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La daga rusa

  • Martes, 26 Septiembre 2006 @ 11:06 CEST
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Artículos A 25 de septiembre de 2006 Rusia acaba de darle la puntilla a las esperanzas energéticas norteamericanas ("Russia Snubs U.S., Redirects Gas Flow to Europe").

Hoy es uno de esos días en los que los periódicos del mundo se llenan de palabras vacías, noticias triviales y pasan por alto los verdaderos hitos que han de marcar la historia.

El gas natural tiene una importancia geoestratégica primordial por muchas razones.

Todos los estados tienen en mayor o menor medida un profundo conocimiento de las preocupaciones energéticas que conocemos, si bien han optado por desinformar al ciudadano de las graves problemáticas que se ciernen sobre los actuales modelos de movilidad, abastecimiento energético, etc., mediante una política encaminada a advertir sobre las potenciales nefastas consecuencias del cambio climático.

Sin entrar en polémica sobre si dicho cambio climático está todavía bajo control o sobre si los estados, con sus modelos de crecimiento económico ilimitado, pueden siquiera influir sobre los acontecimientos climáticos que ya pueden estar en marcha de manera irreversible, los gobiernos ha decidido colgarse la pegatina ecológica y apostar por el gas natural como el combustible limpio que ha de permitirles cumplir con un protocolo de Kyoto que en realidad nadie tiene la mas mínima intención de tomarse en serio.

Sin embargo; la realidad es bien distinta y obedece como siempre a los dictados de Don Dinero. Lo que no se dice abiertamente, es que el gas natural resulta esencial para los planteamientos energéticos de las naciones porque al agotarse y encarecerse el petróleo, las economías basadas en el uso intensivo de motores térmicos tendrán que migrar desde las actuales gasolinas y gasóleos a gas natural y biocombustibles respectivamente.

En el caso de los motores de gasolina, la conversión para el uso de gas no requiere modificaciones mayores y puede solucionarse con kits que ya están altamente desarrollados y son relativamente económicos de precio.

Los motores diesel, a pesar de su menor consumo, no pueden quemar el gas, por lo que el aceite de origen vegetal se perfila como una solución que mitigue el progresivo encarecimiento y agotamiento del recurso fósil a que se ve sometido el petróleo.

En Europa, los vehículos diesel han venido experimentando una creciente popularidad que sólo el incremento del precio de gasoil, y de los propios coches diesel ha venido a compensar, respecto de sus equivalentes a gasolina. Sin embargo, en los Estados Unidos, la gasolina es el combustible que mueve la mayor parte de los vehículos privados, marginándose el gasoil para ciertos segmentos industriales como camiones y similares.

También en la generación de electricidad, las nuevas plantas combinadas capaces de quemar gas están proliferando como setas por todos los países desarrollados.

Estas plantas prometen mayor flexibilidad y economía a la hora de proporcionar los caudales siempre crecientes de energía demandados por el mundo moderno y su avidez por aire acondicionado, vitro cerámicas y otros “avances” tecnológicos similares.

Adicionalmente, el gas natural tiene una importancia singular para el sector industrial y de hecho resulta un combustible estratégico para naciones altamente industrializadas como Corea o Japón.

Con este escenario, la insaciable voracidad energética de los Estados Unidos tenía puestas grandes esperanzas de diversificación gracias al gas ruso, que habría de provenir de los yacimientos de Shtokman, una zona próxima a Murnsmark donde sería posible embarcar el gas licuado (LNG) en buques cisterna rumbo al Gargantua americano.

Sin embargo, el juego estratégico de la actual administración americana, acorralando a Rusia en el sur, (ex-repúblicas soviéticas en torno al mar Caspio) así como las recientes actuaciones en contra de las empresas exportadoras de armas de Rusia, ( las cuales no han dudado en hacer pingues beneficios proporcionando equipos sofisticados a tan apreciados amigos del presidente norteamericano como Hugo Chávez o el presidente Iraní), han propiciado que el humor de Putin se haya decantado por un mercado más tradicional, y que a fin de cuentas, reúne todas la ventajas que pueden ser favorables a Rusia.

Europa será el agraciado receptor del caudal gaseoso, y Estados Unidos se ve de esta manera, aún mas aislado, mas desesperado y con un futuro energético tan negro como la oscuridad de los pozos vacíos que van quedándose sin sustancia cada vez mas cerca de su suelo.

Ya era preocupante el alarmante ritmo del declive de Cantarell, el superyacimiento mexicano que tanto ha beneficiado a sus vecinos del norte. Ya era evidente que el aprovechamiento de las arenas asfálticas de Canadá iba a consumir una ingente cantidad de gas natural, a menos que se improvise una central nuclear a toda prisa y aún así se pueda convencer a los canadienses para que se desprendan alegremente de unos recursos energéticos irrepetibles y realmente valiosos.

Ya resulta evidente que los éxitos de la industria petrolera norteamericana de aguas profundas son una moderna expresión de las victorias pírricas, donde la prensa idiotizada salta de júbilo ante perforaciones que baten todos los records de profundidad en aguas del golfo de México, clamando por una abundancia de petróleo sin límites y diciendo que “sí hay petróleo, sólo hay que perforar más profundo” sin haberse dado cuenta de que al fin y al cabo sólo dan la razón a quienes advierten que cada vez el petróleo será mas difícil de extraer, más caro y más esquivo.

Con la decisión rusa, América está desahuciada para el futuro energético de la próxima década.

Es precisamente esta desesperación la que le ha de llevar a presionar aún mas intensamente sobre Irán y la que puede calentar la escena internacional lo suficiente como para llegar al punto de ignición tan temido por todos.

¿Porque Irán?

Al margen de las cortinas de humo de los pretendidos fundamentalismos, amenazas y programas nucleares, Irán alberga junto con Rusia, las mayores reservas de gas natural del planeta:

  1. Rusia: 1,680 trillones de pies cúbicos.
  2. Irán: 940 trillones de pies cúbicos.
  3. Qatar: 910 trillones de pies cúbicos.

Dado que nada puede hacer ya Estados Unidos para convencer o coaccionar a Rusia respecto de su gas, la esperanza es que ejerciendo la suficiente presión sobre Irán se llegue a un acuerdo bajo el cual ambos países admitan algún signo de colaboración en materia energética, algo así como un permiso para desarrollar la energía nuclear bajo cierto control, a cambio de proporcionar acceso al preciado gas natural.

De todos modos, el juego está complicado precisamente porque ambas administraciones, la norteamericana y la iraní juegan al mismo tipo de política demonizadora mediante la cual esperan aglutinar apoyo popular presentándose como defensores de sus correspondientes causas.

De todos modos, es el tiempo quien ha de decidir, y el tiempo corre sin pausa en perjuicio de los Estados Unidos que ve año a año, mes a mes como sus opciones van reduciéndose.

Juego interesante, pero juego peligroso es el que vivimos.

Rusia acaba de decidir que no va a jugar más, ha roto la baraja con América y ha decidido desahuciarla en plenas puertas de la era energética del gas, la última y mas intensa, breve y convulsa era de los hidrocarburos que nuestra civilización ha de vivir.