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¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Viernes, 02 Diciembre 2005 @ 20:25 CET
Autor: APG
Lecturas 3.095

Titán, la mayor de las lunas de Saturno, es un mundo "muy extraño" de color marrón y naranja, formado de hielo, alquitrán y petróleo, donde los pies se hundirían y hace mucho frío. Así lo explicó Jonathan Lunine, científico de la Agencia Espacial Europea (ESA), al informar sobre los datos captados por la sonda europea Huygens.

Esto debe alegrar a los partidarios de la teoría abiogénica (el origen del petróleo no sería orgánico)... ¿Alguien sabe cuántos años debemos esperar para que los pozos se llenen de nuevo?

Comments

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno | 8 comentarios | Crea una cuenta nueva

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¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: oops sobre Domingo, 04 Diciembre 2005 @ 01:03 CET

me encanta ver como se toman a pies juntillas las noticias de la prensa para no ser yo menos en esta carrera de obstaculos copio lo que dicen que dijo directamente en ingles que es algo diferente a lo reseñado por agp al menos en lo que se refiere a los crios

"It's a very strange fantasy world made of ice, with things like gasoline and tar that make up the rivers and the lake beds," said scientist Jonathan Lunine of the University of Arizona, asked how he would explain the finding to a child.

"If you try to walk around on it, your feet might get stuck in some places, you'd slide down into methane rivers in other places, and you'd better watch out for the ammonia volcanoes," he said. "And absolutely bring a big heavy coat, because it's really cold - and bring a tank of oxygen because there's no oxygen to breathe, but don't light a match."

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: APG sobre Lunes, 05 Diciembre 2005 @ 17:10 CET

Estimado oops:
Sólo he compartido la noticia, no la he reseñado. Si la traducción al español no coincide con la original en inglés no es culpa mía.
APG

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: oops sobre Lunes, 05 Diciembre 2005 @ 22:10 CET

Razón bastante tienes, APG, pero creo que no de sobra: dejar una noticia, aun sin comentarla, tiene algunas obligaciones como padre o madre adoptivo que la trae al mundo del foro aunque sea para que ella sola se dé a conocer y puedan valorarse sus méritos o defectos. Uno no es responsable de malas traducciones ajenas, pero sí parece recomendable mirar con cuidado, las veces que haga falta, lo que se lee: al fin y al cabo no está el mundo tan a las puertas de venirse abajo como para que un retraso de unos días pueda afectar en nada su evolución. Diría que ya hemos visto demasiados problemas causados por los periodistas (!más que por los economistas!)

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: jprebo sobre Domingo, 04 Diciembre 2005 @ 06:25 CET

En lugar de buscar petroleo extraterrestre, deberian buscar alternativas terrestres y limpias que lo sustituyesen.

En cuanto a la posibilidad que la creación del petroleo no tenga un origen organico, pues no me lo trago por que de ser así, ¿por qué no lo hay por todas partes e incluso en el nucleo del planeta como ocurren con todos los demas elementos conocidos?, se sabe que en el Sol hay incluso vapor de agua y oxigeno, ¿por qué no petroleo?.

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El virus mas destructivo es la especie humana capaz de autodestruirse a si misma, no hay antidoto....excepto el exterminio.

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https://www.facebook.com/editorialquadrivium

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: TEdison sobre Domingo, 04 Diciembre 2005 @ 10:54 CET

Inorgánica y con un ciclo de renovación más o menos 'visible' es el agua, y aun asi tenemos problemas de escasez y consumo desequilibrante. Asi que como para esperar que no los haya con algo que anda por las profundidades de la tierra y cuya 'posible renovación' nos resulta invisible.

No veo por qué nos hemos de alborotar tanto con la teoría del origen inorgánico. o mejor dicho, con una posible demostración de que el petróleo tiene un origen inorgánico. Ningun crítico que yo haya leído de las discusiones que aceptan el cenit se basa solo en la teoría del petróleo inorgánico, y con razón. También el planeta Tierra tiene un origen abiotico, y eso no significa que le podamos hacer pedacitos cada seis años y volver a construirlo dos galaxias más allá...

