Contributed by: The Omega Man on Martes, 27 Enero 2009 @ 16:03 CET
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Esto significa que la izquierda deberá dedicarse no solamente a repartir equitativamente el pastel o la torta de la riqueza económica a la vez que lo va encogiendo sino que también debe distribuir de manera igualitaria los riesgos, costos y responsabilidades que enfrenta la humanidad ante el calentamiento global y otros desafíos ambientales.
Afortunadamente entre los economistas (a quienes acusé de locos unos párrafos atrás) hay un pequeño pero creciente número de ellos que entienden esta realidad. Ellos conforman el campo de la economía ecológica, una disciplina que cuenta con Herman Daly, Nicholas Georgescu-Roegen, E. F. Schumacher, Hazel Henderson, Joan Martínez Alier y el ya mencionado Boulding entre sus máximos exponentes. Y desde la izquierda estadounidense vemos un pequeño pero creciente movimiento ecosocialista que cuenta con pensadores de avanzada como Joel Kovel, Stan Cox, James Bellamy Foster, y la influencia del inolvidable Murray Bookchin. Sus escritos y debates aparecen en las páginas de publicaciones como Synthesis/Regeneration, Capitalism Nature Socialism y Monthly Review.
¿Y la izquierda?
Por desgracia, la izquierda progresista latinoamericana no parece estar a la altura de este reto. Se aferra a la mentalidad desarrollista del siglo XX; idolatra a la ciencia y la tecnología, lo cual le impide tener una visión crítica ante las nuevas tecnologías; sus posturas ante la problemática ambiental oscilan entre la inconsistencia y el oportunismo; y está anquilosada en el paradigma cartesiano reduccionista, lo cual impide la urgente transición a una visión de mundo holística y verdaderamente ecológica. Y peor aún, rara vez acepta crítica alguna. Se trata de una prédica estancada y obsoleta que no presenta riesgo real al status quo capitalista.