El golpe palaciego de los liberales de 1886

original en Die Off

Por Jay Hanson.

1 de febrero de 2001

Traducido por Pedro Prieto y revisado por Ricardo Jiménez


Consideremos el problema con que nuestros primeros fundadores se encontraron en la Convención Constitucional: satisfacer a los “conservadores” (Washington, Adams; mantener los privilegios y las costum-bres), a los “demócratas” (Jefferson, Paine; ofrecer al menos algo de control político) y a los “liberales” (Madison, Hamilton; un gobierno míni-mo, un mercado sin trabas y la política dejada a una “mano invisible”). El sistema que surgió de esta combinación estaba motivado por estos intereses realmente progresistas. Hicieron un buen trabajo.

El Acta resultó muy equilibrada y funcionó razonablemente bien (como un taburete de tres patas) en la subida de la curva de consumo de energía, pero la economía caerá completamente cuando la curva de la energía vaya hacia abajo1 . Dicho de otra forma, el modelo de nuestros nuestros Fundadores se desintegrará junto con la economía (un taburete de dos patas no se sostiene) y nos quedaremos en el horror de la anarquía.

Aunque pocos se dan cuenta de ello, el gobierno actual estadouniden-se es radicalmente diferente de lo que Madison y sus muchachos pretendían. En 1886 2, los liberales llevaron a cabo lo que se denomina un “golpe palaciego” (un derrocamiento realizado por compinches que están dentro del mismo palacio) contra los demócratas y los conserva-dores, ¡consiguiendo que el tribunal Supremo garantizara derechos civi-les a las Corporaciones!

En la actualidad, todo el mundo sabe que las Corporaciones controlan nuestro sistema político y sojuzgan a nuestros ciudadanos. Sin embargo, antes de la Guerra Civil, los ciudadanos controlaban las Corporaciones. Hasta ese momento, las Corporaciones se constituían para un propósito específico y limitado (por ejemplo, la construcción de una carretera de peaje o un canal) y durante un período específico y limitado de tiempo (generalmente 20 ó 30 años)

Cada Corporación se dotaba de estatutos para alcanzar un fin social que los legisladores decidían que era de interés público. Al final de la vida de la Corporación, sus acciones se distribuían entre los accionistas y la Corporación dejaba de existir. El número de propietarios estaba limi-tado por sus estatutos y la cantidad de capital que podían aportar también estaba limitada. Los dueños eran responsables personalmente de todos los pasivos y las deudas en que la Corporación incurriese, in-cluyendo los salarios debidos a los trabajadores. Era frecuente que los beneficios estuviesen también limitados en los estatutos. Las Corpora-ciones no se creaban exclusivamente para “obtener beneficios”.

Los primeros estadounidenses veían a las Corporaciones como una amenaza a la democracia y a la libertad. Temían que los dueños (ac-cionistas) pudieran amasar grandes fortunas, controlar los trabajos y la producción, comprar periódicos, dominar los tribunales y controlar las elecciones (un dólar, un voto). Después de la Guerra Civil, entre los años 1870 y 1880, los dueños y gestores de las Corporaciones presionaron de forma incesante para ampliar sus poderes y los tribunales les dieron fi-nalmente lo que pedían.

En 1886, los liberales neutralizaron de forma efectiva a los demócratas y a los conservadores cuando el tribunal Supremo concedió a las Corpo-raciones las protecciones constitucionales que tenían los propios ciuda-danos. El Congreso había creado la 14ª Enmienda para proteger los de-rechos de los esclavos libertos, pero en una decisión de 1886 (la Corte de Santa Clara contra la Pacific Southern Railroad) este derecho se amplió cuando el tribunal declaró que ningún Estado privaría a una Corporación “...de la vida, libertad o propiedad sin el debido proceso legal”.

“No existe un precedente histórico, lógica o razón que sustente este punto de vista” escribió el juez William O. Douglas del Tribunal Supremo, 60 años después. Pero se hizo de todos modos. Con la aplicación de la 14ª Enmienda a las Corporaciones, el tribunal desmontó cientos de leyes locales, estatales y federales que habían sido promulgadas por demó-cratas y conservadores para proteger a la gente de las Corporaciones.

