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El director general y los huesos de aceituna

  • Sábado, 07 Enero 2006 @ 12:30 CET
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Artículos En la sección de “cartas al director” del suplemento provincial de Madrid del diario español El País de 7 de enero de 2006, escribe la carta titulada “En defensa de la biomasa” el sr. Carlos López Jimeno (Director general de Industria, Energía y Minas) - Madrid y por su interés y la importancia del cargo del autor, creemos interesante su publicación y nos permitimos hacer comentarios entre líneas, en cursiva y en negrita, para ofrecer un punto de vista diferente.

La Comunidad de Madrid, como otras muchas regiones avanzadas a escala mundial, apoya el uso de las energías renovables, entre ellas la biomasa. EL PAÍS reflejó dicha política en una información a finales del mes pasado, centrándose en la conseguida mediante la combustión de huesos de aceituna, a lo que un profesor de instalaciones de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) se mostró en contra mediante carta en esta misma sección del diario.

Conviene por ello precisar que la biomasa es la mayor fuente de energía renovable utilizada en el mundo hoy en día y representa más de 1,11 miles de millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). Actualmente es obtenida de los sectores forestal y agrícola como un producto residual de cultivos específicos. Los beneficios medioambientales, según se puede observar en publicaciones de la Agencia Internacional de la Energía (www.iea.org), son muchos, pero cabe destacar la reducción de la presión de consumo sobre recursos naturales finitos, la disminución de desechos en vertederos, la protección de acuíferos subterráneos y la menor salinidad y erosión del terreno, el mantenimiento de las zonas madereras en un buen estado para su reforestación y la reducción de los gases de efecto invernadero a través de la sustitución de los combustibles fósiles.

El Sr. Director general dice la verdad, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), cuando afirma que el uso humano actual de la biomasa supone unos 1.110 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtpe’s), aunque calla que eso es hoy día apenas el 11% de los 10.224 Mtpes que se consumen de energía fósil, nuclear e hidroeléctrica. También calla que el estado del medio ambiente en el planeta Tierra por el uso intensivo y la transformación incesante de la biomasa, especialmente de los bosques del planeta, está haciendo estragos y que ya se han talado más de la mitad de los bosques del mundo que existían antes de nuestra querida revolución industrial y que el ritmo de destrucción neta de lo que queda es superior al 1% anual.

Calla también que la inmensa mayor parte de ese consumo, corresponde a países muy subdesarrollados, que lo utilizan más por imperiosa necesidad, que por un afán medioambiental que no existe en sus evidentes y legítimas prioridades alimentarias, con lo que la cifra, así arrojada a bote pronto, no es para sentirse precisamente orgulloso.

El Sr. López Jimeno también deja de decir que los beneficios de los que habla la AIE son más que dudosos y criticables en ese contexto mundial, del que ha entresacado apenas la cifra global de equivalencia petrolera de la biomasa. Por comentar los que describe, si el objetivo es “reducir la presión del consumo sobre recursos naturales finitos”, algunos no estamos de acuerdo en absoluto, porque si para ello hay que esquilmar lo que hasta ahora eran recursos renovables y por trasladar esa presión consumista van a dejar de serlo, como se aprecia, cuando uno ve la erosión creciente, la degradación del suelo y la destrucción de los bosques, la mejor recomendación no es entonces volcarse sobre la biomasa para mantener este sin sentido de nivel de vida consumista, sino reflexionar sobre el mismo.

Baste señalar que el 11% del consumo de energía primaria anual que supone la biomasa, se lo come un lustro de crecimiento económico mundial al 3% anual. Así que es a pretendida “reducción de la presión”, apenas duraría un lustro de crecimiento deseado y buscado por los ministros del ramo al que pertenece el director general, entre otros. Menos de lo que tardarían en ponerse en marcha las políticas de apropiación de más biomasa para quemar y transformar.