La cuestión del origen del petróleo es una cuestión que tenemos que ver desapasionadamente, pues su interés es mucho y la información que tenemos el 60% de los que andamos por aqui para meter baza informadamente, poca; por lo demás, ni una causa orgánica ni otra inorgánica pueden corroborarse al 100% en cuanto hipótesis cientificas y en tanto hipótesis cientificas, y si se esgrimen como dogmas es porque se han convertido en lemas.

Mientras no vea que cualquiera puede clavar un "supergrifo" manejable por un solo individuo en la parte de la tiera que le apetece, y con solo darle vueltas extraer petróleo a voluntad -no pido que el grifo lo refine a voluntad- lo razonable es considerarlo escaso y no renovable, y hacer hipótesis y predicciones en esos terminos.

Cuestión distinta y a considerar es que los datos públicos sobre escasez estén manipulados, y que no sé declaren reservas por razones especulativas, geopolíticas, etc. Pero si esto es así, ni se demuestra diciendo que el petróleo tiene origen inorgánico, ni se refuta porque sea orgánico. Y si yo digo, para engañaros, que en la habitación no hay sillas y resulta que sí las hay, eso no significa que haya infinitas sillas.

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: ferz sobre Domingo, 04 Diciembre 2005 @ 17:20 CET

Yo echaría unas cuentas:

En 2003 se habían consumido unos 900 billones de barriles, esto es teniendo en cuenta que en USA un billon son mil millones (no un millón de millones) nos da un total de 900.000.000.000 barriles, teniendo cada barril un total de 159 litros podemos contar con una extracción acumulada de 143.100.000.000.000 litros de petróleo en todos estos años de industria. Haciendo la conversión eso nos da 143.100.000.000 m3 de petróleo, o lo que es lo mismo, 143,1 km3 de petróleo, casi nada, un cubo con 143km de lado.

El agua estimada en la tierra es de 1,4 billones de m3, es decir, aproximadamente 1.400.000.000 km3 de agua. Eso contando la de mares y océanos, casquetes polares, continental y presente en la atmósfera, si sólo contamos la de mares y océanos como relevante podemos dejarlo en "sólo" 1.338.000.000 km3.

Sin entrar en si su origen es biótico, abiótico, o si lo fabrican en las churrerías, me da a mi que si en tan sólo este poquito tiempo hemos hecho semejante "boquete", qué pasaría durante toda la historia de la tierra (4500 millones de años!). Pongamos un tiempo prudencial, como medio millón de años de evolución, si como propugna la teoría abiótica el petróleo se genera en capas profundas, y no tenemos que preocuparnos por su cantidad porque los pozos se rellenan mágicamente, eso es que se genera al menos a la misma velocidad que lo consumimos. Haciendo una media nos da que hemos consumido 1km3 por año aproximadamente. En 500.000.000 años se tendrían que producir 500.000.000 km3 de petróleo según sera teoría!!! Eso significaría que o bien ese petróleo se consume y conbustiona en las capas profundas (¿y los gases?) o que si asciende tan ricamente hoy en día tendríamos unos bonitos océanos de petróleo.

Conclusión: da igual el origen del petróleo, este se genera tan lentamente que no va a suponer ninguna diferencia. Repito, no entro en el origen del petróleo, sino en la cantidad producida y el ritmo de generación según cierta documentación existente, si contásemos la media al ritmo de consumo actual seguramente habría más petróleo que agua en este planeta. Es mi opinión, pero a mi las cuentas no me salen.

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

Escrito por: hemp sobre Domingo, 04 Diciembre 2005 @ 12:56 CET

Más en la linea de TEdison..

Esta noticia.. nos dice que existe vida allí arriba, o si no ¿como es que hay petróleo?