A principios del siglo XX, los tribunales habían limitado la responsabilidad de los accionistas; las Corporaciones podían hacerse a perpetuidad, sin fijar un período concreto de vida de la corporación; el número de pro-pietarios ya no quedaba restringido; el capital que controlaban tampo-co tenía límite. Algunas Corporaciones obtuvieron incluso situaciones de dominio evidente (mediante el derecho a tomar otras propiedades pri-vadas con una compensación mínima que determinaban los tribuna-les). Y desde luego, una Corporación no podía ser encarcelada. En un sentido literal, ni siquiera se le podía imponer una multa, ya que cuando esto sucede, son los accionistas los que deben satisfacerla.

En efecto, el Tribunal Supremo de los EE.UU. otorgó derechos naturales a criaturas no naturales, bestias amorales que fueron creadas para servir a hombres egoístas. Ahora las Corporaciones están dotadas de vida y libertad (aunque no de moral) y los temores de los estadounidenses se han hecho realidad.

Las grandes Corporaciones son estructuras técnicas autónomas (máqui-nas) que siguen una lógica liberal inherente a su diseño. Las máquinas corporativas ingieren vida y sistemas naturales (que incluyen a las per-sonas) por un lado, y excretan basura y desechos muertos (incluyendo personas ya dilapidadas) por el otro. Esas máquinas no tienen moral que les impida seducir políticos, subvertir los procesos democráticos o mentir para aumentar los beneficios. Y lo que es peor, sólo están nominalmente controladas por la ley, porque la gente que hace las leyes está contro-lada por estas mismas máquinas. Actualmente, en los EE.UU., vivimos en una plutocracia de facto de las máquinas corporativas (un dólar, un vo-to).

La máquina liberal corporativa, en una orgía de beneficio corporativo, ha neutralizado efectivamente a los conservadores y a los demócratas3 y ahora destruye los cimientos de nuestras vidas, tanto física como mo-ralmente. Esas máquinas dejan a nuestros hijos frente a un oscuro futuro en el que tendrán que luchar entre ellos por los restos que queden.

Los únicos argumentos que podemos aportar contra esta incesante des-trucción son éticos y religiosos: la obligación de preservar toda la crea-ción divina y la extensión de la fraternidad a las futuras generaciones.

Pero las máquinas corporativas no tienen ni religión ni moral y, por tanto, no tenemos salida.

“Al final”, dice el Gran Inquisidor, en la parábola de Dostoyeski,
”al final pondrán la libertad a nuestros pies y nos dirán:
“haznos tus esclavos, pero aliméntanos””

Notas

1 Ver el gráfico en la parte superior de http://dieoff.com/synopsis.htm. Si puede pensar como un ingeniero (los científicos sociales tiene alguna dificultad para hacerlo), puede deducir de los primeros principios, de la historia y de la observación, que nuestra economía se colapsará y la sociedad se terminará extinguiendo. He aquí como:

    1. Visite un departamento de astronomía en una universidad local y compruebe que la Tierra es, por supuesto, esférica. Todas las esferas son finitas, por tanto, la Tierra es finita. En consecuencia, puede deducir que los recursos energéticos de la Tierra son también finitos; las reservas de energía son finitas (por ejemplo, el petróleo) y los flujos de energía también (por ejemplo, el viento).
    2. Visite el departamento de física y verifique que:

