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Comments for Inflación, petróleo y dinero en tiempos de crisis (I)

Inflación, petróleo y dinero en tiempos de crisis (I) | 18 comentarios | Crea una cuenta nueva

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Inflación, petróleo y dinero en tiempos de crisis (I)

Escrito por: petro sobre Sábado, 04 Marzo 2006 @ 22:59 CET

Enhorabuena physis por tu analisis.
Ya comente en un hilo que el dinero antes era mercancia, y por lo tanto un bien real. Y el fin basico del dinero era el intercambio.
Pero con el tiempo paso a ser un instrumento para la acumulacion de riqueza, y mas adelante un medio para ganar mas dinero a traves del prestamo con interes.
En principio los cristianos condenaban el prestamo con interes, igual que actualmente lo hacen los musulmanes. Pero luego vinieron los calvinistas y los luteranos que copiaron las costumbres judias.
Los catolicos fueron cediendo, y llegaron a considerarlo licito dentro de unos limites, al considerarlo como si se tratase del arredamiento de un bien.
En cuanto al papel moneda, realmente es humo, pero un humo necesario en el sentido de que actualmente no habria nada que yo sepa, que pudiera sutituir al dinero para realizar la cantidad de intercambios que se hacen en la actualidad. No habria oro ni plata suficiente para tanto movimiento.
Del dolar te diria, que si bien antes era el yuan el que se apoyaba en el dolar al tener un cambio fijo, ahora yo lo veo al reves: es el dolar (y otras monedas ahora, despues de la diversificacion) el que se apoya en el yuan. Hasta que los chinos quieran, claro.
Tambien esta el famoso dinar de oro de los malayos, que al parecer se esta poniendo de moda para los intercambios entre los musulmanes. A mi me parece muy bien, es una manera de hundir la moneda del enemigo, pero si se tuviese que generalizar no habria oro en el mundo para tanta transaccion.
Si hubiese alguna manera de ligar la moneda a bienes reales seria lo ideal. En su dia ya sugeri que se podria vincular la moneda a una "cesta" de mercancias, porque con una solo no seria posible.
En fin que si, que el dinero es humo pero que tenemos que pasar por el aro porque de momento no hay otra cosa. Yo intento defenderme con la permuta cuando es posible.
Saludos

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Socio Fundador del FAPE(a)

Inflación, petróleo y dinero en tiempos de crisis (I)

Escrito por: petro sobre Domingo, 05 Marzo 2006 @ 13:23 CET

Creo PPP, que el origen del dolar es el peso de plata español, las cinco pesetas, que durante muchos años fue una moneda de plata del mismo peso y tamaño. Esto fue hasta la segunda republica, aunque los republicanos llegaron a hacer monedas de una peseta de plata. Luego vino lo del oro del Moscu y otras historias que no vienen al caso.
Segun he leido en algun sitio, el simbolo del dolar viene de las dos columnas del escudo de España y la banda en forma de S que las rodeaba.
Saludos

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Socio Fundador del FAPE(a)

Inflación, petróleo y dinero en tiempos de crisis (I)

Escrito por: PPP sobre Domingo, 05 Marzo 2006 @ 16:57 CET

Estimado Physis:

Permíteme que te felicite por el artículo, que abre muchos ojos y explica muchas cosas. Aunque no practico esa religión, me permitiré aportar modestamente una visión algo desenfadada sobre el mismo tema y con el simple propósito de contribuir con otro granito de arena a esta confusión de las lenguas que tenemos con el dinero y la economía moderna.

OTRA CREACIÓN

Primero fue el trueque, por el que se intercambiaban bienes, cuya procura costaba esfuerzos humanos similares. Es decir, trabajo humano; es decir, en el fondo, intercambios bastante iguales de energía. La referencia original para medir el valor de las cosas intercambiables en el truque, era básicamente el tiempo que llevaba a un ser humano hacer algo. Si un alfarero hacía una olla de barro en tres horas y un agricultor criaba un pollo en tres horas, el intercambio lógico era de una olla por un pollo. Las diferencias, si eran muy grandes e injustas en el trueque, terminaban por verificarse de forma inmediata, en las sociedades pequeñas y rurales, porque uno se extinguía y el otro engordaba...y se acababa el posible intercambio a largo plazo. Así pues, era más bien la energía puesta por el hombre para transformar la naturaleza y dotarse de bienes elaborados, el principal valor de referencia Fin del primer día.

