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La toma de la Bastilla energética

  • Lunes, 05 Noviembre 2007 @ 04:23 CET
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Artículos Mi simple manera de entender el cenit:
“La toma de la bastilla energética”

Prof. Fernando López D'Alesandro
Docente de Historia en Regional Norte (UDELAR)
y en el CERP del Centro. Florida. Uruguay.

Llegaremos, pronto, a los 100 dólares por barril. Luego superaremos esa cifra y las consecuencias serán imprevisibles. Obviamente que los medios masivos sabrán encontrar las explicaciones más financieras posibles y harán jugar los argumentos mercadotécnicos más sofisticados para que el común de los mortales no logremos entender nada. Sumarán “factores geopolíticos” y otros acontecimientos secundarios que nos complicarán aún más nuestra magra comprensión.

Soy historiador y enseño historia hace muchos años. Obviamente que paso horas leyendo, pero al final siempre, siempre, la vida misma, la experiencia y los haceres de la gente y de las instituciones terminan siendo los mejores indicadores de las coyunturas históricas. En 1789 había una situación crítica en las estructuras de Francia, pero fue la gente la que tomó la Bastilla y no las estadísticas. Hoy vamos hacia lo mismo.

Leo que hay crisis de abastecimiento en las gasolineras chinas y estallan asonadas, breves pero asonadas al fin, frente a las estaciones en Pekín. No hace mucho sucedió algo parecido en otros países, incluyendo a Nigeria. La gente se agolpaba frente a las gasolineras a golpe de puño. En mi país, Uruguay, el litro de gasolina súper, la más vendida, está a un dólar veinte centavos (sic) y tiende a subir, obviamente.

George Bush se espantó hace dos años cuando la delegación de Arabia Saudita le aclaró que recién podrían aumentar su producción, con suerte, para el 2009. Inmediatamente lanzó su campaña para buscar combustibles alternativos y transformó al bioetanol en la nueva moda energética. Pero la opción del biocombustible es polémica y para muchos imposible, y en estos dos años la nueva moda no ha dado sus frutos, más bien ha generado amplias resistencias, pues las matemáticas de la producción de cereales no cierran.

Mientras tanto los precios de los futuros energéticos bailan en un sube y baja incontrolado. En junio la gasolina estaba a 2.32, bajó estrepitosamente a 2.00 y se mantuvo en ese precio hasta principios de noviembre cuando volvió a los valores de mitad de año. Mientras tanto el barril de petróleo saltó de 50 dólares en julio a casi el doble de hoy.

Naturalmente que la formación de los precios responde a varios factores, pero resulta llamativo que desde que Dick Cheney publicó el Plan Nacional de Energía de Estados Unidos en abril de 2001, haciendo pública oficialmente la caída de la producción norteamericana y el aumento imparable del consumo, los hechos se precipitaron. Afganistán y su gasoducto primero y la guerra de Irak hasta hoy. Desde entonces el precio del petróleo no cede, ha tenido oscilaciones pero no volvió más a los 24 dólares donde se encontraba en marzo de 2003, cuando el Army ocupó Bagdad.

Mientras tanto esas noticias incómodas y ocultas, así como los debates poco publicitados sobre los niveles de producción, la caída de las reservas y el cada vez más popular cenit petrolero van ganando estado público como la explicación más plausible, o más sensata.

¿Por qué se ha impuesto el secretismo en este tema? ¿Cuáles son los miedos? Siempre se dice que los datos de las reservas son secretos de estado por razones económicas, y sin duda es cierto. Pero en la situación actual sólo eso no alcanza. Sucede, creo modestamente, que la difusión masiva de estas verdades tan obvias, especialmente la cuestión del cenit, interpelan duramente… al capitalismo como sistema. Y eso, para la economía global es, simplemente, inadmisible. ¿Cuestionar la economía de mercado luego de la caída del comunismo? Parece absurdo, ¿pero acaso no es absurda la realidad que vivimos?

Proclamar o difundir el cenit –que pudo haber llegado ya o que está muy próximo- implicaría la necesidad de combatirlo y eso sólo se lograría racionalizando la producción, equilibrando la distribución de los recursos y, por tanto, haciendo a un lado la “sagrada ganancia” de los mercaderes energéticos, afectando a una vasta gama de negociantes que abarcan desde las grandes petroleras hasta los distribuidores locales, pasando por todo el espectro de intermediarios. O sea, neutralizar la libertad de mercado, como única solución para detener o ralentizar la crisis energética. ¿Es que el capitalismo preferirá el colapso colectivo antes que perder su lucro? Y nosotros, simples personas que no tenemos arte ni parte en ninguna tajada del negocio, ¿seremos las víctimas pasivas de las sagradas ganancias?

Naturalmente, y creo que todos lo intuimos, el reto de la escasez generará respuestas y explicaciones, y éstas se encontrarán en el cenit petrolero. Y cuando esto suceda, la “toma de la Bastilla energética” será la solución colectiva. ¿Cómo será? No lo sé y tampoco tengo claro quienes lo harán, pero, volviendo al principio de estás líneas, la gente de carne y hueso y no los indicadores financieros, tendrán que tomar el problema en sus manos, a pesar y contra el capitalismo.

Cuando la electricidad no llegue, cuando llenar el tanque sea un inversión, cuando el transporte colectivo se descontinúe por la escasez de combustible nos vamos a tener que hacer ciertas preguntas, y de las respuestas surgirán las soluciones… y la toma de la Bastilla energética comenzará, presionando a los gobernantes para que tomen medidas, o realizándolas por mano propia de alguna manera. Y quizá, quien sabe, nuestro mundo de alguna manera cambiará.