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Texas y Olduvai

  • Sábado, 20 Febrero 2021 @ 14:17 CET
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Texas y Olduvai

En el año 1989, Richard Duncan –un ingeniero eléctrico– propuso su ya famosa "teoría de Olduvai" (ver Olduvai theory). Según esta hipótesis (recordemos que en ciencia la diferencia entre hipótesis y teoría es importante; hipótesis es una explicación sugerida para un fenómeno observable o la predicción razonada de una posible correlación causal existente entre varios fenómenos, mientras que una teoría es una explicación probada y justificada mediante una serie de hechos comprobados y verificados), la actual civilización humana de los países "ricos" (la basada en el BAU o "crecer-crecer") se extendería desde 1935 hasta aproximadamente 2025 (ver Figura 1)

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Figura 1. Gráfico de la "Teoría de Olduvai" extraído de Olduvai theory. Puede apreciarse como la pendiente de subida en el lado derecho de la gráfica asciende de manera ligeramente más suave que en la parte izquierda (siguiendo el esquema propuesto por Ugo Bardi en su artículo sobre el "efecto Séneca" (ver aquí y Fig. 2)

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Figura 2. Esquema sobre el "Efecto Séneca", extraído de The Seneca effect: why decline is faster than growth.

Si bien en principio se trataba de una hipótesis, si nos atenemos a los últimos datos (ver El legado de Santa Bárbara y Europe could face oil shortage in a decade, study warns) parece que puede que se cumpla a finales de esta década si la transición energética hacia las energías renovables junto con un decrecimiento planificado y ordenado no lo impiden.

Realizo esta introducción para pasar a referirme a tres noticias que nos hablan de las dificultades que está pasando el estado de Texas, y otros del sur de los USA, frente a la ola de frio polar que les esta afectando (ver Texas muestra el declive de EE.UU. con su gran apagón, Millones de personas en Texas se quedan ahora sin agua tras los apagones por la tormenta de nieve y Una ola de frío polar congela Estados Unidos)

Dicha ola de frío polar se debe a un desplazamiento del vórtex polar (ver «La vague de froid aux Etats-Unis s'explique par un déplacement du vortex polaire» y Un año sin verano), que está impulsando una masa de aire frío a través de los Estados Unidos. Asociados a esta entrada de aire polar se han registrado temperaturas extremadamente bajas, nevadas intensas, tornados, inundaciones por abundantes precipitaciones así como por rotura de conducciones de agua al congelarse, apagones por disfunción del sistema eléctrico, accidentes de tránsito por placas de hielo, y desafortunadamente pérdida de vidas humanas (más de 20 ya contabilizadas) por hipotermia y otros accidentes derivados de estas condiciones atmosféricas (por riesgo atmosférico). La situación, como es obvio, es peor en aquellos estados useños no acostumbrados a situaciones de frío como es el caso de Texas (ver Figs 3, 4 y 5)

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Figura 3. Imagen extraída de NOAA Satellite Images Show Major Flooding Along Rivers in the Southeast U.S., en la cual pueden apreciarse las precipitaciones del mes de febrero en los USA. En rojo los valores más altos y en azul los más bajos.

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Figura 4. Imagen extraída de Record February warmth in the eastern United States en la que podemos apreciar las temperaturas de este mes de Febrero en los USA. En azul los valores más bajos y en rojo los más altos.

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Figura 5. Mapa de los Estados Unidos en el que pueden observarse los diferentes estados que constituyen la federación y su ubicación (para comparar y superponer con las figuras 3 y 4, imagen extraída de Mapa de Estados Unidos.

La relación entre Olduvai y las noticias referidas, al menos para mí, es la necesidad de reflexionar sobre lo que se nos viene encima y lo que hay que hacer ante ello. Ya he comentado en otro artículo expuesto hace tiempo en esta web (ver La triple crisis) que nuestro mundo se enfrenta a más de una crisis a la vez. Crisis que se realimentan e interactúan de manera que muchos de los efectos de cada una se amplifican o se atenúan en función de las circunstancias de cada momento. Crisis en las que la intervención humana no deja lugar a dudas.

En el caso de Texas (así como del centro y otros estados del sur de USA), el no estar habituados a situaciones como las mencionadas podría servir de excusa. De hecho, y a modo de ejemplo, cuando se diseña una estructura de ingeniería civil –p.e. una conducción de evacuación de aguas residuales– se hace calculando la máxima capacidad de fluidos que deberá descargar asumiendo el máximo teórico posible y añadiendo un plus como medida de seguridad extra. Máximo que se calcula mediante el registro histórico de la zona, extrapolando cada cuantos años debería producirse esa máxima descarga. El problema se produce cuando las condiciones varían de tal manera que ya es imposible prever cada cuantos años va a suceder esa máxima descarga y en que cuantía (que valor va a tener).

Pues bien, eso es lo que está pasando cada vez con mayor frecuencia. En la gestión de riesgos recordemos que la predicción es muy difícil, por no decir imposible, ya que no sabemos –en la mayoría de casos– cuando se va a producir (la fecha y la hora) un determinado fenómeno geológico. De este modo en dicha gestión la previsión es lo más importante. Prevenir significa prever, es decir ver algo con antelación. Anticiparse a lo que va o puede suceder y actuar de manera que se puedan evitar la mayor parte posible de las consecuencias del fenómeno que puede acontecer.

