los 7.000 GWh. En un solo año se ha aumentado casi la tercera parte de todo lo que ha generado la fabulosa ener­gía eólica en España, siendo éste el segundo país mundial en instalaciones. Pero si se atiende al aumento de la generación eólica en España (2874,7GWh), ésta ha sido menos de la mitad del aumento del con­sumo eléctrico (6968,7GWh). Esto es, en el segundo país del mundo más ejemplar en instalaciones eólicas, los carros del aumento incesante del consumo siguen yendo por delante de los caballos eólicos.

  4. Un aspecto que suele quedar relegado (cuando las cosas no van bien, es mejor callar, en el mundo de Alicia en el País de las Maravillas), es que las energías en régimen especial, que suelen ser las que en nuestra página web más interesan, y entre las que se encuentra la eólica, es que en 2006 han caído un 1% respecto de 2005. ¿Qué ha pasado? Pues muy sencillamente, que incluso contando con el fabuloso aumento de las eólicas en 2006 de un 12,3% respecto de 2005, el resto ha caído un pronunciado 10,1%. ¿Y cual es el resto? Muy sencillo: el resto, aparte de la eólica, es cogeneración (5% del total), solar (0,03%), hidráulica en régimen especial (1,3%) , biomasa (0,7%), residuos (0,8%) y tratamiento de residuos (1,8%). Y eso se está viniendo abajo en cuanto papá Estado ha dejado las primas en posición de duda existencial o por debajo de umbrales no previstos, en el caso de la biomasa o el tratamiento de residuos o quema de purines (básicamente los apartados c y d de la producción eléctrica en régimen especial, según el R. D. 436/2004) . Y están a la espera de ver como queda el nuevo Real Decreto, para ver si desmantelan del todo o si mantienen o mejor aún, si aumentan las subvenciones.

  5. Por otra parte, se habla mucho de mejoras, pero cuando se va a cual es la verdadera energía que está atendiendo al tirón de la demanda siempre infinitamente creciente en nuestro modelo, se observa que el crecimiento más espectacular y callado de todos es…¡el gas!, que da un pelotazo del 31% de aumento en un solo año en plantas de ciclo combinado y de un 25% de aumento de la potencia instalada. Así que el buen rollito que cuentan de que las renovables van a salvar el trasero energético nacional y van a disminuir la gravísima dependencia de la energía importada, parece más bien un cuento de hadas. Se aumenta febrilmente la dependencia de Argelia, de Noruega y de los buques cisterna, que vienen de allende los mares. En realidad, este dato tiene mucho que ver con la caída en la producción eléctrica a partir del carbón. Esta producción cae en cerca de 10.000 GWh, que se ahorran en consumo del contaminante carbón, pero a costa de consumir gas para producir el doble de GWh que los que se dejaron de producir con carbón. Luego alguien dirá que ya se va camino de cumplir mejor con el Protocolo de Kyoto, cuando en realidad esto es una cuestión más coyuntural y estratégica (porque pilla más a mano) o de intentar pagar alguna multa menos, que de interés ecológico.

  6. En cuanto al nivel de dependencia general de las fuentes de energía ajenas y de importación, la situación es de un aumento a cada año que pasa, no una disminución. Así que las palabras de presidentes de gobierno, ministros, secretarios de Estado de la cosa, presidentas de Comisiones Nacionales de la misma cosa y demás “autoridades” sobre la importancia de reducir la dependencia, para aumentar la “seguridad del suministro energético”, es humo de pajas y una verdadera entelequia, que apenas disimula las vergüenzas de una dependencia abrumadora. Incluso en consumo eléctrico, se está dependiendo del exterior (considerando el uranio y sus enriquecimientos como bienes importados y dependientes, como debe ser y no falseando ese dato, para que parezca que esa energía es “autóctona”).

  7. Y lo más grave para la energía eólica, que ha pasado desapercibido en los medios, viene a ser el razonamiento expuesto por el periodista I. G. Mardones del diario español El País en su sección de economía, en un artículo bajo el título "La CNE tumba el plan de Industria para subvencionar las renovables" que publicamos aquí, dado su interés público:

    El Consejo de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) se opuso ayer por mayoría a que el futuro régimen retributivo de las energías renovables, que se presume a la baja, tenga carácter retroac­tivo. El dictamen contó con los votos favorables de los cuatro consejeros del PP y el po­nente Luis Albentosa, consejero por el PSOE. Jorge Fabra, ex presidente de Red Eléctrica por el PSOE votó en contra y se abstuvieron la presidenta del Consejo, Maite Costa, el socialista Jaime Gon­zález, ex vicepresidente de la Junta de Castilla y León, y Sebastià Ruscadella en representación de CiU y Esquerra Republicana.

