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El segundo planeta


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Víctor

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Roma, 1.968: 35 personalidades de 30 países entre los que se cuentan académicos, científicos, investigadores y políticos, compartiendo una creciente preocupación por la modificaciones del entorno ambiental que están afectando a la sociedad dan los primeros pasos para la fundación del grupo que se conocerá como el Club de Roma.

Su objetivo será investigar, alentar métodos e interesar a funcionarios y grupos influyentes de los principales países sobre las perspectivas de la crisis en progreso que esta afectando el medio ambiente. La problemática ambiental bajo análisis contempla la interdependencia entre distintos aspectos políticos con aspectos energéticos, alimentarios y demográficos entre otros, proyectada hacia escenarios posibles con horizontes que se extienden hacia los próximos 50 años.

El primer informe de trabajo del Club de Roma, es editado en los EE.UU. durante 1972 y tendrá amplia difusión. Las repercusiones del informe presentado por Dennis Meadows con el título de “Los límites del crecimiento” despertarán preocupación y polémicas poniendo en un inesperado primer plano la labor encarada por el Club de Roma.

Sus críticos le adjudicarán a la organización, infundadamente, una visión alarmista y determinista del futuro, opinión que en mayor o menor medida seguirá prevaleciendo aún más de 30 años más tarde. La visibilidad pública de la organización se mantendrá reducida durante las próximas décadas pero su dedicación al estudio de los efectos previsibles de los complejos y acelerados cambios en medio ambiente global perdurará.

En 1.982, diez años después de “Los límites del crecimiento”, se publica el libro “El segundo planeta” de Humberto Columbo y Giuseppe Turani, del cual me gustaría poner varios extractos para ser comentados aquí.

A diferencia de los especialistas que trataron en su día el tema, los autores se apartan, deliberadamente, de cualquier planteamiento ideológico o político, ciñéndose a la consideración de los problemas concretos derivados de tan amenazadora situación: agotamiento de las fuentes de energía (agotamiento entendido como un proceso, no como un punto y final), crisis de alimentos, deterioro de la calidad de vida…

Casi 25 años más tarde de la publicación de este libro, gran parte del contenido de sus páginas nos puede resultar hoy muy familiar. Entre la realidad actual y esas previsiones que miraban hasta el año 2.030 y más allá, hay una línea muy estrecha. Y uno concluye pensando que todo parecido con nuestra realidad NO puede ser pura casualidad.

Basta con que cada cual juzgue.

Un saludo
Víctor

p.d.: el "segundo planeta" es aquel espacio físico necesario que cobijará en el año 2.030 a una población el doble de numerosa que la que había en la fecha de publicación del libro (1.982). Pero para ello el planeta tendrá que duplicar sus recursos disponibles para abastecer a esa duplicación poblacional, la última de la especie humana.


EL SEGUNDO PLANETA
Humberto Columbo y Giuseppe Turani. 1.982

Extracto 01 – Págs. 26-27

Cuando se habla de escasez de las materias primas, conviene distinguir entre escasez física y escasez económica. Algunas materias primas empiezan a faltar, en el sentido de que hay que buscar sucedáneos o hacer de ellas un uso muy restringido. Por el contrario, otras materias primas siguen estando disponibles, aunque a un coste más elevado que en el pasado.

En esta última categoría se encuentran englobadas prácticamente todas las materias primas conocidas. Hasta hoy se han ido utilizando sobre todo las que se encontraban en mayor concentración en la naturaleza, en los lugares menos profundos y más cercanos a las fábricas. En el futuro, habrá que resignarse a recorrer palmo a palmo los yacimientos más pobres, menos cómodos, más profundos y más lejanos a los lugares de empleo. Esto significaría unos costes mucho mayores, independientemente de la inflación.

Algunas materias primas son muy abundantes en la naturaleza, como el magnesio y el aluminio, cuya utilización es previsible que aumente en los próximos años, incluso en sustitución de otras materias primas a punto de desaparecer. Sin embargo, para poder ser utilizadas deben pasar a través de procesos productivos que comportan el consumo de muchísima energía. Su empleo está ligado a la disponibilidad de energía en cantidades suficientes. Vuelve a repetirse, pues, el fenómeno que apuntamos al hablar del alimento: puede haber más siempre que haya energía necesaria y su consumo no conduzca a “tirar piedras sobre el tejado” de la Tierra.