En el tema del "petróleo sostenible" es presicamente este tipo de observaciones de los astrónomos que indican un posible origen in-organico del petróleo.

Aún así, orgánico o no, sigue siendo un recuros finito.. o por ejemplo las minas de cobre, zinc, uranio etc. son inagotables??

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El chollo se acaba y ver que hacemos...

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El chollo se acaba y ver que hacemos...

Sueños espaciales

Escrito por: PPP sobre Domingo, 04 Diciembre 2005 @ 15:02 CET

Hora de revisar un poco la carrera espacial. Desde que en 1957, los rusos lanzaron el primer satélite artificial, el Sputnik 1 y luego, casi a continuación el Sputnik II con la perra Laika a bordo, hemos asistido a un vertiginoso crecimiento de organismos espaciales en EE.UU. Europa, URSS, hoy Rusia, China , India, etc., y hasta de visionarios privados, espoleados por premios más o menos sustanciosos. Hemos asistido al inicio del turismo espacial, de multimillonarios caprichosos y a muchas más cosas.

Nunca se ha puesto seriamente en cuestión la oportunidad o los objetivos últimos de intentar salir del hábitat, del claustro materno. En los dulces años del crecimiento infinito y la fe ciega en el progreso tecnológico, hubiese sido tabú, poner algún pero a este desarrollo vertiginoso.

Todo quedaba cubierto por el manto del cuidadoso y extenso marketing de la NASA, que aseguraba que si hoy tenemos cocina vitrocerámica, es gracias a ellos (parece que algunos de los astronautas a los que alguna vez les falló el escudo térmico fueron mártires por el bien del ama o amo de casa) y que muchos otros estudios han sido enormemente útiles a la humanidad. Siempre oíamos que los astronautas subían cargaditos de abalorios, para experimentar con medicinas en condiciones de microgravedad, que iban a resolver los problemas del hombre. O gusanos, mariposas o ratones, para experimentar las cosas más inverosímiles.

Hubo un paso importante para las comunicaciones, con el lanzamiento de decenas, quizá ahora cientos de satélites, que ciertamente han facilitado las comunicaciones entre continentes distantes y las comunicaciones mundiales en general. Se desarrollaron para comunicaciones telefónicas en primer lugar, luego se extendieron al creciente mundo del intercambio de datos e Internet y hasta para las aplicaciones del GPS o localizador terrestre, basado en los datos de varios satélites, una de cuyas aplicaciones populares, la del GPS para el coche privado, viene a ser la más inútil. En cuanto a las comunicaciones telefónicas y de datos, la carrera parece irse decantando a favor de la fibra óptica terrestre o submarina, que ya alcanza dimensiones y capacidades que difícilmente pueden igualar los satélites, habiendo dejado a estos relegados para comunicaciones distantes, dispersas y hacia o desde lugares muy remotos del planeta, sin cobertura de fibra, que difícilmente pueden rentabilizar económicamente el enorme gasto de lanzar y mantener esos satélites, ya que en esas zonas, las gentes suelen tener poco poder adquisitivo, salvo que sean grandes empresas que operan en lugares remotos, como petrolíferas en plataformas marinas, etc. Un tercer campo, que sigue resultando de utilidad, sobre todo para las empresas audiovisuales, es el de las imágenes de televisión, que ofrecen innúmeros canales, aunque de nuevo, la competencia de la televisión terrestre, que había perdido puntos, vuelve a ganarlos con los nuevos sistemas de compresión, televisión por cable o fibra o los nuevos sistemas de compresión digital de la denominada televisión digital terrestre. Todo ello, sin entrar en lo útil de los contenidos o en el control global de la información, en manos de cada vez menos personas o grupos de poder.

