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Nuestra seguridad nacional depende de la política energética

  • Domingo, 10 Septiembre 2006 @ 15:53 CEST
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Artículos El Suplemento Domingo del diario español El País, de fecha 10 de septiembre de 2006, publica, dentro de un monográfico destinado a recordar los 5 años del 11-S, un artículo titulado Nuestra seguridad nacional depende de la política energética” (solo suscriptores), del ex director de la CIA estadounidense, James Woolsey, que Crisis Energética no puede dejar de pasar sin comentar, por las implicaciones que tiene y dado su interés público. La inclusión de artículos comprados a determinados grupos mediáticos, en este caso, a Global Wievpoint y firmado por Nathan Gardels, como entrevistador, tienen a veces mucha más intencionalidad y lecturas entre líneas de las que a primera vista parecen.

Los comentarios de CE entre líneas, en negrita y en cursiva. James Woolsey (Oklahoma, 1941) fue director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) entre 1993 y 1995. Defensor de la guerra en Irak, Woolsey es un demócrata conservador que ha ocupado cargos importantes en Gobiernos republicanos y demócratas, con los presidentes Carter, Reagan, Bush (padre) y Clinton.

James Woolsey fue director de la CIA entre 1993 y 1995. El pasado 6 de septiembre concedió esta entrevista en la que analiza los logros y fracasos del Gobierno estadounidense en la lucha contra el terrorismo,

Pregunta. Hay quien piensa que éste es el inicio de la tercera guerra mundial contra el fascismo islámico y otros dicen que, tras desmantelar las bases de Al Qaeda en Afganistán, ya no es un asunto militar, sino una cuestión policial y de inteligencia. ¿Cuál es su opinión?

Respuesta. Es una dicotomía falsa. Es ambas cosas. Es tanto una lucha furiosa y longeva contra el fascismo islámico en la que nos tenemos que embarcar, pero la forma de esta lucha no es necesariamente militar como usted sugiere. Puede creer que es una guerra mundial, pero diferente, sin frentes de batalla, muy distinto al campo de batalla que existía en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, o, de hecho, en la guerra fría. Amenazará nuestra existencia si obtienen un arma de destrucción masiva.

El juego de preguntas preparadas y políticamente correctas, para provocar respuestas precocinadas con que transmitir y divulgar la imagen que se desea, suele ser muy habitual en este tipo de reportajes, aparentemente neutros. En este caso, arranca planteando de hecho que el Islam, como religión, tiene una veta fascista. Esta política ideológica de demonización del Islam viene siendo moneda de curso corriente en los grandes medios de difusión estadounidenses y por extensión, todos los medios de difusión occidentales afines . Se nos prepara para actuar con el rifle al hombro en una guerra en la que se advierte de antemano que no se sabe donde está el enemigo, pero que habrá que disparar a mansalva y en la que “nosotros”, evidentemente los “buenos” y sin discusión”, deberemos librar una batalla contra “ellos”, los “malos”, que sólo quedan identificados por ser islámicos y además fascistas. Nada de reflexiones o debates más profundos o equilibrados. Esto es un trágala, revestido de entrevista. Mal empieza el señor Woolsey y su domesticado entrevistador.

Buena parte de esta guerra se realiza con una labor policial y de inteligencia contra las redes terroristas, ya estén ligadas directamente a las operaciones de Al Qaeda o inspiradas por ella, o independientes. Para los que intentamos atajarlo, no importa mucho. Todos están motivados por un punto de vista intolerante del islam radical, que busca establecer un califato global atacando a Occidente.