Sea como sea, dado que la energía es uno de los elementos cuyo costo indudablemente está destinado a crecer, es evidente que los productos que se fabriquen con materias primas a base, sobre todo, de magnesio y aluminio, tendrán un costo proporcionalmente más alto.

El platino, que es muy escaso, es un elemento fundamental como catalizador en los procesos de refinación del petróleo y de los productos intermedios de los que se extraen después fertilizantes. De la futura disponibilidad del platino depende pues la posibilidad de producir en cantidades suficientes derivados del petróleo y fertilizantes para la agricultura.

Pero el caso más grave, aunque no en términos tan inmediatos, es el del fósforo. Este mineral es, junto al nitrógeno y el potasio, uno de los tres elementos fundamentales para la fabricación de abonos. La disponibilidad del fósforo condiciona la futura productividad de la agricultura. Es evidente que no se trata de una materia prima fácilmente renovable y, por el momento, es insustituible. Su continuo y creciente uso va privando de hecho a la Tierra de un elemento importante y contribuye a disminuir la “dote” dejada a las generaciones futuras.

El mundo no podrá vencer la escasez sustancial de materias primas a menos que se disponga de la energía necesaria para su extracción y transformación. En el futuro habrá problemas de coste y distribución de materias primas, pero, no es menos cierto, habrá que enfrentarse a un problema de carencia física. Y hay que subrayar la relación entre la disponibilidad de materiales necesarios para la construcción del “segundo planeta” con la disponibilidad de energía. Un mundo que decidiese limitar mucho la producción de energía sería un mundo agobiado por el problema de la escasez física de materias primas y, por consiguiente, de alimentos.











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Víctor

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EL SEGUNDO PLANETA
Humberto Columbo y Giuseppe Turani. 1.982

Extracto 02 – Págs. 28-29

En los últimos decenios la producción de alimentos ha aumentado más rápidamente que la población y de este modo no sólo ha crecido la disponibilidad en términos generales, sino también el alimento per capita. Esto se ha debido, en gran parte, a la aplicación de métodos de cultivo cada vez más intensivos y, por consiguiente, a un rendimiento por hectárea progresivamente mayor.

Sin embargo, la O.N.U. estima que hay en el mundo al menos mil millones de personas mal nutridas, y algunos centenares de millones de personas claramente desnutridas, con graves problemas en lo que se refiere a su desarrollo psíquico-físico. Y no porque haya una falta real de reservas alimenticias: en el fondo, todo se reduce a problemas de carácter político y económico.

Si se mira hacia el futuro es posible predecir que desgraciadamente la situación no va a cambiar. La producción de alimentos puede aumentar hasta cantidades más que suficientes. Pero se sabe que se llegará a una mayor disponibilidad a través de caminos que, en cierto modo, podrían agravar los problemas de los países en vías de desarrollo, de los países más pobres.

Los expertos opinan que esta mayor cantidad de alimentos se conseguirá a través de la explotación intensiva de los terrenos ya cultivados más que de la puesta a punto de nuevas zonas cultivables. Y la razón es bien sencilla: es más barato aumentar la producción en un terreno ya cultivado que preparar para el cultivo un terreno hay desértico, una sabana o una selva.

A este respecto se estima que la productividad del terreno deberá aumentar muchísimo. Se calcula que hoy una hectárea de tierra proporciona, por término medio, la alimentación de 2,6 personas, En el año 2.000 la misma hectárea deberá garantizar la supervivencia de cuatro personas. Para llegar a este punto será indispensable incrementar el uso de maquinaria, de antiparasitarios y de fertilizantes. Por otro lado, será necesario mejorar los sistemas de riego. Todo esto requerirá, como hemos subrayado más arriba, grandes cantidades de energía.

Las ciudades crecerán enormemente y nacerán otras nuevas en las zonas más adecuadas para la agricultura en razón del clima y de la disponibilidad de agua. Lo cual dará lugar a una fuerte controversia en los países pobres a propósito de la tierra: las viviendas y las nuevas plantas industriales no tardarán en sustraer los mejores terrenos a la agricultura.

Quedarán disponibles para su cultivo las áreas menos confortables, menos regadas, menos fértiles, quizá selváticas o desérticas. Preparar para el cultivo un área desértica no es imposible: sólo requiere una inversión de capital que si no existe hoy no existirá mañana. Se trata de cifras muy elevadas. Ésta es la razón por la que el “nuevo alimento” que necesitará el “segundo planeta” será proporcionado copiosamente por la agricultura de los países ya industrializados, por medio de una explotación intensiva de los terrenos empleados desde hace tiempo para el cultivo de productos alimenticios.

