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Otro cuento de terror-ismo energético

  • Domingo, 03 Febrero 2008 @ 12:17 CET
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Artículos Cinco años después de la publicación del artículo “Un cuento de terrorismo energético”, Pedro Prieto, vicepresidente de AEREN y coeditor de esta página, nos presenta lo que podría ser considerado como una continuación o actualización del mismo: “Opciones económicas y energéticas de futuro (u otro cuento de terror-ismo energético)” (fichero PDF, 1,7MB).

Como ya hizo en el que se puede considerar artículo precursor de este, Pedro Prieto lleva la cuestión energética más allá de la pura y fría contabilidad, o de la discusión acerca de qué tecnologías substituirán a otras. Con datos que comparan poblaciones, consumos energéticos, riqueza, medida por el PIB o polución, medida por emisiones de CO2, Pedro nos muestra que más allá de la futura escasez de los combustibles fósiles y la necesaria transición hacia un modelo energético renovable y que tenga el menor impacto mediambiental posible, se esconde la titánica tarea de llevar algo de justicia a este mundo, empezando por el reparto en la apropiación de recursos.

Cada habitante de los EE. UU. y Canadá consume, en promedio, casi 120 veces más que lo que su cuerpo estrictamente necesitaría para vivir como mono desnudo. Japón y la Unión Europea de los 15 consumen prácticamente la mitad por habitante que los EE. UU. Aún así, consumen 60 veces más de lo que metabólicamente necesitarían. El promedio mundial de consumo de energía se sitúa en los 2.200 vatios por cada habitante de los 6.671 millones que somos. Desde que en AEREN venimos trabajando con estas estadísticas, se observa cómo ha aumentado la población humana y sin embargo el consumo per cápita se ha mantenido prácticamente invariable. Es un primer signo de disminución global de los recursos energéticos por persona; un primer síntoma importante del cansancio productivo de los recursos energéticos.
La situación es esta: ni siquiera solucionando las terribles desigualdades que azotan al mundo, perfectamente traducidas en cifras de apropiación de recursos energéticos y de emisión de gases contaminantes, podremos asegurar un futuro sostenible, si no nos planteamos urgentemente un descenso en nuestro consumo energético global. Los 2.200 W de consumo medio por cápita mundial son ya insostenibles. ¿Cómo se puede plantear el mundo elevar a todos sus habitantes, ya no al nivel de consumo de Norteamérica, sino simplemente al de Europa? ¿Puede resistir la biosfera la capacidad de sustentarnos, en números cada vez más crecientes, y al mismo tiempo aumentar nuestro consumo energético 2,3 veces, en caso de que quisiéramos equiparar a todos los humanos del planeta con el consumo energético europeo?

Con toda su crudeza, esta es la terrible situación que describe Pedro Prieto en su artículo. Esperamos que, de la misma manera que lo hizo en 2002, el artículo sacuda conciencias. De hecho, existe una pequeña historia detrás del artículo original, que me involucra personalmente y que encierra posiblemente el germen de lo que más tarde se convirtió en esta web y en la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos.

Actualización: subida una nueva versión del documento que corrige algunos pequeños errores en las tablas 2 y 3. Cambiado el subtítulo del documento, a petición del autor: "así, con el guión para recalcar que es algo que intenta imitar los de Edgar Allan Poe, pero adjetivando el terror con la obsesión moderna de los gobiernos occidentales". Corría el año 2002, no sabría decir si era en tal mes o en otro, cuando a través de Internet llegó a mis manos un artículo titulado “Un cuento de terrorismo energético”. En aquella época llevaba ya un par de años sumamente interesado en la cuestión energética, y hasta ese momento, mis fuentes se habían limitado a textos de origen anglosajón, principalmente escritos sobre el cenit del petróleo de los geólogos Colin Campbell y Walter Youngquist, o el ingeniero del petróleo Richard Duncan, además de otros textos de Joseph Tainter sobre el colapso de las sociedades complejas, o del economista rumano Nicholas Georgescu Roegen sobre el carácter entrópico del proceso económico.

Encontrar el artículo de Pedro supuso una gran satisfacción, por diversos motivos. En primer lugar, Pedro relataba el estado actual del aprovechamiento energético por parte de las sociedades humanas desde el punto de vista de la justicia social. No solamente nos encontrábamos en una encrucijada histórica respecto a cómo iba a evolucionar nuestro suministro energético, sino que esta difícil situación se daba en un contexto de fuerte desequilibrio: unos pocos consumen la mayoría de los recursos. Además, la geopolítica no dejaba lugar a dudas, aquellas regiones ricas en recursos energéticos fósiles como el petróleo y el gas habían sido un escenario continuo de intromisión y dominación por parte de las potencias occidentales. Y la misma geografía de la energía se solapaba con la nueva geografía del terror, las tensiones futuras debido a la escasez energética se iban a confundir con las tensiones de una nueva guerra global contra el terrorismo.