Cuando el Sr. Director General dice que uno de los beneficios es“ la disminución de desechos en vertederos”, también estamos en profundos desacuerdos. La biomasa es precisamente lo único que nunca sobra en la naturaleza. Así que considerarla “desechos”, es un grave error. Si hoy provoca desastres, es precisamente por el modelo de vida industrial y capitalista, de alto grado de concentración fabril y del recurso, que hace que los restos de las plantas utilizadas para un fin específico, no puedan retornar la medio natural del que vinieron, creando dos problemas graves: el primero, el empobrecimiento gradual e imparable de los campos de cultivo de los que sale el producto y no vuelve a entrar ni en una sola gota de desecho. El segundo, porque la gran concentración de esos residuos, tan beneficiosos cuando se devuelven a la tierra en la proporción adecuada, cuando se quedan como subproductos en la salida de una fábrica de piensos o una gran productora de aceite de oliva, SI QUE CREAN un grave problema medioambiental. Hablar solo de esto último sin hablar de la verdadera causa, es retorcer claramente el argumento en busca exclusiva de argumentos para generar electricidad con los sobrantes acumulados por la gran industria de concentración, por no saber qué hacer con ellos.

Por último, cuando el Sr. Director General dice que los demás beneficios son “ la protección de acuíferos subterráneos y la menor salinidad y erosión del terreno, el mantenimiento de las zonas madereras en un buen estado para su reforestación y la reducción de los gases de efecto invernadero a través de la sustitución de los combustibles fósiles”, no sabemos si echarnos a llorar. Los acuíferos subterráneos se agotan fundamentalmente por la enorme cantidad de cultivos intensivos que utilizan el bombeo de esas capas y los consumos incesantemente crecientes de las grandes aglomeraciones urbanas, no porque la biomasa se utilice más o menos para generar electricidad o como sustituto para calefacción. Justo al contrario. Dejen de meter presión a la biomasa, dejen de promover el crecimiento infinito y verán cómo se lo agradecen los acuíferos. También se lo agradecerán los suelos, que se salinizarán menos y no más, como el director general sugiere que sugiere la AIE. Se lo agradecerá la erosión del terreno, que si se degrada es por la presión sobre la capa fértil, precisamente en forma de más cultivos y más madera, como decían los hermanos Marx. En fin, lamentables y más que controvertidos y poco justificados argumentos para llevar el ascua a su sardina.

Queda claro que el uso de residuos para la producción de energía puede, sin duda, contribuir de una forma apreciable al desarrollo sostenible, ayudando a alcanzar los objetivos marcados en el Protocolo de Kioto, habiendo así instado la OCDE a los Gobiernos europeos a modificar sus políticas para promover el desarrollo de la biomasa.

Pues depende, Sr. Director General. Si los recursos, una vez mal utilizados por la gran industria de la concentración, generan residuos que no se pueden volver a reutilizar en los campos de donde salieron de forma natural, como debería indicar la lógica y el verdadero respeto al medio ambiente, entonces, la justificación de quemarlos, POR NO SABER QUÉ DEMONIOS HACER CON ELLOS, sí parece menos dañina que enterrarlos todos juntos, creando problemas ecológicos dobles: uno por no devolverlos al origen y otra porque sus concentraciones grandes pueden provocar problemas químicos en el vertedero. Pero es que no se trata de eso, precisamente, sino de volver a intentar equilibrios y economías a escala más humana y menos brutal y concentrada, ¿sabe usted?. En cuanto al denominado “desarrollo sostenible”, muchos creemos que es una expresión que ya no se sostiene por más tiempo. No hay desarrollo que sea sostenible, como no hay mal que cien años dure, por fortuna. Ustedes podrán seguir apelando a Kioto y a las “políicas de la OCDE” para justificar que si lo dice Kioto o la OCDE, es palabra de Dios. Kioto está muerto, porque sólo prevé una reducción ridícula de emisiones en un tiempo enormemente dilatado, sin tocar el sector productivo, que sigue creciendo alocadamente. Pretender quedarse en 2012 con el 95% de las emisiones de 1990, es como proponerse fumar “solo” 19 cigarrillos diarios en 2012, cuando en 1990 se fumaban 20 cigarrillos diarios y estaba diagnosticado el enfermo de cáncer de pulmón (planetario, en este caso): es poco creíble. Sobre todo, si se sigue insistiendo en producir cada año un 3% más de cigarrillos y se instauran las martingalas de la compraventa de humos y de la aportación de macetas con plantitas para subir la cuota del fumeque, entonces la broma ya alcanza carácter de bufonada, por muy respaldada que esté por la OCDE y por la UE y por tantos y tantos países.