El oro, cuya obtención, aún en pequeñas cantidades, representaba un gran esfuerzo humano, vino a hacer posible, por su intermedio, cambios más voluminosos y se convirtió en patrón de medida de esfuerzo humano, especialmente concentrado y por tanto en objeto de cambio potente. El esfuerzo humano para encontrar y dar forma a unos pocos gramos de oro, que era un metal bastante inalterable y muy maleable, era tan grande que podía equivaler al esfuerzo de criar una vaca entera. Por tanto, se podía ir a un mercado con unos gramos de oro y traerse a casa un rebaño de vacas. Servía además para condensar cualquier otro tipo de bien o servicio grande en la palma de una mano. Un puñado de oro y se podía poner a cientos de hombres a hacer una presa para desviarla a una forja y hacer con el salto un martillo pilón. Poco oro equivalía a mucho esfuerzo, pero seguía siendo esfuerzo humano concentrado, energía concentrada. Fue la invención de la moneda, agilizadora y potenciadora de intercambios antes difíciles, y fue el fin del segundo día.

Creóse el papel moneda, que representaba oro, que a su vez, seguía representando esfuerzo humano, energía concentrada. Todo era mensurable y biunívoco, con aquellos patrones y por aquel entonces, cuando el portador podía transmutar papel en oro y poner con él, a su disposición, esfuerzos humanos, hasta ingentes, si ello era necesario. Un papel podía decir que representaba toneladas de oro y eso, a su vez, suponía muchos millones de horas de esfuerzos humanos de todo tipo; una forma de concentrar y representar el esfuerzo humano y su valor equivalente, nunca vista antes. El papel moneda fue posible ya por un acto de fe. Primer acto de fe. El oro había que verlo, palparlo y morderlo. El papel exigía fe. El depositario, tenía que ser persona solvente y reconocida en toda la comunidad donde ese papel se podía intercambiar. Si ese gobernador, rey o personaje decía que ante la presentación de ese papel devolvería lo que decía que representaba en oro al portador del mismo, es que era así (¡tiempos en que la palabra dada era importante!) y ese oro tenía que existir en algún depósito reconocido y respetado. Ya solo era posible en sociedades bastante organizadas y estables y con unos mínimos de honestidad. Aunque no se pudiese evitar que aparecieran las primeras sombras de dudas, junto con el enorme potencial de concentración de valor en un papel, con una inscripción y la firma de un notable. Porque el papel se podía romper, perder o robar con facilidad. En las primeras sociedades con papel moneda, las chinas, según atestigua Marco Polo, el robo podía ser incluso más difícil que el de algo de oro, pues los grandes poseedores eran siempre reconocidos y los ladrones, generalmente también. A medida que las sociedades se expandieron y se universalizaron (globalizaron, diría hoy Marco Polo), las dudas y las sombras que esta representación chinesca arrojaba, se agrandaron. El depositario, por otra parte, pudo observar que las pérdidas de papel suponían un exceso de reservas que jamás serían recuperadas y que se quedaban en sus arcas y ello aumentó la tentación de utilizarlas en provecho propio. Fin del tercer día.

La ingeniería financiera empezó a desconectar, a partir de Breton Woods, los cables que, siempre a través del oro, conducían inexorablemente al esfuerzo humano, como medida final del valor de las cosas y los fue conectando con los diversos papeles moneda. Se fundieron muchos plomos, bastantes oros y todas las añejas referencias al esfuerzo humano. La aguja quedó varada, con el norte apuntando en dirección FMI; esto es, al Norte. Algunos desconfiados, como Charles de Gaulle, siguieron pidiendo a Fort Knox durante un tiempo, que les diesen en oro el equivalente de lo que decía el papel, pero la suerte estaba echada. Fin del cuarto día.