No podemos ya evitar ni el cambio climático, ni la crisis energética derivada del agotamiento del petróleo (y por ende de los combustibles fósiles cuya extracción depende de éste –véase minería y otras actividades extractivas– como son el carbón, el gas y el uranio, amén del agotamiento de los mismos por su uso masivo y cada vez creciente), ni la crisis económica asociada a ellos (que la COVID-19 tan solo ha acelerado). Pero podemos prever. Podemos anticiparnos a los diferentes escenarios posibles y tratar de disminuir los riesgos asociados (y nuestros impactos; aquí debo hacer referencia a que por impacto se entiende la acción humana sobre el ecosistema GAIA y por riesgo la acción de GAIA sobre el ámbito humano).

Pero para ello hay que tener claro que lo dicho no es un "probablemente pueda" sino un "ya sucede". El cambio climático ya está aquí y cada vez irá a peor sino se hace nada. El agotamiento del petróleo ya es un hecho. La crisis económica ya lleva años con nosotros y de no hacer nada se irá agravando.

Y hay que tener estas ideas claras porque para iniciar una transición de lo que sea, hay que saber de donde se parte y hacia donde se quiere ir. NO estamos hablando pues de políticas –si de políticas, de acciones que deben tomarse en grupo (aquí podríamos iniciar una discusión sobre el modelo de futuro... si ecosocialista o ecofascista, aunque como puede deducirse de la expresión toma de decisión en grupo me decanto por el ecosocialismo)– a corto plazo sino a medio-largo plazo. Políticas que no son las actuales y que exigen una reflexión serena y en la que han de participar muchas personas de diferentes ámbitos o especialidades. Políticas que han de servir para que las futuras generaciones puedan tener una oportunidad ante lo que se avecina.

Mucho se habla de la transición energética hacia las energías renovables, deseable desde todos los puntos de vista pero que plantea una serie de límites que hay que tener en cuenta (ver Tempus fugit! y Otra transición ecológica es posible). Y es que esta transición supone un uso masivo de recursos no renovables, de la asunción de que éstas energías no van a poder "llenar" todo nuestro consumo energético actual (tan sólo entre un 30-40%), y que hay que tener en cuenta que ni deben estar centralizadas y que además deben ser compatibles con el medio ambiente. También hay que tener en cuenta el tiempo de la transición que debe ser lo más rápido posible. Todo ello implica un cambio en la economía actual, un cambio real. El modelo BAU (Bussiness as Usual), basado en el crecimiento continuo (crecer-crecer), ya no se puede mantener si queremos tener un futuro en el que las tres crisis mencionadas no acaben con nuestra especie (y con otras de paso, cosa que ya sucede en esta era denominada por nuestra acción "el Antropoceno" (ver Antropoceno). Y este cambio tiene implicaciones muy profundas. Implicaciones que no tan solo implican la adopción de un decrecimiento (que ya está sucediendo) planificado (mejor que el no planificado al estilo mama naturaleza... que implica la desaparición de toda especie que haya ultrapasado el límite de sustentación y que conllevaría la muerte de muchas personas), sino también vencer las resistencias de este sistema actual donde unos pocos se benefician de unos muchos y adoptar claramente políticas de redistribución de recursos. Recursos que en general, tanto los renovables como los no renovables, son cada vez más escasos debido a este crecimiento ilimitado (el modelo "Buzz Lightyear" o hasta el infinito y más allá de Toy Story) y la polución asociada –y por ende la degradación de los ecosistemas– cada vez mayor.

Respecto al cambio climático, ya existente y con posibilidades reales de ser cada vez más intenso, hay que actuar también ya. NO hay más tiempo, ha de ser ahora. Si no lo hacemos la crisis económica que arrastrábamos –acelerada por la COVID-19– se tornará cada vez más y más importante debido al desvio masivo de dinero para paliar los efectos adversos de los riesgos climáticos (daños en el litoral, inundaciones catastróficas, sequías prolongadas, llegada de especies invasoras portadoras de enfermedades, pérdida de biodiversidad... etc). Dinero que también se necesita para otras actividades (sanidad y educación entre ellas).

El ejemplo de Texas y el de la COVID-19, debiera servir para que la humanidad reflexione sobre los límites a los que estamos expuestos. En el caso de Texas para ver que el suministro de bienes esenciales (agua, alimentos, electricidad) es en la mayoría de países susceptible de interrumpirse en poco tiempo con las consecuencias que tiene para una sociedad donde TODO esta interconectado (como en cualquier ecosistema) y para lo que no tiene un plan B efectivo en un corto espacio de tiempo. Con la COVID-19 lo hemos podido comprobar cuando las actividades esenciales (que alguien me defina que no es esencial en esta sociedad hiperconectada entre sí) se han visto afectadas y cuando se ha necesitado material adicional para determinadas actividades (mascarillas, gel...).

No quiero añadir más leña al fuego pero si alguno ha entrado en un hospital, sobretodo en una UCI, habrá podido observar la cantidad de energía que se requiere y la cantidad de plástico y derivados del petróleo que se consumen (entre ellos también, sí, medicamentos)...

Por tanto, y como final a este un poco largo artículo, debemos reflexionar, imaginar y actuar ya sobre las tres crisis mencionadas teniendo en cuenta que están entrelazadas entre sí y que el tiempo que tenemos es breve. En realidad se debía haber actuado desde ayer... asumiendo que para este tipo de actuación no podemos ir de lo mayor (Estado) a lo menor (municipios, aldeas), sino justamente a lo contrario. Empezar implementando todas las acciones posibles desde lo menor (municipio, pueblo, aldea) hacia lo mayor (Estado). Y en este caso, la actuación de las administraciones (locales, estatales) ha de ser la de actuar como enzimas, como factores de aceleración del proceso favoreciendo contactos y acciones encaminadas a la consecución de una mayor resiliencia y sostenibilidad.

"En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento" (A. Einstein).