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Razones para el desplome de los precios de la fotovoltaica

  • Martes, 15 Septiembre 2009 @ 12:30 CEST
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Artículos

El periódico español de carácter económico Cinco Días publicó el pasado 14 de agosto un artículo sobre la situación de las placas solares fotovoltaicas titulado “El precio de las placas solares en el mundo se desploma por la ley española”. El artículo ha llamado nuestra atención y por su interés público lo reproducimos aquí con los comentarios que intercalamos en cursiva en el artículo, con objeto de ofrecer una visión complementaria a la de la periodista sobre los hechos citados.

El nuevo mercado fotovoltaico
En un año, los fabricantes de módulos fotovoltaicos han reducido sus precios entre un 30% y un 50%. La regulación española, aprobada el pasado septiembre, ha reducido y racionalizado el mercado de esta energía, que crecía a un ritmo del 130% en el mundo. El exceso de oferta de componentes desata la guerra.

Noemi Navas - Madrid - 14/08/2009

El propio titular ya parece bastante sorprendente. Al parecer, un solo país, España, ha conseguido, con sus decretos sobre la política de Régimen Especial y de sus primas a la producción eléctrica de origen fotovoltaico, desplomar el precio mundial de las placas solares fotovoltaicas.

Independientemente de lo bien o mal que lo haya hecho un solo gobierno cuya población representa el 0,7% de la población mundial y algo así como el 1% del PIB mundial, parece que hay algo que rechina en tan tajante aseveración, que asegura que todos los fabricantes de TODO el mundo han visto desplomar los precios que se supone esperaban conseguir cuando se embarcaron en importantes inversiones de maquinaria y tecnología para la fabricación y la venta y distribución de esos módulos.

Seguramente, habrá también una gran parte de la responsabilidad de este desplome en las falsas expectativas de crecimiento de la producción y de las ventas a determinado precio que TODOS los fabricantes de todo el mundo esperaban conseguir, sobre todo, de España y que al parecer, la periodista no ha visto.

Lo importante, en todo caso, es analizar si esa caída del precio de entre un 30 y un 50% del precio de los módulos ha sido por las mejoras tecnológicas y la reducción de costes, o más bien, si ha sido porque, como figura en el propio informe anual de ASIF de junio de 2009 (páginas 2 y 5 y por separado, tomados de Photon International y EPIA), se atisba que en 2008 había 19.996 MW producidos hasta la fecha, pero que se habían instalado 14.730 MW en todo el mundo. Una diferencia que aparece diluida en el informe, pero que deja unos 5.000 MW de paneles producidos y flotando en busca de un incierto destino.

Por tanto, parece que la causa del bajonazo en los precios, no es tanto por los maravillosos progresos tecnológicos y de reducción de costes en la industria, sino más bien por un garbancero error de cálculo de los fabricantes mundiales, que proyectaron posiblemente sus producciones pensando en que el caramelo legislativo de España, país de regulación y seguridad jurídica y normativa relativamente estable y predecible, se reproduciría como los hongos. Y evidentemente, no ha sido así.

Es curioso que, después de arrojar las culpas del desplome de los precios a España y a sus leyes, la periodista diga posteriormente que la última regulación publicada, la que ha provocado indudablemente el desplome mundial, “ha reducido y racionalizado” el mercado de la energía. Es una forma muy arabesca y oblicua de reconocer que el libre mercado provoca estas aberraciones, movido por la ambición del crecimiento sin límites y salvaje (¡que sobreviva el más apto!), que los llevó a pensar que el crecimiento del 130% anual de la producción sería absorbido por la propia España, que llegados a los 3.400 MW de potencia instalada de finales de 2008 seguiría dando saltos de 2.500 MW como los que se instalaron y conectaron a red el ese año (o más, que el principio del crecimiento infinito está muy imbuido en algunos cerebros) los demás países que emularían a España.