Esta explotación se relaciona sustancialmente con un mayor consumo de energía para el riego, máquinas más capaces y una mayor cantidad de fertilizantes y antiparasitarios, y, por supuesto, con un mayor consumo de petróleo. Pero el petróleo es precisamente una de las reservas que en los próximos años aumentará de precio por encima de las otras que utiliza el hombre. En base a este razonamiento, los expertos prevén que el precio de los alimentos en el año 2.000 aumentará al menos el doble en términos reales, al margen de la inflación, y de cuatro a cinco veces más en el año 2.030.

Dado que los países en vía de desarrollo dependerán para su suministro de alimentos de los países más ricos bastante más que hasta hoy, es fácil imaginar que vamos camino del desastre. El alimento no faltará desde el punto de vista físico, pero será mucho más caro y será un “monopolio” sobre todo de los países más ricos. Bajo este aspecto, las cosas no serán fáciles para “el segundo planeta”.


Un saludo
Víctor









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EL SEGUNDO PLANETA
Humberto Columbo y Giuseppe Turani. 1.982

Extracto 03 – Págs. 32-33

A propósito del alimento conviene decir, y recordar, algunas cosas más. Pero antes debe quedar claro que producir más no es, técnicamente, un problema. Basta con disponer de suficiente cantidad de energía y capital. Por otro lado es evidente que el camino que se escogerá finalmente será el de hacer más intensiva la agricultura de las zonas ya cultivadas. Y esto comportará inevitablemente algunos riesgos. Uno de ellos es que no es posible sustraerse a la ley del rendimiento decreciente. A medida que se concentran los factores productivos sobre una misma parcela de tierra (se aumenta por tanto el uso de fertilizantes, de máquinas, de mano de obra) la producción crece, pero en proporción cada vez menor, hasta anularse por completo en el caso de que fertilizantes y maquinarias (o cualquier otro factor productivo) sean empleados excesivamente.

Esto significa que el alimento en los años venideros será mucho más caro que en la actualidad si consideramos las reservas empleadas y que caminamos hacia un derroche consciente de reservas, como la energética, que ya hoy comienza a ser escasa. Por otro lado, se ha visto que razones económicas y prácticas excluyen la posibilidad de poner a punto para el cultivo grandes extensiones de “nuevas tierras”.

El vínculo entre la energía y la alimentación es más fuerte del que se podría pensar. El aumento de la producción agrícola de un área depende casi siempre del agua, del control de esta reserva, cuando el agua existe, o de la “fabricación” del agua cuando no la hay o es insuficiente. Está claro que si se dispone de energía el problema no existe. Se puede tomar la del mar y proceder a su desalinización con lo que se puede disponer de una cantidad prácticamente ilimitada de agua. O también se puede reciclar la ya utilizada, purificándola. Todo esto, sin embargo, requiere energía precisamente en zonas donde no hay fuentes energéticas, ni estructuras de transporte, ni siquiera los equipamientos mínimos para la población (iluminación, posibilidades de cocer y refrigerar los alimentos, vacunas, etc.).

Parece posible afirmar que el alimento no faltará en el mundo. Aunque esto no obviará los graves problemas ligados a su distribución, en pro de que cada habitante de la Tierra tenga su justa ración de alimentos. Se ha visto ya que el mayor volumen de alimentos se producirá en los países más ricos, entre los cuales se alinearán países hoy en vía de desarrollo, y que su precio estará destinado a aumentar notablemente. Para los países más pobres alcanzar una situación de aprovisionamiento regular no será una tarea fácil. La historia de la comida es una historia por la que discurren paralelamente grandes derroches y grandes carencias.

Para tomar conciencia del problema, es suficiente con echar una ojeada al tema de la carne. Casi una cuarta parte de la población mundial carece de alimentos en cantidades adecuadas. Pero extensas áreas del mundo emplean proteínas vegetales para alimentar a los animales. Un buey, por ejemplo, transforma en proteínas animales sólo un 10% de las proteínas vegetales que consume. Los japoneses viven sobre todo a base de vegetales y pescado, y una bajísima proporción de carne. En resumidas cuentas, hoy día no hay suficientes recursos alimenticios en el mundo pero hay quienes los derrochan ostensiblemente.