Al parecer, las cosas están muy claras y no exigen debate. Nosotros, los estadounidenses y por extensión los occidentales ricos, seguimos siendo los buenos y no hemos hecho nada malo ni provocado nada al resto del mundo. Y luego sale un ubicuo Al Qaeda, del que lo único que se sabe es que nació en un parto asistido por la propia CIA, que ha generado redes terroristas, como si de un Spiderman del terror se tratase, apoyado en el Islam radical, que como todo el mundo sabe, no es el saudita, ni el egipcio, ni el jordano, que son “moderados”, al decir del poder estadounidense, sino algo extraño, algo raro; gentes que quieren establecer un califato global (¡nada menos!) a base de atacar a Occidente. Ellos, es decir, nosotros, es decir, los “buenos”, hemos sido enormemente pacientes, tolerantes y democráticos y no hemos buscado dominar mediante la globalidad a los demás y mucho menos atacar a otros, como se ha visto claramente en Afganistán e Irak, últimamente y en varias decenas de países en las últimas décadas. Somos unos angelitos nada radicales. Siguen bien, entrevistador y entrevistado.

Al Qaeda ha sufrido reveses por las eficaces operaciones de inteligencia estadounidenses -incluyendo los exitosos interrogatorios, desde el 11 de septiembre, de Khalid Sheikh Mohamed y los otros prisioneros especiales de la CIA que el presidente Bush mencionó esta semana-, así como por la guerra en Afganistán. Definitivamente se ha recortado su capacidad, aunque no están fuera de combate. Hace sólo unas semanas, si recuerda, fueron detenidos con las manos en la masa cuando intentaban poner bombas en aviones que saldrían del Reino Unido.

Ya vemos los reveses que ha sufrido Al Qaeda, que sigue con su principal lider más suelto que un buey que bien se lame y vemos los éxitos de la guerra en Afganistán, justo cuando hace 24 horas acaban de atacar las cercanías de la embajada estadounidense en Kabul. Las detenciones de Londres siguen envueltas en velos de toda sospecha; Occidente vive cada vez más aterrorizado y con más severos recortes de libertades, en nombre de la lucha contra el terrorismo. Esos son los éxitos. La consecuencia: ya la ven en la misma pregunta: los interrogatorios a personas secuestradas y violando todos los principios del derecho internacional, están resultando, al parecer de Woolsey “exitosos”. Es decir, que se supone deben seguir pasándose por la entrepierna el derecho internacional y los derechos humanos. Este hombre no tiene desperdicio. Es ex, pero actúa como si estuviese en pleno ejercicio de sus anteriores funciones.

P. ¿Comparte la visión recurrente del presidente Bush de que Irak es la línea frontal de la guerra contra el terror?

R. Irak es uno de los frentes de batalla más importantes. Si la situación se vuelve insostenible, los terroristas se beneficiarán muchísimo. Les daría una base de operaciones y confianza, pues daría el mensaje de que Estados Unidos puede ser derrotado y que, por ende, deben persistir en su lucha, pues la historia está de su lado. Si al final Irak puede ser gobernado de una forma similar a la del Kurdistán, entonces los terroristas sufrirán un revés.

No sólo es una visión “recurrente” la del presidente Bush de que Irak es la línea frontal de la guerra contra el terror (el terror nuestro, se entiende, porque nunca había habido tanto terror en Irak). Es más bien una visión obsesiva. De nada ha servido que hace apenas otras 24 horas, hasta el Senado estadounidense, después de cinco lamentables años de silencio, haya gritado en la propia cámara legislativa, que Sadam Husein y su gobierno no tuvieron nada que ver con Al Qaeda y Osama bin Laden (razones claves por las que se fue a una guerra inmoral e injusta). Da lo mismo. La consigna es gritar que aquello es un nido de terroristas, que seguirá justificando la presencia militar del ocupante en Irak el tiempo que sea preciso. Multiplicar la mentira por mil y se convierte en verdad. Y luego dicen que los fascistas y los nazis son los islamistas. Es decir, les avasallamos, les arruinamos, les expoliamos, les invadimos y se crea tal desastre que luego, si nos vamos, les va a resultar todavía peor. Si no fuese por la repetición obsesiva, es un argumento que carece de toda lógica. Y finalmente, la conclusión de que si el resto de Irak (al que Woolsey parece diferenciar del Kurdistán iraquí, como si esto fuese otra cosa: si hubiese dicho algo similar en España respecto del País Vasco o Cataluña, muchos de los que callan hoy en España, con estas declaraciones, hubiesen saltado como resortes) puede ser “gobernado” como el Kurdistán; esto es, como un bantustán, con la presencia de tropas estadounidenses, pues claro, los “terroristas” (recuérdese, “ellos”), sufrirán un revés. Lamentable, aunque estereotipada declaración, que los medios de difusión occidentales llevan repitiendo años.

