Bienvenido(a) a Crisis Energética, Anonymous Viernes, 04 Octubre 2024 @ 20:03 CEST

El cultivo más destructivo del planeta no es la solución

  • Jueves, 08 Diciembre 2005 @ 11:23 CET
  • Autor:
  • Lecturas 10.631
Artículos Traducción del artículo de George Monbiot, "The most destructive crop on earth is no solution to the energy crisis ", publicado el martes 6 de diciembre de 2005 en The Guardian:

El cultivo más destructivo del planeta no es la solución para la crisis energética.

En los últimos dos años he realizado un preocupante descubrimiento. Como la mayoría de los estudiosos del medioambiente, he estado tan ciego ante las limitaciones de nuestras fuentes de energía como otros lo han estado respecto del cambio climático. Ahora me doy cuenta de que he invertido mi tiempo en un cierto tipo de fantasía que poco tiene que ver con la realidad. En el año 2003, el biólogo Jeffrey Dukes calculó que los combustibles fósiles que quemamos en un solo año fueron producidos a partir de materia orgánica que contiene 44 x 1081 gramos de carbón, lo cual equivale a decir que contienen unas 400 veces la energía primaria que corresponde a la productividad neta de la biomasa del planeta. O por decirlo en lenguaje coloquial, cada año quemamos el equivalente a la producción energética primaría de 4 siglos de productividad animal y vegetal de nuestro planeta.

La idea de que simplemente podemos sustituir los combustibles fósiles y la extraordinaria densidad energética que conllevan mediante el uso de energías renovables pertenece al género de la ciencia ficción.

Simplemente no hay sustituto para semejante recurso y sin embargo se pregonan alternativas de los combustibles fósiles a los cuatro vientos como una solución realista.

Actualmente se promocionan estas soluciones en las conversaciones de Montreal por estados entre los que se incluye el nuestro (Gran Bretaña) en la esperanza de que podamos evitar las drásticas decisiones que demanda una solución al cambio climático. Al menos podemos decir que uno de esos sustitutos es incluso peor que el combustible fósil que se pretende reemplazar.

La última vez que llamé la atención sobre los riesgos de fabricar biodiesel a partir de aceites vegetales, recibí tantas críticas como cuando había hecho pública mi postura sobre la guerra de Irak. Los entusiastas del biodiesel, descubrí, son tan fundamentalistas en sus convicciones y en su afán de negación como los ejecutivos de Exxon.

Ahora me siento preparado para admitir que mis artículos anteriores estaban equivocados y rectificar, pero estoy seguro que esto no va a ser bien recibido por muchos.

Estaba equivocado porque había infravalorado el impacto destructivo de los biocombustibles.

Antes de seguir adelante, debo aclarar que no veo nada malo en usar el aceite de cocina acondicionado para mover cualquier motor. Me parece una buena idea y creo que la gente que se dedica a recoger el aceite usado para reutilizarlo realiza un buen servicio a la sociedad. Pero hay que reconocer que el potencial de aprovechamiento de aceite usado en un país como el Reino Unido da para cubrir la trescientas ochentava parte de lo que consume nuestro transporte por carretera existente en la actualidad en este país. Más allá de este porcentaje, nos enfrentamos a un problema. Cuando escribí el año pasado sobre este tema, pensaba que el principal problema en relación con los biocombustibles sería la competencia por la tierra arable disponible. Tierra aprovechable para cultivar alimentos sería desviada para producir biocombustibles. Pero ahora me he dado cuenta de que cosas peores están sucediendo. La industria del biodiesel ha inventado accidentalmente el combustible que demanda más energía de origen carbonífero para su producción del mundo. En la promoción del biodiesel, tanto la Unión Europea como los gobiernos del Reino Unido, los Estados Unidos y miles de activistas medioambientales a lo largo del mundo; estamos creando un mercado para el aceite usado de freir las patatas, aceites de semillas, aceites de algas cultivadas en el desierto… En realidad estamos creando un mercado para el cultivo mas destructivo de la tierra.

La semana pasada, el presidente de la agencia federal de desarrollo de Malasia anunciaba que estaban a punto de construir una nueva planta de biodiesel. Esta era la novena decisión de este tipo en los últimos cuatro meses. Cuatro nuevas refinerías están siendo construidas en la península malaya, una en Sarawak, y otras dos en Rótterdam. Dos consorcios extranjeros, uno alemán y otro americano están instalando plantas rivales en Singapur. Todos ellos para producir biodiesel a partir del mismo recurso: aceite de palma.

“La demanda de biodiesel, dicen los noticiarios de Malasia, provendrá de la Unión Europea”… Esta demanda servirá para colocar al menos la mayor parte de la producción de aceite de palma de Malasia”. ¿Porque? Simplemente porque es mas barato que el biodiesel hecho a partir de cualquier otra cosecha.

