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La esperanza ahogada

  • Viernes, 16 Octubre 2009 @ 14:12 CEST
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Artículos La recuperación trae un esperado fenómeno. De nuevo el precio del petróleo asciende, en Estados Unidos se recoge la noticia de forma positiva, las bolsas ascienden.

En España el vértigo socialista ante las cuentas del estado les lleva al “plan pánico” de subir los impuestos indirectos para aumentar la recaudación a toda costa.

Dos fenómenos que se encontrarán el próximo año cuando la ondulante subida del petróleo destruya positivas expectativas y la subida de impuestos se implemente en España.

Es sorprendente la necesidad de las bolsas internaciones de una nueva burbuja. Algo con lo que apostar y sacarle tajada, los analistas de mercado ya llevan años pendientes de los energéticos, ante una expectativa solida de recuperación económica se prevé un incremento en el consumo de petróleo y por tanto movimientos especulativos en el mercado de los energéticos, que ejerce una perniciosa atracción de los capitales ociosos a la espera de un nuevo juego para apostar.

No se entiende que en el estado actual de los flujos internos y externos de capitales no se puede asumir un incremento de los costos productivos de base.

En España se ha cometido un grave error con el “plan pánico”, el balance presupuestario está totalmente descompensado y los socialistas, tras la marcha de Solbes, han sacado el manual de acciones ante el pánico de los economistas conservadores. Ponen en práctica la más “segura” de las opciones ante una bajada drástica de la recaudación: subir los impuestos indirectos. Este fallo traerá cola, a finales del 2008 se cometió el error de poner un “dragón” en el mercado bursátil de miles de millones consumiendo las reservas de liquidez del estado, recuérdese el comentario de Solbes de principios de 2009 cuando afirmaba que el margen de maniobra se había agotado. El efecto dragón merece ser comentado por las consecuencias para el próximo año. Un dragón es una figura en la jerga de inversor, las figuras que se emplean para los valores son las de icebergs con volúmenes en los que se van posando pingüinos, representando al pequeño inversor, lo que hace que el volumen del iceberg aumente. Existe la figura del tigre que representa a los grandes inversores, que se comportan saltando sobre un valor aumentando muchísimo su volumen y que espera a que el iceberg salte y se ponga más alto de cuando llegó y saltar a un nuevo iceberg, y la del dragón que representa los más grandes movimientos de capitales, en general realizados por estados. El dragón llega para quedarse, se añade al valor en corto plazo, aumenta el volumen del iceberg sumándose, va comiéndose todas las ofertas de venta sobre valor hasta alcanzar la valoración pretendida, y que los pingüinos y tigres trabajen en una altura por encima de la real. Los índices suben, el optimismo vuelve, y los ánimos se calman. Lo malo de los dragones es cuando se van, lo que implica una bajada de las transacciones al nivel real, y se volvería a la intranquilidad.

Es interesante esta forma de atarse las manos que se puso en práctica, tal vez por una carencia de ideas para afrontar el problema subyacente de los energéticos. Ahora viene el pánico y se realiza una gran subida de los impuestos sobre el tabaco y el alcohol, más tarde se plantea una subida inmediata de impuestos indirectos disfrazados de subida de directos a la clase alta, luego se frena ante su imposible asimilación política, y se le da una plazo, que se cumplirá sí, o sí, ante el espejismo de una futura recuperación de la economía, en un país que sus principales industrias son la construcción residencial, automoción, y el turismo. Que han caído un 30% en el último año.

Es tremendo. De aquí hasta que se aplique la subida de impuestos la economía sumergida se multiplicará y el estado sufrirá gravísimas angustias, de hecho ya las sufre, para equilibrar las cuentas, una nueva dinámica de corruptelas de variopinto signo, y un ambiente nada bueno para coordinar ninguna política positiva para acometer una solución al problema subyacente.

La consecuencia más grave del problema subyacente, que es la descomposición social, puede iniciarse a mediados del próximo año en España. Con cifras de paro del 20%, salarios de supervivencia por la pérdida de derechos laborales, alta economía sumergida, y gran corrupción política. Todos estamos en el mismo barco. Hay que impedir el sumergimiento de la economía con una política fiscal, o la expectativa de una política fiscal, que se dirija en rumbo contrario si esa mejora económica no se produce.