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La nueva cultura del agua asume que la escasez está socialmente construida

  • Martes, 17 Febrero 2009 @ 03:15 CET
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Artículos Hace unos días, envié a CE una noticia sobre el Pico del Agua y hoy veo en Rebelion.org una muy buena e interesante entrevista a Federico Aguilera Klink, profesor de economía de los recursos naturales y del medio ambiente y de economía ecológica. Creo que completa aquel artículo y puede ser de interés para aquellos que en su momento recibieron ese artículo con gusto. Además ya que en CE hay una buena presencia española y el entrevistado hace referencia a la situación en determinados lugares de España es posible que les interese aún más.

Me gustaría destacar algunas preguntas y sus correspondientes respuestas a modo de carta de presentación de la entrevista:
1) "En el primer capítulo del libro sostienes que la escasez de agua no es de carácter físico sino que está socialmente condicionada. ¿Qué condicionamientos son esos? ¿Acaso afirmas que no hay escasez física de agua en alguna zonas del país?

Inicialmente la escasez puede ser física, es decir, que llueve poco, como ocurre en Lanzarote o Almería. El problema es que esa escasez puede llegar a convertirse en una escasez socialmente construida o condicionada si decidimos que no hay límite a la agricultura o a la construcción de urbanizaciones y hoteles. Así pues, da igual que construyamos embalses, trasvases o plantas desalinizadoras. Nunca será suficiente. Acabaremos con los ríos y transformaremos la escasez física de agua en escasez socialmente construida y en escasez de energía. No olvidemos que las desalinizadoras funcionan con petróleo. Lo mismo puede ocurrir en zonas lluviosas si se trata de implantar un uso del territorio que genere una necesidad insaciable del agua."

1) "¿Y por qué crees que se consume tanta agua embotellada? ¿Es una adquisición necesaria? Por lo demás, ¿las pérdidas de agua en las redes urbanas son inevitables? Si no lo fueran, ¿por qué se asignan más esfuerzos a esa tarea tan necesaria?

Porque se nos hace creer que no es posible mejorar la calidad del agua que sale por el grifo a un coste razonable, algo que es falso. Por otro lado, las empresas de distribución urbana de agua suelen tener intereses en las empresas que venden agua embotellada por lo que les beneficia directamente no mejorar la calidad del agua distribuida.

En cuanto a las pérdidas en las redes urbanas, hay que decir que se pueden disminuir sin problemas con costes que, además, se pueden asumir sin dificultades. ¿Cómo no se van a poder repercutir los costes de manera razonable si el metro cúbico de agua embotellada supera los 300 euros por metro cúbico? Por ejemplo, Santa Cruz de Tenerife perdía casi el 50 % del agua en sus redes en 1975. La gerencia de la empresa municipal de aguas decidió reparar las redes y, en sólo seis años, se consiguió bajar las pérdidas al 10 %. Es más, actualmente, Santa Cruz usa menos agua, a pesar del crecimiento demográfico, que en 1975.

El problema en la mayoría de las ciudades de la península es que no aceptan reparar las redes porque les resulta caro si se compara con el coste del agua que se ahorra y que les vende, habitualmente, la Confederación hidrográfica correspondiente a precios muy bajos. Por eso, antes de aumentarles el suministro alegremente hay que obligar a las ciudades a mejorar las redes de distribución, aunque les parezca caro, puesto que el coste real que tienen que tener en cuenta para calcular la rentabilidad de estas reparaciones no es el precio al que se les vende el agua sino el coste de construir nuevos embalses y trasvases. Lo que ocurre es que como esa construcción corre a cargo del Estado ese coste no se tiene en cuenta por los responsables urbanos del abastecimiento de agua."