Por supuesto, el otro motivo de alegría era que por fin podía leer algo en mi lengua, y que la cercanía física y del idioma abrían muchas posibilidades para el futuro. En mi ignorancia, aún no había descubierto a autores como Ivan Ilich, Ernest Garcia, Jorge Riechman, José Manuel Naredo, Oscar Carpintero, Martínez Alier y otros. Pero, parafraseando lo que comentan muchos nuevos usuarios de los foros de Crisis Energética cuando se presentan, por fin dejaba de sentirme solo. Ni corto ni perezoso decidí que tenía que ponerme en contacto con Pedro, cosa que logré gracias a que su artículo había sido publicado por el Club de Amigos de la Unesco en Madrid, que amablemente me proporcionó su contacto. Me presenté como un periodista especializado en tecnologías de la información que estaba preocupado por la cuestión energética, y empezamos a intercambiar correos electrónicos cargados de referencias y textos que habíamos descubierto en nuestra búsqueda de conocimiento.

También debía ser por esa época cuando un día me presenté en el despacho del catedrático de recursos energéticos de la Universidad de Barcelona, Mariano Marzo. Mariano me confirmó las incertidumbres que existían sobre la cuestión del cenit del petróleo, su opinión confirmó que el asunto que perseguía era real, que no era una excentricidad más de la que corrían por la red. No obstante, Mariano también fue muy claro cuando me dijo que había que estar alerta, porque la cuestión del cenit del petróleo era un terreno difícil para las certezas: los datos son difíciles de confirmar, y la mejor actitud que puede uno adoptar es la de la duda metódica. Ya en 2003, se acercaba el segundo taller internacional sobre el cenit del petróleo, la que iba a ser la segunda reunión de ASPO, pero la primera con cierto peso y la promesa de una asistencia importante de público y prensa. Le propuse a Pedro ir juntos a Paris y asistir al evento. Sería una buena oportunidad para conocernos y ver de primera mano en qué consistía ASPO.

Durante dos días del mes de mayo en Paris, no solamente conocí personalmente, después de muchos mensajes electrónicos, a Pedro Prieto, sino que también entré en contacto con personas de todo el mundo, y no solo geólogos, que habían acudido a la reunión de ASPO para saber más acerca del inquietante panorama que hacía intuir el cenit del petróleo.

A la vuelta de Paris, y aprovechando mi experiencia en la publicación electrónica en Internet, le propuse a Pedro “montar una web” sobre el tema, en español, y con vocación de servir de punto de información y debate para la Internet hispana. Así, sin más planificación previa que una serie de felices coincidencias y nuestra genuina preocupación por el tema, nació Crisis Energética, en octubre de 2003. Desde ese momento la web se convirtió en punto de encuentro, y debemos hacer mención especial aquí a los primeros usuarios, entre ellos algunos que han tenido la paciencia de aguantarnos y contribuir hasta el día de hoy: Marga Vidal, que tiene el honor de ser la primera usuaria de CE tras los editores del sitio, Alb, que pese a no compartir al 100% las premisas de los editores es un ejemplo de disensión constructiva, Loadlin, Ricardo, anorganic, jprebo, Protágoras, victorluis, Cosme, Hari Seldon, Víctor, hemp, altea, yirda, physis, TEdison, Kanelo, RicardoR, Osec, gandulfillo, Pasqual, pitus20 y un larguísimo etcétera de usuarios a los que aprovechamos para dar nuestro agradecimiento.

Y la cosa no se detuvo ahí. Marcel Coderch se convirtió pronto en el “tercer mosquetero” (aunque como sabemos, ¡en realidad son cuatro!), para aportar su impecable crítica de la energía nuclear, y ayudarnos a dar forma a lo que pronto se convertiría en AEREN, la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos, y que da cobertura legal y administrativa a la página web. En estos más de cuatro años de andadura en la web hemos conseguido adelantarnos a los acontecimientos y construir un buen andamiaje de conocimiento para entender mejor el futuro de nuestras sociedades, ya que en éste la energía jugará un papel extremadamente importante. Hoy en día, aquello de lo que Crisis Energética informaba en sus páginas, y que reunía tan solo un puñado de internautas, ocupa portadas en los periódicos y es considerado como crucial por las agencias especializadas y los dirigentes políticos.

A veces, vivir momentos históricos puede resultar “demasiado interesante”. Aquí, en Crisis Energética, esperamos poder sobrellevar esta situación de la mejor manera posible, a través de la información y el debate. Y eso no podemos hacerlo solos.

Muchas gracias a Pedro, Mariano, Marcel y a todos los demás por acompañarnos hasta ahora en este viaje.

Seguimos.