Un saludo
Víctor









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Víctor

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EL SEGUNDO PLANETA
Humberto Columbo y Giuseppe Turani. 1.982

Extracto 04 – Págs. 34-36

Otro fenómeno preocupante al que estamos asistiendo, de modo consciente, es el de la desertización. Hoy día hay en el mundo ochocientos millones de hectáreas desérticas, en las que no crece nada, y lo peor es que este fenómeno tiende a aumentar. Se prevé que en el año 2.000 se alcanzará la cifra de mil millones de hectáreas de desierto y, muy probablemente, en el 2.030 las zonas áridas cubrirán una extensión de dos mil millones de hectáreas. Esto significa que muchos terrenos antes fértiles se convertirán en desiertos.

Entre los factores que contribuyen a la formación de desiertos está, sin duda, la explotación intensiva de la tierra. En los países del tercer mundo, principalmente los más pobres, se suele emplear técnicas muy irracionales, en vistas a obtener resultados rápidos, lo que conduce a una sobreexplotación del terreno y a su irreversible empobrecimiento.

En los países más pobres la costumbre de usar residuos animales o vegetales para la producción de energía (a través de su combustión directa o de su fermentación para hacer gas) contribuye a empobrecer el terreno: si estos elementos fueran reintegrados al suelo, lo enriquecerían y lo mantendrían fértil. Pero es precisamente en las zonas más pobres del mundo donde el hombre es a menudo brutal y pretende obtener de la tierra todo lo que es capaz de dar sin tener en cuenta el hecho de que después, durante siglos, no dará nada.

Otras veces el deterioro de la tierra es consecuencia de la falta de cuidados suficientes, cosa frecuente en los países más industrializados. En otras ocasiones el terreno se empobrece por necesidad. Es el caso de la construcción de presas para la producción de energía eléctrica. Las presas, al retener el agua, retienen asimismo el limo junto con los materiales orgánicos contenidos en los ríos, lo que comporta que tras un cierto tiempo los terrenos cercanos sean menos fértiles. Incluso las aguas se deterioran: los peces escasean e incluso desaparecen.

Pero hay otras maneras de degradar el medio ambiente. Conviene prestar mucha atención al uso de pesticidas y herbicidas, que no suelen ser seleccionados, dando lugar al uso de productos poco adecuados para atajar las infestaciones. Por el contrario, al querer eliminar plagas, se eliminan incluso sus depredadores naturales. El resultado es que si llega una nueva plaga, podría causar muchos daños antes de poder intervenir.

El problema de los pesticidas se está convirtiendo en dramático por otra razón. Al afirmarse en todo el mundo una agricultura de tipo intensivo, se están difundiendo (especialmente en el caso de los cereales) algunas especies cuidadosamente seleccionadas capaces de ofrecer un gran rendimiento por hectárea. Esto hace que la agricultura mundial haya organizado en torno a unas pocas clases de plantas; cosa muy peligrosa ya que si llega una plaga de características desconocidas, existe el riesgo de que tenga lugar una catástrofe agrícola a nivel mundial antes de que se haya puesto a punto el pesticida adecuado. En el pasado la gran variedad agrícola de la que se disponía era algo así como una barrera natural contra la propagación de plagas.

Los cultivos muy intensivos son más delicados y están más expuestos a los riesgos de la naturaleza. Por lo cual convendría mantener a su alrededor un medio ambiente no degradado ni empobrecido, para que en caso de peligro puedan encontrarse en él las primeras defensas. Desgraciadamente, hemos visto que no ocurre así. Y junto con los daños que sufre la tierra continuamente, hay que mencionar otros no menos graves que afectan al agua, también en fase de preocupante deterioro.

Mientras tanto la aniquilación de los bosques hace que los cursos de los ríos y los torrentes sean más irregulares, impidiendo que el agua tenga una correcta relación con los lugares por donde pasa. Además hay muchos factores contaminantes, y no hablamos sólo de la ciudad que “libera” aguas muy contaminadas a niveles inaceptables.