P. Los Gobiernos suníes de Arabia Saudí, Egipto y Jordania se sienten amenazados por el crescendo chií, que ha tomado fuerza por la mayoría chií que ostenta el poder en Irak, un Irán belicoso y un Hezbolá fuertemente armado.

Los ataques terroristas en Occidente -en Madrid o Londres o Estados Unidos- han sido llevados a cabo por radicales suníes, no chiíes. Están peleando en sus propios territorios. ¿Cómo determina esto la estrategia a seguir?

R. Es cierto que los grupos chiíes no han atacado Nueva York, Londres o Madrid, pero es falso que peleen en sus territorios. La ayuda de Irán a Hezbolá fue obvia en Líbano. También tuvieron influencia sobre Muqtada al Sadr en Irak. Siria, que técnicamente es un Estado gobernado por los chiíes, aunque muchos cuestionarían si el clan gobernante Alawite es tal cosa, también suministró armas a Hezbolá en Líbano.

Los moderados saudíes, jordanos y egipcios hacen bien en preocuparse por el auge en el poder de los chiíes. Pero los saudíes podrían ayudar a reducir la posibilidad de caos en Irak conteniendo a los imanes que impulsan a jóvenes para que salgan de Arabia Saudí y se conviertan en asesinos suicidas en Irak o en cualquier otra parte. Han estado haciendo eso durante años.

Solo le ha faltado decir al ex director de la CIA aquello de “me alegro de que me haga esta pregunta…que ya le había puesto como tarea”, Vuelta con la guerra entre sunnitas y chiítas. Primero se les invade, se les humilla, se les veja y se les destroza. Y luego se les utiliza de forma sectaria, a unos contra otros, para concluir que estos salvajes no saben vivir en paz entre ellos y por tanto, que “nosotros” los “civilizados”, no tenemos más remedio que ir allí a “poner paz”. Si los cínicos volasen no se vería el sol. Ahora resulta que los “pobres sunnitas moderados” como Arabia Saudita, Egipto y Jordania, la tripleta más servil de Occidente y en concreto, Arabia Saudita, que había fomentado el gobierno talibán afgano y anidó a Al Qaeda, ahora están “amenazados” por el “crescendo” chií. ¡Qué bonita especulación! Resulta, que Irán, país agredido múltiples veces por vecinos con la evidente y poderosa ayuda occidental es el que ahora resulta “belicoso”, justo cuando israelíes y estadounidenses llevan años intentando derribar y amenazando con utilizar contra él incluso armas nucleares. El gazpacho ideológico con que responde Woolsey, no tiene desperdicio. Son malos sunnitas y chiitas, según que vayan contra nosotros, los “buenos”. Y los sauditas, que antes eran tan jaleados para que sus imanes fomentasen el envío de sunnitas saudíes (con bin Laden a la cabeza) a realizar acciones muy “belicosas” contra la antigua URSS, hoy deben “contener” a sus imanes, para que dejen de enviar sauditas a estas zonas…porque ahora están ellos, claro está. Muy edificante y moral. El suicida es un asesino, claro está. El piloto de caza, moderno, avanzado y democrático, que arroja toneladas de bombas de fragmentación o de fósforo o de uranio empobrecido sobre población civil o centros poblados, desde la impunidad e inmunidad de los 12.000 metros de altura, ése, sin embargo, es un “freedom fighter”, un luchador por la libertad, como debe ser.