La energía solar fotovoltaica es hoy mucho más barata que hace un año. Los productores de componentes para instalaciones solares fotovoltaicas en el mundo han reducido sus precios entre un 30% y un 50% en un año. Los módulos que en el verano de 2008 costaban entre tres euros y 3,5 euros por vatio se pueden conseguir ahora por entre 1,85 y 1,70 euros, según datos de los principales fabricantes españoles.

Tal y como explican desde la Asociación de la Industria Fotovoltaica (Asif), "los costes de los módulos de polisilicio han bajado a unas cotas no imaginadas hace unos meses. Si hablamos de conocidas marcas europeas, el precio de los que tienen mayores rendimientos no superan los 2,7 euros por vatio, aunque existe una mayoría de buenas marcas a precios entre 1,8 y 2,2 euros. En el caso de marcas chinas que no tengan una presencia importante en el mercado, se pueden comprar a precios del orden del 1,5 euros", dicen. Las plantas grandes logran siempre más rebaja que las pequeñas.

La norma española es una de las responsables de que estén bajando radicalmente los costes. Durante 2008, de acuerdo con los datos de la patronal fotovoltaica europea EPIA, se instalaron 5.600 MW en todo el mundo. Suponía un incremento del 130% en relación a 2007. De toda esta capacidad nueva, España absorbió cerca del 50%, con la instalación de 2.600 MW y un crecimiento interanual del 500%. Esta fuerte demanda no sólo impulsó la capacidad de producción de los fabricantes, que corrieron para responder a las peticiones comerciales, sino que disparó los precios.

Tal y como afirman en la memoria anual 2009 de la Asif, la disponibilidad de polisilicio para la industria solar se incrementó en un 40% gracias a los nuevos entrantes en la fabricación. Sin embargo, "aunque creció la oferta, los precios no se relajaron hasta el cambio regulatorio en España. Entre 2004 y el verano de 2008, los precios se multiplicaron por cuatro en los contratos de suministro a largo plazo y nada menos que por 10 en el mercado de pago al contado. Tras el mes de septiembre, comenzaron a caer rápida y súbitamente".

Al fin y al cabo, el Real Decreto 1578/2008, aprobado en septiembre de 2008, limitaba la potencia anual a instalar en España a 500 MW en 2009 y reducía las primas por venta de electricidad en alrededor de un 30%. Ya no se puede absorber otros 2.000 MW anuales, un crecimiento "insostenible" para todos los expertos. Esta caída de la demanda no sólo ha tenido efectos en España, sino en todo el mundo.

El especialista en energía solar fotovoltaica de la consultora internacional Isuppli, Henning Wicht, explica en un análisis reciente de la situación del sector que, "la industria solar en 2009 se ha visto minada por el colapso de la demanda consecuencia del cambio en las primas para esta energía en España". "Esta caída de la demanda", continúa Wicht, "ha promovido un incremento masivo de los stocks de producto en toda la cadena de valor".

De hecho, según esta consultora, la capacidad de producción mundial de módulos solares crecerá en 2009 un 14,3%, hasta los 7.500 MW. Sin embargo, sus datos apuntan que sólo se instalarán 3.900 MW este año en el mundo, lo que significa que casi uno de cada dos paneles producidos este año se almacenará.

"España ha decrecido, es cierto, pero otros mercados internacionales muy prometedores como Italia o Grecia no están creciendo a un buen ritmo. No compensan la oferta", afirma un fabricante. La guerra de precios está servida, sobre todo porque hay fabricantes que no están dispuestos a parar la producción por los stocks. "Hay ofertas chinas por 1,4 euros, que es lo que nos cuesta a nosotros la célula fotovoltaica, antes de montar el módulo", señala el productor español.

Es obvio que de un periódico económico (economicista) no se podía esperar otro análisis que el puro análisis de precios, para justificar las evoluciones. Sin embargo, de una lectura atenta se pueden extraer algunas interesantes conclusiones: una, es la habitual de que la especulación, cuando la demanda se dispara, es enorme.