Esos satélites, se lanzan, además, necesariamente sobre la órbita geoestacionaria, llamada así, porque es la única que está en el plano del ecuador terrestre y dada la distancia a la tierra, que es función exactamente directa del tiempo que tarda en completar un objeto una órbita, es una única órbita, situada, más o menos a 60.000 Km de distancia, en la que los satélites se mantienen en una posición teórica fija desde el observador terrestre, requisito fundamental para que las antenas terrestres que lo reciben, no tengan necesidad de moverse nunca. Pues bien, para que el satélite se mantenga en ese punto fijo teórico, debe estar realizando constantemente pequeños ajustes, que requieren encendido de motores y gasto de combustible. Por ello, se suelen ofrecer con una vida útil limitada, en relación con la capacidad de carga de los depósitos, que suele oscilar entre el lustro de los primeros y los tres lustros de los actuales. Esa órbita está hoy bastante llena y los países tienen que acudir a conferencias internacionales para asegurarse y asignarse puntos de esa órbita que estén más o menos en su longitud terrestre. Además, generan mucha chatarra espacial.

Otro de los usos más generalizado de los lanzamientos espaciales, es para los estudios meteorológicos. La verdad es que en eso ha habido grandes progresos y los satélites pueden detectar con bastante antelación fenómenos como tormentas, huracanes, ciclones y hasta gotas frías. También los hay capaces de fotografiar y estimar con gran detalle cosechas, sequías, variaciones del clima o de los agujeros de la capa de ozono y proporcionar así detalles de las cosechas, del deshielo de los glaciares o de los polos terrestres, etc. etc. Todo ello, claro está, con cierta utilidad, por ejemplo, para los recaudadores de impuestos, los meteorólogos de obligada presencia en cada telediario o los geólogos. Y todo ello, claro está, sin que por ello se haya podido evitar que siga habiendo grandes desastres, que previsiblemente estos vayan en aumento, precisamente por la cada vez más agitada intervención humana (de la que la carrera espacial y la aeronáutica no son en absoluto ajenas) o se haya frenado el destrozo creciente que nuestra civilización inflinge al planeta, o se haya podido evitar el crecimiento de las plantaciones de drogas, o la invasión de los cultivos genéticamente modificados. Pareciera, en el fondo, que tanto satélite, sólo sirve para observar con impotencia y mucho detalle, eso sí, las terribles consecuencias de nuestras acciones, no para evitarlas o corregirlas.

Mirando hacia atrás sin ira, lo que vemos no produce tanto entusiasmo, aunque todavía haya astronautas de diversas nacionalidades, que montan las naves del imperio y que luego van a colegios llenos de fervor futurista, a enseñar a los niños los efectos de la falta de gravedad en el riego sanguíneo y cosas similares. Vemos que la cohetería se ha desarrollado bastante y que, como casi todas las cosas, ha terminado más en el ámbito militar que en el pacífico, que no se sabe muy bien a qué obedece. Uno no puede evitar tener la misma sensación sobrecogedora de que los cohetes espaciales son al progreso de la sociedad civil, lo mismo que las centrales nucleares de generación de energía y uso pacífico, a la tecnología nuclear para usos militares: un justificante subordinado. La carrera espacial puso el cuerpo a los misiles nucleares balísticos intercontinentales y a las nuevas generaciones de misiles de pequeñas cabezas nucleares y gran precisión y la industria nuclear se encargó de rellenar las cabezas de basura atómica explosiva, como lo demuestra la mala conciencia que persigue a los que tienen los almacenes militares llenos de estos diabólicos ingenios y gritan con la cínica desesperación del “piensa el ladrón que todos son de su condición”, que Irán quiere enriquecer uranio, no para las centrales civiles que planea, sino para hacer bombas; justamente como ellos.

