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Europa quiere ser un 20% más eficiente energéticamente en 2020

  • Sábado, 21 Octubre 2006 @ 12:57 CEST
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Artículos En la reunión informal de los líderes europeos de ayer en Finlandia, a la que acudía como invitada interesada Rusia, el comisario europeo de energía Andreas Piebalgs presentó un ambicioso plan que pretende ahorrar un 20% de la energía que consumen los europeos. Del "Plan de Acción sobre Eficiencia Energética" (fichero PDF, 139KB) cabe destacar el énfasis que se pone en el ahorro y la eficiencia, una novedad que resulta esperanzadora, máxime cuando hasta ahora, al plantearse los retos energéticos, la respuesta siempre se había decantado por las actuaciones encaminadas a aumentar los suministros. Piebalgs lo destaca así:
Es preciso que los europeos ahorremos energía. Europa derrocha como mínimo el 20 % de la energía que consume. Ahorrando energía, Europa contribuirá a solucionar los problemas del cambio climático, además de su creciente consumo y de su dependencia de los combustibles fósiles importados de fuera de la Unión.
Parece que la advertencia que hizo este mismo año la Agencia Internacional de la Energía, en su informe "Energy Technology Perspectives 2050", esto es, que “el mundo no se dirige hacia un futuro energético sostenible”, está calando en la Comisión Europea. Algo parecido se desprende del informe encargado por el Parlamento Europeo al Instituo Wuppertal, comentado recientemente aquí, cuando titulaba el apartado de conclusiones “Aguas turbulentas a la vista”.

Este plan de acción parte de las recomendaciones del " Libro Verde: Estrategia europea para una energía sostenible, competitiva y segura" (fichero PDF, 223KB), e incluye medidas en productos, edificios y servicios, mejoras en la transformación y distribución energética, medidas en el transporte (nuevos objetivos de eficiencia energética y emisiones), financiación e incentivos para una mejor eficiencia y precios adecuados, y acuerdos internacionales fuera de la UE.

No obstante, estas recomendaciones no vienen solas. El paquete incluye una mirada precavida hacia Rusia y su renovado protagonismo en el escenario energético europeo, que vuelve a poner sobre la mesa el dilema entre la defensa global de los derechos humanos y la seguridad energética. También se ha hablado, como no, de energía nuclear (recordemos que en el informe encargado al Instituto Wuppertal se incluyó un escenario en el que para el 2030 la contribución de la energía nuclear aumentaba en un 25%): Javier Solana se ha mostrado preocupado por la extensión global de esta tecnología y el consiguiente riesgo de proliferación de armamento nuclear, seguridad y tratamiento de residuos. De manera paralela, y como recoge hoy El País, ayer el Club de Madrid trato estos mismos asuntos, y uno de los participantes, el ex presidente español Felipe González, habló de revisar la moratoria nuclear española, ante un supuesto cambio de escenario frente a los problemas de seguridad y residuos.

En definitiva, se dibuja un panorama preocupante para los próximos 10 o 15 años, en el que se propone una estrategia razonable y “presentable”, el ahorro y la eficiencia, pero ante la cual se esgrime el peligro de la seguridad energética, con Rusia como actor principal, de manera que la opción nuclear aparezca como una alternativa deseable y balsámica, aún cuando la tímida propuesta de nuevas plantas arroja dudas sobre si realmente sus promotores tienen la suficiente fe en la misma.