      - La energía es la capacidad de realizar un trabajo (si no hay energía, no hay trabajo). Por ello, la economía global depende en un 100% de la energía. Así ha sido siempre y así será.
      - No hay excepciones a las Leyes de la Termodinámica.
      - La Primera Ley de la Termodinámica establece que ni el capital, ni el trabajo ni la tecnología pueden “crear” energía. Por el contrario, hay que consumir la energía disponible para transformar las reservas energéticas existentes o desviar un flujo existente de energía para conseguir algo de ella.
      - La Segunda Ley de la Termodinámica establece que la energía se consume en cada paso de todo proceso económico. Los motores que realizan el trabajo en la actualidad en nuestra economía (los denominados “motores de combus-tión”, tales como los motores diesel), derrochan más del 50% de la energía que contiene el combustible que utilizan.
      - Las fuentes de energía deben producir más energía de la que consumen, por-que de otra forma serían llamados “sumideros” (esto se conoce como el princi-pio de la “energía neta”). Para extraer 15 Kg de petróleo desde 5 metros bajo tierra, se requieren 735 julios, sólo para vencer la gravedad, y cuanto de más profundamente se extraigan, las necesidades de energía serán mayores para hacerlo. El petróleo más concentrado y más accesible es el que primero que se extrae; después se va necesitando más y más energía para encontrar y extraer el petróleo. En un determinado momento, se llega a necesitar más energía papara la búsqueda y la producción que la energía que finalmente se recupera. En ese momento, el recurso se convierte en un “sumidero”.

    3. Visite el departamento de ecología (o de biología de la población) y compruebe que “exceso de población”, “colapso de población” y “mortandad generalizada” son términos comunes en la naturaleza. La mortandad generalizada tiene lugar cuando los animales acaban con la energía del entorno (alimentos). El Homo Sa-piens está agotando sus reservas de energía (los combustibles fósiles primero y los alimentos inmediatamente después)

2 Ahora que usted ha deducido a partir de la ciencia el escenario de mortandad gene-ralizada, encienda su televisión y observe como dicha “mortandad generalizada” (en inglés, “dieoff”) está ya teniendo lugar en Rusia y en África.

La única cuestión pendiente es cuándo alcanzará la “mortandad generalizada” su vecindario. Muchos expertos industriales creen que en menos de diez años. Otros di-cen que ya la tenemos encima. Vea http://dieoff.com/synopsis.htm

Para los liberales clásicos, la libertad y la propiedad privada van íntimamente unidas. Desde el siglo XVIII hasta la actualidad, los liberales clásicos han insistido en que el sis-tema económico basado en la propiedad privada es solamente viable con la libertad individual, que permite a cada uno vivir su vida (lo que incluye el empleo de su fuerza de trabajo y capital propios) como mejor le plazca. De hecho, los liberales clásicos y los liberales actuales han manifestado muchas veces que la libertad y la propiedad son la misma cosa; por ejemplo, se ha esgrimido que todos los derechos, incluyendo el derecho a la libertad, son formas de propiedad; otros sustentan que la propiedad en sí misma es una forma de libertad. Por tanto, se considera que un mercado ordenado sobre la propiedad privada es el sustrato de la libertad. A no serque la gente pueda realizar contratos y vender su fuerza de trabajo libremente, o a no ser que sea libre de guardar sus ingresos e invertirlos después como les plazca, o a no ser que tenga libertad de crear empresas cuando dispone del capital para ello, no será realmente libre. (Estas ideas liberales son, de hecho, los ideales que dan cuerpo al diseño de las modernas corporaciones. ¿Y si las Corporaciones fuesen conservadoras?).

3. Nuestro panorama político actual se parece algo a lo siguiente (esto no es un modelo, sino una propuesta heurística):

La minoría rica determina la “lógica del beneficio”: Las leyes estadounidenses y los acuerdos comerciales regulan los trabajos generales de la sociedad al mayor nivel de agregación posible. (Los ricos dirigen a los pobres, en virtud de las Enmiendas Primera y Quinta.)

 

Las grandes corporaciones: Las grandes corporaciones son estructuras técnicamente autónomas (máquinas) que siguen la "lógica del beneficio" inherente a su diseño. Aquellas que no lo son, son eliminadas por bancarrota.

 

Los Medios: Las corporaciones alquilan a los medios para programar a los "consumidores".

 

Consumidores: Los consumidores hacen aquello para lo que han sido programados: consumen sus propios sistemas vitales y eligen a los "traidores".

 

Traidores electos: Los traidores hacen aquello para lo que fueron elegidos: venden el bien común a las Corporaciones para su beneficio personal. Aquellos que no lo hacen, son eliminados mediante campañas mediáticas.