En 2003, en la UE el consumo de biomasa alcanzó los 43 Mtep, con un crecimiento del 6,1% respecto a 2002, lejos de los objetivos establecidos para 2010 por la propia Comisión en su Libro Blanco. Más allá de los usos domésticos, en hospitales, escuelas, y lugares públicos de distintos puntos de Europa se conocen bien los beneficios de las calderas industriales de biomasa. En España, el nuevo Plan Estatal de Energías Renovables 2005-2010 establece un objetivo de incremento del consumo primario de biomasa del 48%.

De nuevo, la colocación de cifras fuera de contexto suele ser un argumento usual de los que quieren llevar el ascua a sus sardina. Veamos. Lo importante no es el crecimiento del consumo de biomasa en 2003 respecto de 2002, sino lo que representa en el consumo mundial o regional de energía primaria, que es el verdadero núcleo del problema que se dice tratar de abordar y resolver. El consumo de energía primaria en la UE en 2004 fue de unos 1.600 Mtpe’s, por lo que presumir de haber consumido 43 Mtpe’s de biomasa y haber subido un 6,1% parece fuera de contexto, a la hora de intentar ser alternativa. Haya libros blancos, negros, planes estatales que juegan a los numeritos y demás. Las cosas, en su contexto. Incluso aunque el uso de biomasa para transformación energética subiese un 100% en toda Europa, que sería el doble que lo que ha propuesto el “ambicioso” plan de energías renovables 2005-2010 del gobierno español, tendríamos que la biomasa llegaría en 2010 de unos 50 Mtpe’s a 100 Mtpe’s. Mientras tanto, el arrollador éxito de los ministros de economía, de industria, que siguen buscando crecer como mínimo un 3% anual, para que no los suspendan en sus asignaturas, habría hecho pasar el consumo de energía primaria de 1.600 Mtpe’s en 2004 a 1.856 Mtpe’s. Es decir, Sr. Director General, por un lado, sacamos pecho y decimos que aumentaremos el uso de la biomasa de 50 a 100 Mtpes de 2005 a 2010 y por otro, que consumiremos 256 Mtpes más de 2005 a 2010. ¿es eso racional o defendible? ¿A qué estamos jugando? ¿Quo Vadis?

Hay muchos más, pero los comentados son datos importantes para seguir potenciando dicha fuente de energía, aunque a algunos les parezca simplemente anecdótico que se produzca también con huesos de aceituna. Cabe destacar finalmente que buena parte de la producción de este residuo se está exportando desde España a otros países de Europa; alguna razón habrá.

Los datos comentados por usted, con todos los respetos, no eran tan importantes,. Creemos que los que hemos comentado aquí lo son algo más, con toda la modestia posible. Lo anecdótico no es que se produzca calor con huesos de aceituna. Lo que eso revela es que hay una industria de transformación del aceite tan concentrada, que no saben qué hacer con el alpechín y los restos de las almazaras, como tampoco saben qué hacer con los residuos de purines de las grandes granjas de porcino, con decenas de miles de ejemplares enjaulados y que cuando encuentran una “solución” al problema de la insufrible concentración industrial, lo presentan como una “venta ecológica” que no es tal. Y ya, cuando se habla de exportar huesos de aceituna “a otros países de Europa”, como la justificación final de que eso es bueno y que alguna razón tendrá, sólo resta por decirle que sí: una razón cosmética y dineraria (las subvenciones y la venta de un “marketing ecológico”)

Resulta impresentable que se trate de decir que es ecológico crear primero en grandes industrias concentradas que por ello generan miles de toneladas de residuos orgánicos, que antes volvían a la tierra de la que salieron de forma natural, cuando existían industrias de escala humana y que luego ,para sacudirse el problema de encima, se envían, quizá a Estocolmo, para que un sueco pueda presumir de ecologista cuando enciende la calefacción en su casa de 300 m2 (900 m3), para ponerla a 20 ºC en un ambiente externo de 20ºC bajo cero, con hueso de aceituna andaluza, porque cumple con Kioto y no emite gases de efecto invernadero. A otro perro con esos huesos.