Incluso el mantenimiento de los animales y la agricultura, sobre todo la intensiva, es una fuente de contaminación nada despreciable: los restos de excrementos animales, de herbicidas y pesticidas vertidos sobre los campos influyen en el sistema hídrico y lo deterioran. También la difusión de los métodos de irrigación contribuye a empobrecer las aguas, que “dan” más que “reciben”. No es casual que los ecosistemas fluviales próximos a las ciudades y las zonas de agricultura intensiva sean siempre los más pobres en peces. El agua de los ríos que desembocan en el mar o es rica en materias contaminantes o es pobre en material orgánico y oxígeno, indispensable para el desarrollo de cualquier ser vivo.


Un saludo
Víctor









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escéptico

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Lo siento pero no puedo estar más que en desacuerdo con muchas de las cosas indicadas.

No todo el aumento de productividad agraria se debe a un uso intensivo de pesticidas y nutrientes, por ejemplo, sino a técnicas mejoradas de cultivo.

Aunque la población española ha crecido en algunos millones de habitantes desde el año 82, la superficie cultivada se ha reducido ¿¡!?. ¿Cómo casa eso entre las conclusiones del artículo?


Como un pequeño detalle:
una parte no despreciable de superficie cultivada no se destina a bienes de primera necesidad, sino:
- flores y plantas ornamentales (apostaría que la mitad de las tierras cultivadas en mi comarca, El Maresme, lo están de flores y plantas ornamentales)
- frutos exóticos, de precio elevado y relativamente poco rendimiento
- ingredientes para bebidas prescindibles (plantaciones de lúpulo y cebada, por ejemplo, para obtener cerveza y whisky).

Son sólo ejemplos sencillos, pensados "a vuelapluma".



Otra cosa: Respecto a los nutrientes perdidos:
¿dónde irán los nutrientes?
¿acaban en un agujero negro?

Actualmente, se está iniciando la recogida selectiva de basura orgánica.

Prácticamente el 100% de los nutrientes (fósforo incluido), acaban en los lodos de la depuradora orgánica del municipio, y en el cubo de basura orgánica.

De ahí, salen en fila india (es un decir) todos y cada uno de los minerales que en su momento estaban en la tierra.
¿Todos? No, todos no. Una ínfima parte se queda en el organismo del que lo consume (unos 15 kg a lo largo de toda su vida; el resto es agua).

Esos lodos, y esa basura orgánica compostada son un excelente ingrediente para el abono.
Y no hablo ni una pizca de la ingeniería genética.

A mí me parece que el artículo está basado en unos números tratados de forma muy inocente.

Cuando habla del platino. Es cierto que es un catalizador importante. Pero una de las características de un catalizador es que éste no interviene de forma activa en la reacción. Es decir, que el catalizador permanece ahí, y se puede recuperar al final de su vida útil. No desaparece.

Es como si dijéramos que, como hemos construido una cabaña en un terreno, ya hemos consumido una parte del terreno. No señor. Sigue ahí, pero lo estamos usando. Es el mismo ejemplo del catalizador.

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Víctor

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EL SEGUNDO PLANETA
Humberto Columbo y Giuseppe Turani. 1.982

Extracto 05 – Págs. 36-39

No sólo la tierra y el agua han sufrido un proceso de deterioro, también el aire se resiente de los efectos negativos de los agentes contaminantes. Se sabe, por ejemplo, que en las proximidades de las ciudades la calidad del aire es muy deficiente. Y se sospecha, aunque en muchos casos es algo más que una simple sospecha, que la contaminación se va extendiendo a zonas del planeta cada vez más extensas. La verdad es que existe preocupación por saber mucho más sobre este punto porque se tiene la impresión de que el clima de la Tierra está sufriendo toda una serie de modificaciones, aunque por el momento sólo puede hablarse de síntomas y preocupaciones, no carentes de fundamentos.

Los peligros más graves, en lo que se refiere a la calidad del aire y al mismo clima, provienen de tres agentes: el anhídrido sulfuroso, el anhídrido carbónico y los óxidos de nitrógeno. Los tres son originados por la combustión de materiales de origen fósil: carbón, gas y petróleo. Cada unos de estos agentes actúa de manera diferente, pero igualmente peligrosa, sobre el clima de la Tierra. Y, desgraciadamente, la combustión de las materias fósiles es un fenómeno que tiende más a ampliarse que a restringirse. Por eso, de ahora en adelante, habrá que prestar mucha atención a cuanto tenga relación con el clima, el cielo, la lluvia y el viento. No hay que olvidar que los fenómenos relativos al deterioro del clima no proceden de modo lineal, sino en progresión geométrica, por lo que es posible que la calidad del clima empeore de golpe o de manera muy rápida.

