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¿Podrán aceptar los austriacos unos recursos energéticos limitados?

  • Viernes, 10 Abril 2009 @ 12:42 CEST
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Economía

George Reisman, en su famoso libro "A Treatise On Economics" considera como premisa básica la finitud de los recursos naturales, pero a efectos prácticos su ilimitada disponibilidad dada su abundancia (páginas 63-67). Un presupuesto propio no sólo de él, sino de la inmensa mayoría de los economistas, que parecen no haber descubierto todavía que la tierra es esférica y no plana. En el artículo de Reisman "Minería para el próximo millón de años" (traducido por Mariano Bas Uribe en liberalismo.org) se encuentra un resumen esta idea:

Llevo muchos años señalando que toda la masa de la Tierra, desde los límites superiores de la atmósfera a 4.000 millas hasta su centro, no consiste en otra cosa que elementos químicos sólidamente compactos. No hay un solo centímetro cúbico en cualquier lugar de la masa terráquea que no sea un elemento químico u otro, o alguna combinación de ellos. He dicho que ésta es la contribución de la naturaleza a la oferta de recursos naturales, junto con todas las enormes cantidades de energía que conlleva, desde la contenida en los combustibles fósiles, el uranio, el viento, el agua y el núcleo terráqueo hasta la que hay en tormentas y electricidad estática.

Qué parte de esta inmensa cantidad de materia y energía puede transformarse en la categoría más restringida de los recursos naturales que sean económicamente utilizables y accesibles por el hombre, depende del estado de la ciencia, de la tecnología y de la oferta de equipos de capital. En otras palabras, depende de grado de conocimiento humano de la naturaleza y de su poder físico sobre ella. A medida que el hombre aumenta su conocimiento y poder, incrementa la parte de la naturaleza que resulta económicamente utilizable, los recursos naturales accesibles. En el proceso, transforma en bienes económicos y riqueza lo que hasta entonces eran simplemente cosas que había en la naturaleza.

Aún pudiendo aceptar el resto de la teoria económica que contiene el libro, y sin entrar a considerar los límites de la minería no relacionada con la energía, está claro que la sociedad tal como la conocemos necesita de un sustrato energético para su continuo crecimiento y expansión y, en consecuencia, de una constante ampliación de la minería de recursos no renovables como el petróleo, el gas, el carbón y el uranio. Es decir, se necesita de una permanente incorporación de nuevos volúmenes de materias primas que proporcionen no sólo las fuentes primarias de energía demandadas por el mercado, sino que venzán además la inercia inherente al agotamiento de unos recursos que no son renovables.

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