Hoy miramos todavía con respeto reverencial a Neil Armstrong, el primer astronauta que pisó la luna, pero 36 años después, no sabemos muy bien para qué demonios sirvió aquella carrera frenética del programa Apolo que ganó el prestigio para los EE.UU. y que perdieron los soviéticos. Y que tanto dinero y esfuerzo costó a la sociedad humana, aparte de la consabida catarata de bienes de consumo modernos con que nos inunda todavía la NASA para justificarse, alegando que han servido para “mejorar nuestras vidas”, algo que cuando se levanta la vista y se mira al planeta desde una cierta altura intelectual (no hace falta un cohete para verla desde alturas planetarias), se puede poner más que en duda, viendo cómo anda la población mundial y cómo determinados inventos sólo han servido para acelerar los procesos de agotamiento y para beneficio superfluo de los menos y depredación de los más.

Eso no impide que un patético Bush, utilice un posible viaje a Marte o vuelva a resucitar otro programa Apolo bis a la luna, como medio de volver a resucitar el “espíritu del 69”, con en que el mundo quedaba boquiabierto y perplejo, viendo dar aquellos famosos saltos de la rana a los astronautas, sobre el suelo lunar. Cree que así recuperaría la credibilidad que el departamento de marketing de la NASA le dio al difunto Kennedy, por aquella otra aventura, cuando todos creíamos que el mundo no tenía límites y el consumo de la energía era también ilimitado y sin apenas costes. Tampoco impide que los pragmáticos chinos se encuentren ahora emulando, con varias décadas de retraso, esos mismo pasos hacia el vacío (nunca mejor ni más ajustada la expresión), que en su día dieron estadounidenses y rusos y también sean de la creencia, al igual que los faraones, que al pueblo hay que darle pirámides para que trabaje con los excedentes de mano de obra y no se le ocurra pensar que a lo mejor era mejor descansar el séptimo día y dejar de transformar tanto la tierra, con tanta mano de obra esclava y tanta apropiación de recursos para alcanzar la nada de forma tan gloriosa.

Todos estos programas, van ignorando que el hombre se ha levantado de su magnífica condición de bípedo implume o mono desnudo peludo, a la condición de hombre moderno y “civilizado”, a condición de irse apropiando, cada vez más y más rápidamente, de los limitados recursos que el planeta le ofrece, para una vida estable y verdaderamente sostenible o sustentable, como muy bien dicen en Latinoamérica. Se han basado, como toda la civilización industrial y capitalista, en que el crecimiento podría ser infinito, ya que la energía disponible para transformar el mundo y hasta el universo, creían que era infinita. En este sentido, se ha operado una perfecta simbiosis entre la astronáutica y la sociedad industrial y capitalista; perfecta interrelación entre la parte y el todo. Ha sido la carrera espacial la que ha prestado, durante unas décadas, la ilusión de que el hombre no tenía límites y que podríamos ir a las estrellas e ir colonizando sin cesar el universo. Esa guerra de las galaxias ha calado a fondo en las mentes humanas, que no se preocuparon jamás, por ver qué movía a las naves de buenos y malos por el universo a esas velocidades tan impresionantes, para irse a tomar unas bebidas a otra galaxia. El mundo industrial y capitalista ha correspondido con generosidad, alimentando esta fábrica de sueños, que surgió en la antigua URSS en 1957 ad majorem gloriam de un comunismo por entonces ya bastante fosilizado y con muchas pretensiones de emular y superar al capitalismo en barbaridades constructivistas y siguió su perfeccionamiento en el antiguo Cabo Cañaveral, que pasó a ser Cabo Kennedy, en honor al hombre que se dio cuenta de que no había máquinas de sueños de calibre similar, para hacer creer a la gente que el progreso industrial y de aumento de los bienes de consumo y del aumento incesante de la movilidad, era ilimitado, verdadera esencia para hacer “sostenible” o “sustentable” al insostenible e insoportable capitalismo, que como el cáncer, solo tiene sentido si crece exponencialmente.