P. ¿Cuál es el mayor fracaso de seguridad para Estados Unidos desde el 11 de septiembre?

R. Tener seguridad en el suministro de combustible y ser energéticamente independientes del Medio Oriente es, en buena medida, lo que no se ha hecho. Hoy día, la mayor parte de la capacidad de exportación de petróleo está en manos de autocracias y dictaduras que pueden usar su riqueza para desestabilizar el sistema internacional. Por ello, el futuro de nuestra seguridad económica y nacional está, hoy más que nunca, aparejado a nuestras políticas energéticas. La habilidad de las democracias para prevalecer en esta larga guerra contra el fascismo islámico estará comprometida mientras estos Estados controlen esa parte de la economía mundial.

Para que aumente la estabilidad global, EE UU debería comprometerse a diversificar su suministro de combustible y sustituirlo en el sector del transporte, que comprende el 97% de nuestra energía para automóviles y camiones, para que en vez del petróleo convencional utilice un sistema fiable basado en combustibles y vehículos de última generación.

Estados Unidos ya no es rico en petróleo fácilmente extraíble, pero tiene una riqueza de otras fuentes energéticas de las que se podría producir combustible para el transporte de forma segura, asequible y limpia. Entre ellos están las granjas, cientos de años de reservas de carbón y miles de millones de toneladas anuales de desechos. Cada uno de éstos puede producir combustible de alcohol -como el biodiésel, el etanol y el metanol- a un precio más barato que el que tiene la gasolina hoy día.

Y al final, salió el mensaje clave. Este señor confiesa, ya claramente, que el problema que tienen los EE.UU. es su enorme dependencia del petróleo (sobre todo, del ajeno) y la única culpa que se arroja sobre los hombros, es no haber construido una droga sustitutiva para esta sociedad adicta al petróleo, que chupa el 25% de la producción mundial siendo apenas el 5% de la población. No. La culpa no es suya, por haber crecido a ciegas, pensando que el combustible iba a ser infinito y estar siempre a su alcance. No. La sociedad occidental no tiene que desintoxicarse de consumos excesivos. No. Tiene uqe buscar drogas energéticas alternativas. Por tanto, la culpa es del petróleo en sí y de su maldita costumbre de haberse ido produciendo en decenas de millones de años bajo suelo de “autocracias y dictaduras” y no bajo es suelo de las límpidas democracias consumistas, tan puras ellas, tan dispuestas a ayudar a los pobres y a repartir democracia, civilización y libre mercado por todo el mundo. La culpa es de estos señores que viven encima de las bolsas de petróleo como si fuesen suyas, cuando la civilización occidental tanto las necesita y puede quedar “desestabilizado” por culpa de estos autócratas. Nada de pedir perdón por no haber sabido planificar que iban hacia esa espantosa dependencia de los combustibles fósiles (especialmente los ajenos). Y cierra el capítulo de un carpetazo, apelando a combustibles y vehículos “ de nueva generación” Y apenas apunta sus objetivos: biocombustibles (cometiendo el error de confundir el biodiesel como combustible “de alcohol”; es decir, maíz para el estómago de sus máquinas; los cientos de años de carbón (adiós, Kyoto, adiós) y los desechos, que aunque ciertamente son muy voluminosos en la sociedad de consumo, no pueden entregar más de lo que se ha gastado en producirlos y tirarlos a la basura (pura termodinámica, señor Woolsey). Penosa salida, para ser todo un ex director de la CIA. No hay datos sobre el reemplazo, ni datos sobre los porcentajes, ni datos sobre los tiempos y esfuerzos necesarios para eliminar la tremenda dependencia energética, su adicción al petróleo, especialmente el ajeno. Hay, eso sí, muchas declaraciones sobre las ganas de meter mano a tanta “autocracia y dictadura” petrolífera y pocas ideas claras de cómo sustituir al petróleo con alimentos humanos, con desechos y con carbón. Una verdadera pena. Un falso debate.

P. Usted maneja un auto híbrido, ¿correcto?

R. Tenemos dos en la familia, es nuestra pequeña contribución a la seguridad energética.

Magnifico colofón. Igual que las marquesas entregaban sus limosnas a la salida de las iglesias a los pobre, este hombre, se compra dos híbridos y así puede dormir en paz, frente al problema energético. El sistema y el modelo, como dijo su jefe, no es negociable. Por el momento. Pues que mientras tanto, descanse en paz.