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Continúa el secretismo en materia nuclear

  • Lunes, 22 Octubre 2007 @ 04:16 CEST
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Artículos Con este título el periódico Diagonal nos informa de un episodio que ha pasado bastante desapercibido en relación con el uso del concepto "seguridad" por parte de los responsables del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y el Ministerio de Industria. Una historia que nos confirma una vez más lo poco transparente que es la información sobre la energía nuclear y nos previene contra los organismos que supuestamente deberían "garantizar" nuestra seguridad.
El envío de combustible nuclear gastado desde Cáceres, sin previo aviso, y el robo de material nuclear en Salamanca, silenciado por los organismos responsables, son parte de la misma política.

El 3 de octubre, la prensa nacional informaba sobre un futuro transporte, vía carretera, de combustible nuclear gastado desde la central nuclear de Almaraz (en Cáceres) hasta un centro de experimentación nuclear en Bélgica, cuya fecha y recorrido se mantenían ocultas por razones de seguridad. Lo enigmático, según denuncia Carlos Bravo, de Greenpeace, es que el transporte ya se había realizado cuando apareció la noticia en la prensa: “Tenemos constancia de que por lo menos dos camiones de Express Truck, la empresa de transporte de ENUSA, transportó estos materiales a Bélgica con total secretismo el 1 de octubre, engañando deliberadamente a los medios. Nuestros compañeros de Bélgica nos lo pudieron confirmar porque allí se ha montado un gran escándalo”. En Bélgica no está permitida la importación de material nuclear y este envío podría sentar un precedente, por lo que es posible que Greenpeace lleve a los tribunales el caso.

En el Estado español, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y el Ministerio de Industria justifican el silencio en torno a transportes peligrosos por razones de seguridad. Sin embargo, según Bravo, este caso constituye “un engaño más a la opinión pública para evitar que se pudieran dar manifestaciones y protestas”.

Las organizaciones antinucleares europeas siempre han respondido con contundencia a los transportes radioactivos, llegando incluso a paralizarlos. El 7 de noviembre, justamente, se cumplen cuatro años de la muerte del joven activista francés que se encadenó a las vías del tren para denunciar el transporte de un tren cargado con 175 toneladas de residuos nucleares, desde Francia hasta Alemania.

El CSN y el Ministerio de Industria parecen cubrirse las espaldas maniobrando con secretismo, como también se ha podido evidenciar en el reciente robo de material nuclear en la fábrica de elementos combustibles de ENUSA en Juzbado (Salamanca), suceso ocultado por estos organismos durante algunos días hasta que los medios de comunicación se interesaron por el asunto el 1 de octubre. La opacidad del CSN no es algo nuevo. Desde su creación en los años ‘80, su política de hechos consumados ha trascendido a la opinión pública sólo cuando algún escándalo, como el accidente de Vandellós I en 1989, ha captado la atención mediática o algún grupo parlamentario ha pedido explicaciones en el Congreso.