Y en estas, llegamos a los límites del combustible fósil, de las existencias o “stocks” de la llamada “sangre de los dinosaurios”: el petróleo. Empezamos a ver la cima de la curva de Hubbert e intuimos su previsible e inevitable caída y cunde el pánico, en todos los que durante décadas creímos que el capitalismo podía ser sostenible en su insostenible crecimiento; que los Corte Inglés, los Wall Mart, los Carrefour y similares, podrían seguir expandiéndose hasta ocupar no sólo toda la superficie terrestre, sino toda la galaxia. Y lo veíamos como Luke Skywalker, no como Darth Vader, como cosa buena y deseable, no como cosa mala e indeseable. Pero ahora resulta que ese gigante tiene los pies de barro; más concretamente, tiene los pies de combustible fósil, que es el que ha permitido rellenar de hidrógeno líquido y demás combustibles muy energéticos los depósitos de los maravillosos cohetes. Y resulta que este planeta, que tanto nos habíamos empeñado primero en destruir y luego en abandonar, es el que nos esta empezando a abandonar a nosotros y a nuestra insostenible forma de vida y a negar los combustibles fósiles que tardaron decenas de millones de años en formarse y que vamos a agotar en apenas dos siglos o tres.

Y entonces, surge lo previsible: la industria espacial ve que se queda sin fondos, se queda sin fuelle, se queda sin sueños, porque el mito de la energía ilimitada en que se basaba, se empieza a hacer pedazos. Y colaboran activamente con los demás sectores de la industria que comulgaban con esta fe desarrollista, para seguir intentando sostener lo insostenible. Y sacan sus “investigaciones” sobre el helio-3 en la luna, y se empiezan a divulgar artículos sobre la infinita energía que de ese raro isótopo que en la luna se encuentra, se podría sacar si se “cosechara” con una línea regular de vehículos espaciales y minería lunar ad hoc. Cuando eso queda evidenciado como algo ridículo, vuelven a la carga y ahora la ciencia espacial, siempre al servicio de la filosofía del crecimiento infinito, que es la única que puede justificar sus presupuestos, ha venido al rescate de la teoría abiótica del petróleo y del metano; esto es, de esa teoría que dice que esos combustibles fósiles no provienen, necesariamente, de la descomposición lenta de la materia orgánica a través de las eras geológicas y cocinada por las presiones telúricas, sino que puede ser que salga de origen mineral o de cualquier otro origen. Con ello, se resucita el muerto de un petróleo o gas natural de nuevo no finito, o al menos no sujeto a los límites más o menos conocidos de las reservas probadas. Dice ahora la ciencia espacial, en este caso, la ESA, que han descubierto, nada menos que en Titán, una luna de Saturno, con su sonda europea Huygens, trazas de hielo, alquitrán y petróleo.

Podemos seguir soñando, pues, que el petróleo no tiene límites. Las fábricas de sueños espaciales siguen administrando somníferos, para evitar tener que enfrentarse a la cruda realidad: que hasta el científico que lo anuncia, Jonathan Lunine, vive, él mismo, en ese extraño mundo de alquitrán y petróleo y que eso es lo que tiene que utilizar en su coche para ir a dar la conferencia y lo que tienen que utilizar en su avanzado centro espacial, para sintetizar los combustibles que en su día empujaron a la sonda Huygens en busca de un sueño perdido.

Mientras buscamos con las sondas lejos, como el ciego con su bastón explora horizontes inciertos, uno mira al cielo estreallado desde la ciudad y sólo acierta a ver Marte, que es planeta guerrero muy luminoso y dos o tres estrellas gordas más. Pero la agencia espacal europea, no parece sacar conclusiones del por qué de ese manto espantoso y apocalíptico que nos nubla la visión de aquel cielo tan maravillosamente estrellado que veíamos en nuestra niñez. Ellos, por menos que un satélite de Júpiter, no se toman la molestia de trabajar. De ver en que barrizales de hielo, alquitrán y petróleo nos encontramos aquí abajo.

¡Más petróleo!... en una de las lunas de Saturno

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