    El debate sobre la futura retribución se ha aplazado para el consejo del próximo lunes, a pesar de que ambas cuestiones irán recogidas en un único decreto que deberá ser informado también por el Consejo de Estado. Ni el informe de esta entidad ni la de la CNE serán vinculantes para que el Ministerio de Industria tome la última palabra. En caso de que el departamento dirigido por Joan Clos hiciera caso omiso de los informes de ambos consejos, tendría que motivar su decisión.

    Industria pretendía reducir las subvenciones a la energía eólica al considerar inapropiado primar nuevos parques eólicos con una producción ineficiente, por debajo de las 1.600 horas anuales, ya que los mejores emplazamientos ya están ocupados. El sector y las entidades financieras se sublevaron contra un borrador de decreto que ayer sufrió en la CNE su pri­mera derrota. Los seis principales bancos y cajas de ahorros advirtieron a Clos que con las nue­vas medidas se rompía el marco jurídico y financiero que ha colocado a España y a cinco de sus empresas en la elite mundial de las energías renovables.

Fue bonito mientras duró
Nos hemos permitido subrayar lo que ha pasado desapercibido y es la verdadera bomba de relojería: que los campos de clase 6 están agotándose en toda España a marchas forzadas. Los campos actuales, que deben andar rondando por las 2.000 horas, por lo que se desprende de los cocientes conocidos de datos de generación y potencia instalada ajustados, resulta que ya se están agotando.

E Industria, a la que le han llegado los llantos de plañidera para que ayude a subvencionar campos de 1.600 horas anuales (que dan un penoso factor de carga del 18%; esto es, que supone que tienen que empezar pronto a instalar, si quieren seguir creciendo, sus elefantiásicas máquinas igual de grandes y costosas, pero en campos que ofrecerán rendimientos de 1.600/2.000= un 80% de los primeros y mejores campos), ha dicho que hasta aquí hemos llegado y que este negocio se está llenando de espabilados a la caza de la prima, más que a satisfacer una necesidad a un coste (incluso pero sobre todo, energético) razonable, que no tenga que andar colgando toda la vida de las subvenciones del Estado.

Así las cosas, cabe preguntarse: si apenas estamos en algo menos del 9% de la energía eléctrica generada por los aerogeneradores; si estamos creciendo dos veces más rápido en el consumo que lo que crecemos en parques eólicos que lo satisfagan y si además ya se nos han llenado los sitios buenos y empezamos a bajar por las pendientes del averno de los rendimientos, ¿Cómo puede llegar a decir alguien que esta es la energía que va a salvar la incesante y siempre creciente demanda y que va a reemplazar al ingente consumo de energía fósil que hoy tenemos y que cada día aumenta mientras los chorros de suministros fósiles lo permitan?

¿Cómo y con qué criterios adjudicar las ayudas y subvenciones?

Y el gran debate que está retrasando ahora la publicación de los últimos flecos del Real Decreto 7/2006 sobre producción de energía en régimen especial es precisamente éste: la dificultad de subvencionar por igual instalaciones que van a resultar muy desiguales en rendimiento, con la misma inversión. Eso es también aplicable a las solares fotovoltaicas o a las de producción de energía eléctrica quemando purines diversos o pajas de distinta índole. ¿Hay que dar más al que menos produce? ¿Tiene sentido instalar fotovoltaicas en Navarra con las ayudas escasas del Estado, cuando se quedan sin esas ayudas, por ejemplo, en Toledo, donde hay un 20% más de insolación en promedio que en Navarra? ¿O en Cáceres, donde hay un 24% más, o en Almería, donde hay un 25% más o en algunas de las islas Canarias, donde hay un 31% más de insolación?

Y en eólica ¿tiene sentido ofrecer las mismas ayudas en instalaciones de Tarifa o de Canarias, donde con los alisios podrían alcanzar las 3.000 horas de viento a producción nominal al año, que en algunos sitios de la Península, donde se están presentando proyectos de campos con 1.600 horas? ¿Cuál es el límite de la ayuda? En la actualidad en España, las primas a la producción de energía en régimen especial son de 1.200 millones de euros y la eólica, con sus 7,8% de generación eléctrica representó el 80% de esa cantidad (Ignasi Nieto, Secretario General de Energía. Declaraciones a la prensa el 29.11.2006). El precio que se pagó por el MWh generado fue de 89 €. Teniendo en cuenta el precio del “pool”, se puede llegar a esa cantidad de ayudas.