Las consecuencias más difíciles de evaluar, y potencialmente peligrosísimas, son las que se derivan de la acumulación de anhídrido carbónico en la atmósfera. El fenómeno conocido como “efecto pantalla”, producido por la combustión de materias fósiles, se acumula en la atmósfera y forma una especie de capa invisible que circunda el planeta. Esta capa impide que el calor de la Tierra se disperse libremente por el espacio, y aumenta la temperatura del planeta. Conviene señalar que, según afirmaciones dignas de todo crédito, en el año 2.000 habrá en la atmósfera un porcentaje de anhídrido carbónico superior al 20% del existente al inicio de la era industrial.

Desgraciadamente se trata de un fenómeno destinado a aumentar con el paso del tiempo. En efecto, se prevé que en el 2.050 el contenido de anhídrido carbónico en la atmósfera será el doble que el existente al principio de la era industrial; la razón es obvia: por una parte, aumenta continuamente el consumo de combustibles de origen fósil; por otra, prosiguen las pérdidas de bosques en amplias zonas. La situación de la Tierra es ésta: cada vez se produce más anhídrido carbónico y se consume menos. La diferencia se acumula en la atmósfera e incrementa el efecto dique.

¿Pero por qué es un fenómeno tan peligroso? Porque la temperatura de la Tierra está en el momento más delicado de toda la existencia del planeta. Bastaría un aumento de dos o tres grados centígrados para modificar sustancialmente las posibilidades de cultivo de regiones enteras, así como el régimen de lluvias y vientos. Y esto no es nada en relación al acontecimiento más temido y probable, el derretimiento de una parte los casquetes polares. Esta última afirmación puede parecer increíble, pero no es así. El incremento de un grado centígrado en la temperatura media de la Tierra supone un aumento de la temperatura media de las regiones polares de unos 3 o 4 grados.

En términos generales, recordemos que los cambios experimentados sobre el clima y el medio ambiente en el que vive el hombre suelen ser fenómenos a los que no es posible poner remedio, al menos en un breve espacio de tiempo. En el caso del anhídrido carbónico contenido en la atmósfera, existe el inconveniente de la inercia térmica de los océanos, que provoca un retraso de alrededor de veinte años en la “respuesta” a la concentración de CO2 en la atmósfera. En otras palabras, una desgracia producida en un momento determinado no se pondría en evidencia hasta 20 años después.

En resumen, el mundo en que vivimos es fruto de toda una serie de equilibrios alcanzados con dificultad en el curso de millones de años. Violentar estos equilibrios podría tener consecuencias desastrosas y, tal vez, irreparables.


Un saludo
Víctor









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Amon_Ra

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Perdon Esceptico: Conozco el Maresme por haber vivido 3 años en Masnou Ocata y es cierto que el sector de la flor es lo que prima aunque el vino de Aleya espero que se siga haciendo.
Pues considero esa zona mi segundo pais de origen.
Pero no veo que nombres el flujo de alimentacion que entra de el exterior las importaciones de patatas de Irlanda y centro europa son cantidades inmensas los trigos duros que vienen de Italia en materia prima u elaborada los barcos cerealeros que descargan el maiz y la soja de Sudamerica que es la alimentacion basica de nuestro ganado son miles de toneladas.
La globalizacion no solo es de dvd chinos aunque seguimos siendo alguien en agricultura
.España no es el maresme que por cierto es precioso.



La energia mas limpia es la que no se usa

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Víctor

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Según Escéptico:
No todo el aumento de productividad agraria se debe a un uso intensivo de pesticidas y nutrientes, por ejemplo, sino a técnicas mejoradas de cultivo.

Aunque la población española ha crecido en algunos millones de habitantes desde el año 82, la superficie cultivada se ha reducido ¿¡!?. ¿Cómo casa eso entre las conclusiones del artículo?


