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La dura realidad sobre la energía

  • Lunes, 13 Agosto 2007 @ 00:17 CEST
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Artículos En el diario "La Vanguardia" del pasado 10 de agosto apareció un artículo de Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universitat de Barcelona y socio de honor de AEREN, titulado "La dura realidad sobre la energía". En él se analizan los recientes informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) y del Consejo Nacional de Petróleo estadounidense (NPC) ("Afrontar las duras verdades sobre la energía: una visión exhaustiva hasta el 2030 del petróleo y el gas natural mundial") elaborado tras dieciocho meses de trabajo por más de 350 expertos y que fue presentado el mes pasado al secretario de Energía, Samuel W. Bodman. El comité del NPC responsable del informe está encabezado por Lee Raymond, ex director de Exxon-Mobil. Este informe fue comentado en su momento en Crisis Energética.
(...) mi punto de vista es que tanto las conclusiones del informe del PICC como las del NPC son válidas y complementarías. Ciertamente tenemos un problema y para solucionarlo el primer paso es analizar a fondo el alcance y ramificaciones de éste, huyendo de posicionamientos dogmáticos y simplistas. Admitir y mitigar el calentamiento global supone abrir una caja de Pandora. ¿Estamos preparados?
Redacción CE: por su interés, reproducimos a continuación el artículo de Mariano Marzo en su totalidad. DEBATE / El cambio climático

La dura realidad sobre la energía

MARIANO MARZO - El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) ha sentenciado de forma categórica que el clima está calentándose y que la causa principal radica en la quema de combustibles fósiles. La combustión de carbón, gas y petróleo, que en la década de los noventa inyectaba a la atmósfera 6,4 gigatoneladas de carbono por año, se ha incrementado a 7,2 gigatoneladas durante el periodo 2000-2005. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera por unidad de volumen alcanza ahora las 380 partes por millón (ppm) mientras que con anterioridad a la revolución industrial se situaba en torno a las 280 ppm. Muy probablemente, doblar esta cantidad comportaría un aumento medio de la temperatura superficial del planeta de entre 2 y 4,5 º C, lo que podría significar la extinción de hasta un 30% de las especies que lo habitan, gravísimos problemas de disponibilidad de agua potable y la fusión potencial de los casquetes de hielo de Groenlandia y el oeste de la Antártida, lo que conllevaría un ascenso del nivel marino de entre cuatro y seis metros, con la consiguiente inundación de amplias zonas costeras. Éste puede ser el precio que pagar por el uso de los combustibles fósiles, que en el 2004 representaron el 87% del total de la energía primaria consumida en el mundo.

Solucionar este problema no va a resultar tarea fácil. Básicamente porque requiere un cambio en profundidad del actual modelo energético y no parece que éste se encuentre en la coyuntura más adecuada para afrontar transformaciones drásticas. El imparable ascenso de la demanda y el crecimiento demográfico emparejados a una sociedad globalizada que se rige por un modelo de crecimiento económico exponencial no concede ni un momento de respiro para experimentar modelos alternativos.

Al menos eso es lo que se desprende de las conclusiones de otro estudio (Afrontar las duras verdades sobre la energía: una visión exhaustiva hasta el 2030 del petróleo y el gas natural mundial) elaborado tras dieciocho meses de trabajo por más de 350 expertos y que fue presentado el mes pasado por el Consejo Nacional de Petróleo estadounidense (NPC) al secretario de Energía, Samuel W. Bodman. En mi opinión, el estudio - cuyo título parece buscar las cosquillas a la campaña de Al Gore "Una verdad incómoda"- sugiere que además de aceptar la verdad incómoda del cambio climático y sus consecuencias, los estadounidenses y el mundo deben también conocer y afrontar la dura realidad sobre la energía. Ésta puede resumirse en seis puntos:

  1. Durante el próximo lustro, carbón, petróleo y gas seguirán siendo indispensables para cubrir las previsiones de crecimiento de la demanda energética global.
  2. El mundo no se está quedando sin recursos energéticos, pero el aumento continuado de la producción de petróleo y gas natural a partir de fuentes convencionales presenta cada vez más riesgos, los cuales constituyen un serio obstáculo para asegurar las previsiones de demanda a medio plazo.
  3. Mitigar tales riesgos requerirá expandir otras fuentes energéticas que resulten económicamente viables, tales como el carbón, la energía nuclear de fisión, las renovables y la explotación de los recursos no convencionales de petróleo y gas. Cada una de estas fuentes presenta importantes desafíos específicos quea superar en los campos de la seguridad, impacto ambiental, costes económicos y de aceptación política y social. Asimismo, su desarrollo y comercialización suscitará nuevas necesidades en materia de infraestructuras.
  4. No debe confundirse independencia energética con la necesidad de reforzar la seguridad energética. El primer concepto no es realista en un futuro inmediato, mientras que la seguridad puede ser sustancialmente mejorada mediante la moderación de la demanda, la expansión y diversificación de los recursos energéticos domésticos, así como por el robustecimiento de la inversión y el comercio global. Y desengañémonos. Ni EE. UU. ni ningún otro país o comunidad de países, como la UE, puede aspirar a su propia seguridad si no es dentro del marco de la seguridad energética global.
  5. Gran parte del personal que trabaja en la industria de la energía en EE. UU. y en los países desarrollados en general, incluyendo a los científicos y técnicos más cualificados, puede emprender el camino de la jubilación durante la próxima década. Urge, por tanto, planificar y llevar a la práctica un ambicioso programa de reclutamiento y preparación de nuevo personal.
  6. Las políticas establecidas para disminuir las emisiones de dióxido de carbono alterarán el mix energético, aumentarán los costes relacionados con la energía y requerirán reducciones significativas del crecimiento de la demanda.
El estudio que les acabo de comentar puede ser interpretado como la enésima maniobra de algunas petroleras para desvirtuar la lucha contra el cambio climático. De hecho, el comité del NPC responsable del informe está encabezado por Lee Raymond, ex director de Exxon-Mobil. Sin embargo, mi punto de vista es que tanto las conclusiones del informe del PICC como las del NPC son válidas y complementarías. Ciertamente tenemos un problema y para solucionarlo el primer paso es analizar a fondo el alcance y ramificaciones de éste, huyendo de posicionamientos dogmáticos y simplistas. Admitir y mitigar el calentamiento global supone abrir una caja de Pandora. ¿Estamos preparados?

MARIANO MARZO, catedrático de Recursos Energéticos de la UB