Pero pensar que la multiplicación de las ayudas seguiría lineal y matemáticamente a la generación eléctrica de origen renovable es un flagrante error, porque los rendimientos empiezan a verse decrecientes, en las nuevas instalaciones, sobre todo, las eólicas. Por tanto, o se reduce el margen de negocio de los operadores eólicos, o se aumentan las primas para los campos peores, de forma exponencial con la caída de las horas nominales de viento al año en los nuevos y peores campos. He ahí el dilema. Es premiar a los ineficientes para que tengan un mínimo de rentabilidad económica o premiar a los despabilados que se matriculen primero en el limitado cupo disponible de productores de energía eléctrica en régimen especial, independientemente de los criterios de mayor eficiencia primero.

No hay mal que por bien no venga
La primera decisión (reducir el margen) ya se ha visto la reacción que ha suscitado en el sector, que amenaza cierre. Y el segundo, se puede convertir en un pozo sin fondo para el gobierno, si no cuida las condiciones de aplicabilidad de las primas. Pasar de 11 GW de potencia instalada (con el 7,8% de generación eléctrica) a los 20 GW previstos en el plan, puede no ser una cuestión fácil de subir de los 1.000 M€ a los 2.000 M€ anuales en ayudas al sector, sino quizá a los 3.000 M€. Y con ello puede que no se alcanzase el 15,6% de la generación eléctrica de origen eólico, sino que nos quedásemos en un simple 10-12% (y eso sin tener en cuenta el aumento galopante del consumo que se sigue cubriendo principalmente con los fósiles), por los menores rendimientos previsibles de campos futuros.

Y si la escalada sigue apuntando a la exponencialidad del gasto permanente en primas, puede que un suministro del, por ejemplo, 30% de la energía eléctrica de origen eólico, llegase a costar al gobierno no sólo los aproximadamente 5.000 millones de euros anuales que la ecuación lineal parece indicar, sino posiblemente más de 10.000 millones de euros al año.

Gigantes eólicos y cabezudos fotovoltaicos
En el caso de la fotovoltaica, cuya exigua producción se vende toda a distribuidora y nada en el mer­cado, por las características de la prima, los 400 MW actuales (371 MW en conexión a red y 29 aislados de la red) del plan, representan, respecto del diferencial con el “pool” una cantidad esti­mada de unos 35-38 €/MWh. Por ello, los 88 GWh generados en 2006, suponen un coste de primas para el gobierno español de unos simples 3,3 millones de euros anuales. Una ridiculez, en términos presupuestarios del Estado español, comparado con lo que se invierte en ladrillo y cemento; pero que no ha impedido a muchos decir que estos promotores “se están forrando”

Pero si se pensase en un suministro energético eléctrico de origen solar fotovoltaico de una cierta importancia, como por ejemplo, del 20% de la producción eléctrica actual, que en 2006 fue de unos 260.000 GWh (y que serviría para cubrir perfectamente los picos de demanda diurnos, evi­tando el gran consumo de gas que ahora se necesita en las de ciclo combinado, para ir me­tiendo o sacando centrales de este tipo en la red, a medida que va aumentando o disminuyendo la demanda, respectivamente), habría que subvencionar con 35-38 €/MWh el 20% de esa canti­dad; esto es unos 53.000 GWh cada año. Eso exigiría la instalación de unos 35 GW de potencia instalada. Es la producción mundial actual de módulos fotovoltaicos de unos 15 años, con las fábricas existentes en la actualidad y suponiendo que toda la producción mundial la acapara España durante esos tres lustros. En superficie, serían plantas fotovoltaicas ocupando entre 1.000 y 2.000 km2 según fuesen instalaciones fijas o con seguidores. En inversiones, solo en módulos (sin contar las infraestructuras para producir esa cantidad de paneles) supondrían unos 250.000 millones de euros (sin contar la infraestructura eléctrica de transporte y distribución para aumentar la penetración y la capilaridad). Esto es, aproximadamente la cuarta parte del presupuesto nacional español. Sin embargo, las primas apenas representarían al Estado unos 2.000 millones de euros al año. Esto es, aproximadamente, la décima parte, cada año, de lo que el Estado concedió graciosamente a las eléctricas para que se preparasen para la “transición a la competencia”, que ni ha sido tal, ni en nada han beneficiado ni a los ciudadanos, ni al estado de la red eléctrica nacional. Es decir, que si quieren, pueden.