Ejemplos que explican el por qué:
¡enlace erróneo!
Agriculture and Food — Agricultural Inputs: Fertilizer use intensity. Units: Kilograms per Hectare

(columnas años 2.001 y 1.982)
China 227.6 162.0
India 102.1 34.8
Spain 122.3 72.5

España, por ejemplo, ha disminuído su superficie cultivada desde 15,5 M de Ha. hasta 13,4 M de Ha., un 13% menos, pero ha aumentado en un 70% la cantidad de fertilizantes por hectárea. Esto significa que en España por cada 1% de tierra fértil urbanizada o inutilizada para el cultivo, necesitamos un 5% más de fertilizantes para aumentar la producción en la tierra fértil que nos queda (¿es esto positivo ante unos fertilizantes tan dependientes de los combustibles fósiles?). Lo mismo podría decirse de China e India. En estos dos casos la población ha aumentado bastante, pero los terrenos cultivables, en el caso de India, han descendido de 163 M de Ha. a 161 M de Ha. y en el de China han aumentado de 97,7 M de Ha. a 143,6 M de Ha., un incremento de casi un 50% (habría que ver a costa de qué). En el caso indio, aumentan un 200% el uso de fertilizantes, lo que equivale a un uso muy intensivo del suelo. El caso chino requiere más fertilizantes, un 20%, al haber más terreno cultivable pero la intensidad es menor. Pero cualquiera sabe que China incrementará el uso de fertilizantes al no poder aumentar ya más sus hectáreas cultivadas y tener que alimentar a muchas más personas en el futuro. Un futuro con fertilizantes más caros y escasos.

Todo ello ha sucedido en 20 años.

Lo que dicen los autores del libro recuerdo se escribió hace 24 años siendo muy fácil criticar ahora. Pese a ello, se está cumpliendo lo siguiente para el mundo (no para una pequeña comarca determinada): hay menos terrenos fértiles, más población y más uso intensivo de los terrenos que quedan mediante el uso de más productos químicos procedentes de más combustibles fósiles agotables.

Según Escéptico:

Esos lodos, y esa basura orgánica compostada son un excelente ingrediente para el abono.
Y no hablo ni una pizca de la ingeniería genética.

A mí me parece que el artículo está basado en unos números tratados de forma muy inocente.

La inocencia no sirviría para escribir un libro sobre lo que le espera al planeta de seguir así. Las previsiones estaban hechas a 50 años vista, hasta el 2.030. De todas maneras, ¿podríamos indicar si esa tecnología de las depuradoras que tenemos cerca de nuestra población (población europea y moderna) está también disponible en las cloacas y vertederos de las cientos de ciudades del tercer mundo cada vez más superpobladas y que ya duplican en población a las más grandes de Europa? ¿hay depuradoras que aprovechan los lodos fértiles en el curso de los grandes ríos y más abajo de las grandes presas que hay en países en desarrollo? El libro habla del mundo, no habla de unos países modernos, por si a alguien se le había escapado.

Según Escéptico:

Cuando habla del platino. Es cierto que es un catalizador importante. Pero una de las características de un catalizador es que éste no interviene de forma activa en la reacción. Es decir, que el catalizador permanece ahí, y se puede recuperar al final de su vida útil. No desaparece.

Entonces, resultaría entretenido comentar el por qué de su encarecimiento.

El ejemplo de la cabaña: por suerte o desgracia hoy día el cemento y los viales colapsan los usos agrícolas del terreno, de tal manera que ya no es útil para labrar a no ser que se emplee una enorme energía en sacar y trasladar a la población de lugar, demoler pisos, allanar y hacer fértil de nuevo el suelo. Se llama "entropía versátil": el problema es la fabulosa, la gran cantidad de energía empleada que aumentará aún más la entropía del medio. Así que en cuanto a "consumo" de terreno y platino "reciclado", por un lado tenemos un terreno perdido para la agricultura y por otro un platino que se encarecería más aún si consumimos más energía para adecuar el terreno, agotando más las reservas fósiles y haciendo aumentar los precios generales aún más.

Si no se sabe ver la sorprendente coincidencia de las previsiones con la actualidad es que realmente lo que suceda de aquí al 2.030 (límite teórico de las previsiones) tampoco será visto por muchos hasta que ya sea demasiado tarde.

Un saludo
Víctor









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EL SEGUNDO PLANETA
Humberto Columbo y Giuseppe Turani. 1.982

Extracto 06 – Págs. 98-100

La energía desdichadamente está destinada a convertirse en aún más decisiva en el futuro y por un hecho muy simple: mientras el planeta se encuentra frente a la perspectiva de una duplicación de su propia población en muy poco tiempo, la principal reservas energética del hombre (el petróleo) es cada vez más escasa. Si a esto se añade que en los años venideros se necesitará mucha energía incluso para usos que hoy en día requieren poca (como la “fabricación” del agua y la agricultura) se tendrá una primera idea de la gravedad del problema.