En 1971, el presidente de la nación garante de que todo el oro del mundo valía a 35 US$ la onza o 35 papeles verdes de los que pone 1 US$ con la leyenda “In God We Trust” (Confiamos en Dios), al que algunos perversos añadían la coletilla de: “all others pay cash” (todos los demás, en efectivo), llamado Richard Nixon y conocido en ambientes populares como Dicky the Tricky (Ricardito el Mentiroso), declara oficial y finalmente extinta y firma el certificado de defunción de la relación a piñón fijo entre el papel verde y el oro en algún depósito, que para aquellos momentos era un muerto que incluso olía mal y a partir de ese momento, comienza una loca y descontrolada carrera hacia ninguna parte. Fin del quinto día.

Al grito de “¡Capitalistas del mundo, uníos !”, el Dólar alcanza y cubre al Euro; años después, es el euro el que cubre al dólar y lo sobrepasa y de tan singular y extraña coyunda, y de tan raro “tanto monta, monta tanto”, los distintos papeles moneda que en el mundo son, devienen en papeles mojados. Esos tiempos coinciden con una visión de que la energía que explotábamos sin límites, la denominada por muchos geólogos, tan acertadamente, "sangre de los dinosaurios", comienza a dar signos de fatiga. Esa energía que tan alegremente había arrumbado el modesto y fácilmente medible esfuerzo del alfarero que hacía una olla y el del pollero que criaba un pollo, por el de la facilidad de mover una pala gigante de una excavadora, capaz de sacar de un solo bocado treinta toneladas de roca y tierra, con un simple movimiento de “joystick”, empieza a mostrar falencias en los cansados glóbulos negros. Un principio de rechazo a esa sangre de dinosaurio que nos habíamos inyectado en vena. Otro Rh y resultó ser incompatible. El sumo sacerdote de estas entelequias, un tal Greenspan, termina poniendo su cansado cuerpo a buen recaudo y aparecen los primeros díscolos que quieren salir de un US$, porque ya no confían ni en el Dios que cita el billete. Le sucedió a un tal Sadam Husein y aunque el pobre hombre pena ahora tras unos barrotes similares a los de las cámaras de un Fort Knox, que podría estar más vacías que el alma de muchos de sus dirigentes, ello no ha impedido que otros líderes de provincias se estén lanzando también a buscar nuevos equilibrios en los intercambios. Buscan algo que no sea una ley del embudo y tratan de inventar nuevas bolsas y nuevos portadores de valores. Si el hombre era portador de valores eternos para un tal José Antonio y el dólar portador de equivalentes de esfuerzo humano, parece que muchos de los valores del primero, del hombre, ya no son eternos y los valores del dólar, son incluso más inciertos aún. Pasamos a épocas de zozobra, en los que se impone a sangre y fuego fundamentalista un nuevo Monoteismo Monetarista Mundial (MMM), que coloca a diversos becerros, sean $$ o €€, en todos los altares globales y plásticos de la Tierra. A ese nuevo dios, que es único, aunque vaya vestido en las distintas procesiones, de nazareno $$ o de €€ del Gran Poder, el valor de cambio se le supone, conforme a lo que el Sanedrín del G7 propone -junto con una Rusia debidamente convertida a esa nueva religión, como casi llega a pronosticar Sor Lucía-, y el Procurador General, vulgo Secretario de la Reserva Federal de los EE.UU., dispone. Fin del sexto día.

Y en un mundo como éste, en el que el trabajo pasó de ser castigo divino a bendición humana, por lo devaluado que había quedado, amén de lo poco que iba pintando, a la hora de fijar el valor de las cosas que él mismo generaba, no quedó nunca más lugar para el descanso: ni el del sexto día que los obreros habían ganado tras arduas y penosas luchas, ni aún el del séptimo día, que hasta el Creador se concedió, cuando dio origen a los tiempos. Los pocos seres que aún podían, dieron en trabajar ininterrumpidamente, sin orden ni concierto y por tanto, en pecar gravemente contra el tercer mandamiento, aquel de honrar las fiestas, tan en el olvido, que es, indudablemente, mucho más imperdonable, aburrido y estúpido que pecar, por ejemplo, contra el sexto. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, hoy séptimo día, domingo 5 de marzo de 2006.

Saludos

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