No olvidar las infraestructuras
El coste de dotarse de un 50% de satisfacción de la demanda eléctrica nacional de electricidad de origen eólico-solar, con el sistema actual de primas, podría exigir unas ayudas de entre 5 y 10.000 millones de euros al año, y unos 5-10.000 millones más, si se internalizan los costes de adaptación y mejora de la nervadura y capilaridad de la red de transporte y distribución eléctrica nacional actual y se costean los sistemas de respaldo o “back up” necesarios (bombeo inverso donde sea posible, centrales convencionales en reserva y sin amortización convencional). Alguien los tiene que pagar y la casa hay que empezarla siempre por los cimientos y no por el tejado, como ha sucedido con el primer plan de renovables.

La energía eólica ahora requiere del orden de 1,2 M€ por MW de potencia instalada y ofrece unos 2.000 MWh al año de producción, con duraciones de vida mantenida (suponiendo un 20-30% del valor total de esa instalación en piezas de repuesto para garantizar la durabilidad) del pro­ducto de 25 años. La energía solar, es mucho más intensiva en capital y exige unos 7 M€ por MW de potencia instalada y ofrece unos 1.500 MWh/año, también con una duración de vida media mantenida de 25 años.

Las primas concedidas a uno y otro sistema tienen una relación bastante directa con esta intensidad exigida de la inversión económica. Algo que en principio, parece razonable.

El sprint de la eólica y la solar de corredor de fondo
Ahora bien, así como la eólica ya da signos de fatiga en un país tan grande y montañoso y marino como España en el nivel de los 10-20 GW de potencia instalada, en cuanto a buenas instalaciones (campos de clase 6), y su producción decrece de forma cúbica con la velocidad del viento, haciéndola muy sensible a este deterioro del marco de actuación, la solar tiene más potencial de seguir instalando más allá de los 20 GW, solo en los campos de la mitad sur de España, sin deterioro aparente de la eficiencia hoy conseguida por insolación promedio.

Otra cosa serán los efectos ambientales de dejar de insolar 1.000 ó 2.000 km2; aspecto éste que hay que considerar seriamente y entender los impactos ambientales con una visión de arriba hacia abajo y no por parcelitas individuales, como ahora se viene haciendo.

En la actualidad, disponemos de una tarifa de unos 50-58 €/MWh, que podría subir, si las condiciones de mercado y de suministro de materias primas para generación se encarecen, hasta los 80-100 €/MWh. Esto representa un mercado nacional del orden de entre 15 y 30.000 millones de euros anuales. El canon o sistema de primas o subvenciones o ayudas a la energía eólico-solar para dotar a España de una generación eléctrica del orden del 50% del total, supondría casi tener que duplicar la tarifa eléctrica. Esto sería, posiblemente, algo escandaloso sólo para la industria del crecimiento infinito, que tendría un parón considerable y provocaría desequilibrios con respecto a otros países europeos que no siguiesen estas políticas, mientras los combustibles fósiles siguiesen fluyendo con la normalidad actual (poco normal). También podría suponer un golpe considerable a las economías familiares/domésticas más débiles.

El primer efecto sobre la industria, según se mire, podría ser beneficioso, al frenar consumos ridículos e innecesarios y obligar a la sociedad a centrarse más en el consumo responsable y al mismo tiempo a animar el mercado de las energías llamadas “renovables”. El segundo efecto sobre las familias y la economía doméstica habría que compensarlo con más ayudas a los más desfavorecidos, pero seguramente provocaría un cambio drástico hacia sistemas de menor consumo y mayor eficiencia energética; mejoría de aislamientos, etc, etc.

Y dejaría al Estado español, en un periodo de una década (y si se plantea no seguir creciendo de forma enfermiza) en aproximadamente un 60-70% de la producción eléctrica de origen supuestamente renovable, dado que la hidráulica representó a 31 de diciembre de 2006 un 14% de la potencia instalada y un 9% de la cobertura de la demanda energética (fuente REE. Informe preliminar 2006) y el capítulo de “resto régimen especial”, que también se puede considerar renovable (en su mayoría, con un 12% de la potencia instalada (siendo la solar fotovoltaica una nimiedad) y un 10% de la cobertura de la demanda.

Esto permitiría al país, en caso de emergencia por cualquier causa, disponer al menos de una red eléctrica de emergencia suficiente, que operase al 50% de la actual, sin colapsar necesariamente, pero siempre que los sistemas de reserva o “back up”, estuviesen disponibles, en caso de encalmadas eólicas o días nublados o ambos. Pero este asunto del suministro intermitente y la exigencia social de un suministro estable y garantizado, será tema de otro debate. Y el tema de que estas fuentes sustituyan al consumo de energía primario no eléctrico, mejor dejarlo para todavía más adelante.

Pedro Prieto.

Vicepresidente de AEREN

Abril de 2006.

Última Edición: Lunes, 16 Abril 2007 @ 12:51 CEST| Hits: 7.016 Ver la versión para imprimir