No estará de más tener presente en todo momento que el alcanzar o al menos “atravesar” los próximos cincuenta años depende en gran parte de la energía: si el hombre dispusiera de ella en cantidad suficiente, en los lugares oportunos y el momento justo, la tarea de “hacer sitio” a otros cuatro mil millones de personas podría llegar a ser posible. En caso contrario, una catástrofe de dimensiones mundiales es bastante más probable (o mejor dicho, segura) de cuanto pueda pensarse.

Casi la mitad de la energía consumida en la Tierra proviene directamente del petróleo, cuyo consumo anual es de unos 3.000 millones de toneladas (1). Si se divide el consumo total de energía por el número de habitantes, se llega a la conclusión de que hoy cada habitante consume alrededor de 1 tonelada y media “equivalente” de petróleo (tep) (2). En realidad es una media muy relativa. Si se estudian los datos por países, se contrata que China, donde viven alrededor de mil millones de personas, consume 0,62 teps al año por habitante poco más de un tercio de la media mundial (3). Los habitantes de los EE.UU. consumen a su vez 8,3 teps al año, casi seis veces la media mundial y catorce veces más que el chino medio (4).

Esta curiosa estadística es, por muchas razones, el centro del problema. Para darse cuenta de ello bastará con prestar atención a otro dato: de los cerca de doscientos países existentes en el mundo, sólo una treintena tienen consumos energéticos superiores (o muy superiores) a la media. Es evidente que el consumo de energía esté destinado a crecer por la sencilla razón de que los países más pobres tenderán a aumentar su consumo de energía, mientras que los más ricos difícilmente aceptarán estar por debajo de la cuota actual. Todo lo más pueden intentar no consumir aún más (cosa que han hecho constantemente), pero la idea de que puedan empezar a reducir el consumo es bastante ilusoria. Pueden, pero esto es otro cantar, “derrochar” menos energía, esto sí. Pero en ese caso la cuota ahorrada acabará por ser dirigida hacia cualquier otro uso.

Por otro lado, no debe olvidarse que en el curso de cincuenta años la población mundial está destinada a duplicarse, sobre todo a causa del crecimiento que se experimentará en los países más pobres, lo que requerirá nuevamente una mayor disponibilidad de energía. Por eso, cuando se oye decir que el problema de la energía puede ser resuelto (o al menos afrontado de manera concreta y efectiva) por medio del ahorro, hay que prestar mucha atención. Dentro de cincuenta años habrá en el mundo ocho mil millones de almas: mil millones y medio vivirá en los países que tienen y consumen mucha energía en la actualidad, pero los restantes seis mil millones y medio vivirán en países que no pueden ahorrar energía porque consumen mucha menos de la que necesitarían para organizar su vida dignamente. En pocas palabras, el ahorro puede ser un camino (aunque modesto) para los países ricos, pero sin duda no para los más pobres, que son la mayoría y son, además, los que en los próximos años crecerán más.

La cuestión de la energía, por consiguiente, se resuelve produciendo más energía. De qué manera y con qué tecnología se verá más adelante. Pero conviene tener presente, desde ahora mismo, esta elemental verdad.


(1) 2.004: 3.800 millones de toneladas, BP Statistical Review June 2005
(2) 1.982: 6.580 tep; 2.004: 10.224 tep (+55%), BP Statistical Review June 2005; consumo habitante mundial, 1.982 (4.000 Mill. Hab.): 1,64 teps; 2.004 (6.400 Mill. Hab.): 1,59 teps
(3) 2.004 (1.300 Mill. Hab.): 1 tep, BP Statistical Review June 2005, casi 2/3 de la media mundial
(4) EE.UU.: 1.982 (236 Mill. Hab.): 8,3 teps; 2.004 (297 Mill. Hab.): 7,8 teps, BP Statistical Review June 2005; consumo habitante EEUU 2.004: 5 veces la media mundial, 8 veces más que el chino medio

Un saludo
Víctor










Sistemas más complejos, mayor flujo de energía

Estado: desconectado

EdgarMex

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Saludos Victor:

Gracias por el aporte del material.

No he podido darle continuidad al este foro, así que tendré mucha tarea en estos días para leer los extractos que brindas.

La verdad que el primer texto que escribiste, es digno de publicarse, si es que nos lo permites.

Saludos y un abrazo

Edgar Ocampo



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