En septiembre, la organización Amigos de la Tierra publicaba un reportaje sobre el impacto de la producción de aceite de palma. “Entre 1985 y el año 2000, el desarrollo de los cultivos de palma fue el responsable de la deforestación en un 87% en Malasia. En Sumatra y Borneo, unos 4 millones de hectáreas de bosque han sido convertidas en cultivos de palma.

Ahora mismo, otros 6 millones de hectáreas están planificadas para aclarar en Malasia y otros 16,5 millones en Indonesia.

Prácticamente la totalidad del bosque que queda está en peligro. Incluso el famoso parque nacional Tanjung Puting de Kalimatán está siendo desbrozado por los plantadores de palma.

El orangután salvaje estará extinto en breve plazo, como los rinocerontes de Sumatra, tigres, gibones, tapires y proboscidios, simios y miles de otras especies.

Miles de nativos indígenas han sido desplazados de sus tierras y hasta unos 500 nativos que se resistieron, han sido sometidos a tortura por oponerse a su desalojo.

Los fuegos forestales que suelen ahora cubrir la región en espesas humaredas, son principalmente provocados por los cultivadores de palma. La región entera se está convirtiendo en un gigantesco campo de cultivo para aceite vegetal.

Antes de las plantas de palma, que son pequeñas y austeras, existían vastas extensiones de bosque, con árboles de gran tamaño que acumulan significativas cantidades de CO2. Ahora esos bosques son derribados y quemados liberando todo ese carbono a la atmósfera. A medida que el suelo se empobrece, las plantaciones se van desplazando hacia los nuevos suelos resultantes de arrasar el bosque en busca de la turba rica en nutrientes.

Al cortar el bosque, la turba inevitablemente se seca y se oxida, liberando incluso mas anhídrido carbónico que los propios árboles. En términos tanto locales como globales, los efectos del cultivo de palma para biodiesel son mucho mas destructivos que el crudo de Nigeria.

El gobierno Británico conoce estos hechos. En un informe publicado el mes pasado, cuando anunciaba que se comprometía con la Unión Europea para que el 2010 el 5,75% de nuestro combustible para el transporte sea de origen vegetal. Admitía que el mayor riesgo medioambiental sea posiblemente el derivado de cualquier expansión a gran escala en el volumen de tierra dedicadas a los biocombustibles; tanto en Brasil con la caña de azúcar, como en el sudeste asiático, con las plantaciones de palma.

Se ha sugerido que la mejor forma de tratar con el problema sería evitar la importación de biocombustibles que hayan sido producidos de manera medioambientalmente dañina. El gobierno ha consultado si una limitación en tal sentido podría prosperar en el marco de las regulaciones actuales al comercio. La respuesta ha sido que…: una regulación en tal sentido podría afectar negativamente a la política comercial en su conjunto, por lo que la idea se descartó a favor de algún tipo de acuerdo voluntario.

A sabiendas de que este nuevo mercado emergente de los biocombustibles va a significar la importación masiva de aceite de palma, a sabiendas de que nada previene los efectos negativos asociados y el impacto que esta destrucción va a tener sobre los mecanismos reguladores del clima, acelerando más que retardando los cambios que comienzan a ser percibidos por todos; el gobierno ha decidido continuar delante de todos modos.

En otras ocasiones, el gobierno británico ha desafiado alegremente a Europa, pero en esta cuestión, lo que el gobierno británico quiere, y lo que las instituciones europeas persiguen, es básicamente lo mismo: “Es esencial que equilibremos la creciente demanda de transporte”.

Hasta hace poco tiempo, nuestra política era la de reducir la demanda de transporte. Ahora, aunque nada nuevo al respecto se haya promulgado, esa política se ha desvanecido.

Como los conservadores a principios de los 90, la administración laborista parece más bien acomodar sus planteamientos hacia una creciente demanda sin limites perceptibles. Las cifras señaladas la semana pasada por la organización Road Block afirman que sólo el ensanchamiento de la M1 costará al gobierno una cantidad entorno a los 3,6 billones de libras esterlinas (5,34 billones de euros) más que todo lo que el mismo gobierno planea gastarse en el programa de actuación sobre el cambio climático.

En vez de intentar reducir la demanda, se opta por modificar la oferta. Se sacrifican las selvas y bosques del sudeste asiático en un intento porque parezca que se hace algo positivo y de paso permitir a los conductores sentirse mejor consigo mismos.

Esto parece ilustrar la futilidad de las tecnosoluciones ahora perseguidas en Montreal. Tratar de satisfacer una creciente demanda de combustible es una locura, venga el combustible de donde venga. Las grandes decisiones han sido otra vez esquivadas y otra porción de nuestra biosfera se desvanece en humo.