Por el contrario, cuando la demanda se frena, y los fabricantes no lo habían previsto, los precios se desploman, como el título indica tan destacadamente.

La tercera, es que la fabricación respondía, fundamentalmente, a un solo mercado, el español, que abarcó el 50% del parque instalado en todo el mundo y eso gracias a unas primas que han hecho decir al máximo responsable de Iberdrola que la energía solar fotovoltaica es un producto financiero, para diferenciarla de la eólica (donde esta multinacional se ha posicionado fuertemente), que se instala más por razones técnicas (cada uno lleva el agua a su molino y en este caso, es molino de viento).

Como consecuencia de la tercera, se puede decir con la cuarta que si no hubiese habido primas muy elevadas y a muy largo plazo (25 años y luego otros casi tantos con algo menos de tarifa primada pero todavía altamente primada), esta fiebre del oro policristalino no se hubiera dado ni de lejos, como se demuestra observando el erial fotovoltaico que existe fuera de los países fuertemente primados. La quinta es que, a pesar de ser éste un periódico económico, ha buceado muy poco en los verdaderos costes de los fabricantes, para saber cuánto de las espectaculares bajadas de precios estaba en las posibilidades de sus márgenes comerciales y cuánta en la imperiosa necesidad de deshacerse, quizá incluso a pérdida, de los miles de megavatios acumulados por los costes financieros y de almacenamiento.

La quinta enseñanza sobre los costes, es apenas un indicio periodístico, a pesar de las abrumadoras pruebas. Un fabricante que no identifica la periodista, señala que su coste de fabricación es superior a 1,4 €/Wp y ese precio está rebasado por debajo por los productores chinos. Si bien es cierto que la mano de obra china especializada es del orden de 200 €/mes, mientras que el del trabajador español del sector anda por los 2.200 €/mes y el del alemán supera largamente los 3.000 €/mes, el componente de la mano de obra en el coste económico total del modulo fotovoltaico hace pensar que la caída de los precios china se debe más a un movimiento estratégico que a sus menores costos.

De hecho, una vez superada la curva de aprendizaje, en muchos casos los fabricantes chinos ya pasan sin problemas los controles de los organismos españoles de homologación y disponen de una calidad similar a la española o a la alemana. Esto ha terminado forzando al cierre a las fábricas europeas, y a la terciarización de sus productos en las maquilas chinas, que aceptan controles de calidad muy exigentes, pero que terminan acaparando la producción mundial y parecen más capaces de aguantar financieramente el parón español y hacer ofertas más competitivas para copar los pocos de los 500 MW que se están instalando anualmente en España.

Los costes económicos reales, quedan desdibujados en una maraña de intereses ocultos y cruzados. Se sabe que muchos están en pérdida sistemática porque cierran. No se sabe si la caída de precios china es el resultado de su baratura o de una política de toma controlada del mercado mundial. Y si el coste económico se mantiene tan oculto, el coste energético es todavía más difícil de adivinar.

La única forma aproximada de intuir cuál es ese coste, es el cansancio que se adivina en los principales y primeros promotores de este sistema de promoción fotovoltaica a base de elevadas primas a largo plazo: Alemania y España así como Japón, dan muestras de que sus gobiernos no están más por la labor de seguir aumentando sus cadenas en lo económico endeudándose formalmente a muy largo plazo y de forma creciente, a medida que aumenta la penetración fotovoltaica. Los EE. UU. se están pensando, desde que Obama llegó al poder, hacer algo similar y no terminan de arrancar. Los propios chinos han anunciado programas de ayuda interna a instalaciones fotovoltaicas en su país que son poco más que lo que hay en España (2 GW para la mayor planta solar FV en el mundo en un acuerdo con First Solar y alguna cosa más). Para ser 1.300 millones, y tener unos precios tan bajos (no se sabe si los costes también, aunque es bastante posible, pero no se sabe por cuanto), no parece mucho. El país de mayor penetración es España, que acaba de alcanzar el 1% del consumo eléctrico nacional de origen fotovoltaico, en parte debido a la fuerte caída del consumo interno debido a la crisis financiera, que ha cerrado alguna planta de carbón y de gas o de fuel/gas. Y la verdad, parece un país exhausto por el coste de unas primas que asustan a un ejecutivo que mira el euro en cada esquina.

Por otro lado, la radical bajada de los costes ha convertido la regulación española en altamente atractiva y rentable porque se conservan los márgenes de beneficio. "En Alemania se consiguen precios más baratos en módulos y esto se debe a lo mismo de siempre: mejor tarifa en España", afirma un directivo.

Y seguirán bajando, del orden del 7% o el 8%, según el tamaño de la instalación, en los próximos cinco o seis años, augura Asif. Van camino de hacer realidad las previsiones de la EPIA, que afirma que la paridad de la energía fotovoltaica con la red llegará en 2010 para España, Portugal e Italia. Este concepto de paridad define el momento en que el kilovatio/hora solar será competitivo, sin ningún tipo de ayuda, con el coste de consumo del kilovatio/hora. Es decir, que a un ciudadano le cueste lo mismo comprar la electricidad a la red que instalarse unas placas solares y surtirse. El incremento de inversiones en I+D, apoyado por la estabilidad del mercado y de las regulaciones, garantizarán que la industria pueda cumplir su objetivo a corto plazo.

La afirmación de ASIF de que entre el 2010 y el 2013 se podría alcanzar el famoso “grid parity” (esto es, la producción de energía eléctrica de origen fotovoltaico a precios de mercado que hiciesen posible y rentables éstas instalaciones sin prima de ningún tipo), por una curva que hace subir el precio de la electricidad y hace bajar el precio de los módulos fotovoltaicos, no deja de ser un “wishful thinking” que ojala se cumpliese. En primer lugar, porque como se ha visto, las caídas de precios del último año son claramente circunstanciales y de orden político/económico (los miles de megavatios producidos y sin comprador), no de reducción de costes o mejora tecnológica real, que es sólo la parte más pequeña de esta rebaja. Y en segundo lugar, porque la subida de los precios de la electricidad en las actuales circunstancias se ve que está haciendo caer el consumo de forma dramática y es muy sensible para el tejido industrial, comercial y residencial del país (y del mundo), que si deja de consumir por consunción, obligado por las subidas, hará difícil que esa sociedad esté interesada en nuevas instalaciones mientras deja paradas centrales de generación ya amortizadas. Además, los costes de producción de módulos, muy dependientes de grandes insumos eléctricos, se verían afectados y está por ver si las mejoras tecnológicas reales (no las caídas económicas circunstanciales) superan a los incrementos de costes por el aumento de la propia electricidad (que repercute en toda la cadena, pues si sube la electricidad, los trabajadores exigirán más salarios y así en la cadena de los costes energéticos ocultos).

Por tanto, es un eufemismo mal disfrazado el que utiliza la periodista cuando asegura que esto sucederá si se da “el incremento de inversiones en I+D, apoyado por la estabilidad del mercado y de las regulaciones”, que es una sibilina forma de decir que habrá una de cal investigadora para reducir costes y dos de arena subvencionadota, en forma de “estabilidad” (¿qué es eso, si no una petición de ofrecer algo a largo plazo?) y de las “regulaciones” (¿Qué es eso, si no más primas y más primas?).

En fin, parece que la sociedad fósil va a tener que seguir subsidiando por bastante tiempo a este tipo de energía para que pueda seguir intentando llegar a suponer apenas el 1% de la electricidad mundial (no de la energía primaria), que apenas ahora alcanza España, líder mundial, entre todas las naciones del mundo.