Bienvenido(a) a Crisis Energética, Anonymous Jueves, 25 Abril 2024 @ 15:19 CEST

¿Cómo responder al desafío energético?

  • Lunes, 03 Octubre 2005 @ 00:17 CEST
  • Autor:
  • Lecturas 6.965
Artículos El diario El País plantea un debate en su sección de opinión del domingo 2 de octubre de 2005, entre Carlo Rubia, premio Nóbel de Física en 1984, por un lado y por el otro, de Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España.

Bajo el interesante título genérico ¿Cómo responder al desafío energético?, el primero titula el suyo “el mundo de mañana, hoy” y el segundo trata de “El modelo energético español”.

Dada la categoría de ambos personajes, la importancia de las entidades que representan y del asunto que tratan, Crisis Energética, en el ejercicio del derecho a la información y el derecho a la crítica, publica a continuación ambos artículos debidamente comentados y los expone al debate público en sus páginas, para un mejor conocimiento de la situación energética española y mundial. Los comentarios de Crisis Energética aparecen en cursiva y negrita.

El mundo de mañana, hoy

Carlo Rubia

Premio Nobel de Física de 1984.

Todo el mundo estará de acuerdo con que el progreso futuro de la humanidad será imposible sin un suministro energético importante y continuado; concretamente, que la energía es necesaria para la humanidad y siempre lo será. El principal problema subyacente es, evidentemente, el explosivo crecimiento demográfico, que en la actualidad es de unos 90 millones de nuevos seres humanos nacidos cada año (10.000 personas cada hora), principalmente en los países en desarrollo. Se supone que esperarán mucha más energía para vivir dignamente. Existe una enorme correlación entre la falta de energía y la pobreza: 1.600 millones de personas -una cuarta parte de la población mundial actual- vive sin electricidad, y unos 2.400 millones de personas recurren casi exclusivamente a la biomasa tradicional como su principal fuente de energía. Con el actual nivel de consumo, las reservas conocidas de carbón, petróleo, gas y energía nuclear corresponden a una duración del orden de 230, 45, 63 y 54 años, respectivamente. La longevidad real de la era de los combustibles fósiles, necesariamente limitada, se verá influida, por un lado, por el descubrimiento de nuevos recursos explotables, sumamente dependientes del precio, y por el otro, por el inevitable crecimiento de la población mundial y de su nivel de vida.

CE: Irreprochable comentario del profesor Rubia respecto de la población y la limitación de los fósiles. Sólo le ha faltado comentar que la segunda mitad de la extracción de cualquier recurso de la tierra, supone el tener que acceder a yacimientos cada vez más pequeños y dispersos, más profundos, de peor calidad y en lugares cada vez menos accesibles. También le ha faltado mencionar que la producción, y por ende, el consumo de combustibles, NUNCA siguen una función lineal, como pareciera desprenderse de sus comentarios a la duración de las reservas conocidas, sino una curva en forma de campana y que el momento del conflicto y la crisis, no es cuando se llega al agotamiento total del recurso, sino cuando se llega al cenit de la producción del mismo, momento a partir del cual, cada vez habrá menos energía para cada vez más personas, que sobre todo, cada vez intentan consumir más.

Aunque estos factores sean difíciles de evaluar, teniendo en cuenta el largo plazo para el desarrollo masivo de algunas de las nuevas fuentes energéticas, el final de los fósiles baratos y abundantes, con la excepción del carbón, podría estar ya a la vista. El consumo de fósiles, en especial de carbón, puede verse frenado de forma prematura por trastornos medioambientales inaceptables y relacionados con el efecto invernadero. El efecto climático de la quema de cierta cantidad de combustible fósil provoca una captura energética 100 veces mayor debido al aumento de la radiación solar atrapada (si quemamos 1 con un fósil, el incremento de calor solar inducido e integrado es superior a 100). La duplicación de la concentración preindustrial de dióxido de carbono en la atmósfera se producirá después de la extracción de aproximadamente un billón de toneladas de carbón fósil. En la actualidad, vamos hacia la duplicación del CO2, dominada por el efecto invernadero, en unos 50 o 75 años. La mera respiración de tanta gente representa hasta un 10% de las emisiones globales de CO2.

CE: La afirmación del Sr. Rubia, de nuevo pone con precisión el dedo en la llaga del efecto invernadero, el calentamiento global y demás, en un intento de alineamiento con las tesis del calentamiento global, pero para arrimar el ascua a su sardina energética. Hasta aquí, nada que añadir. Sin embargo, sus reflexiones sobre los efectos de la población humana, simplemente volcadas al número y no a la forma en que los distintos grupos humanos consumen la energía en la actualidad, así como que “la mera respiración” humana contribuye a un 10% de las emisiones globales, empieza a ser preocupante, porque no se sabe bien qué pretende, con esa exposición. Si quiere decir que sobramos en el planeta, debería decir por qué. Y si la respiración humana es causante del 10% de las emisiones de CO2, debería hacer mucho más énfasis en el 90% de las emisiones que no lo son, y que por tanto habría que empezar a analizar, para ver cómo nos deshacemos de ellas, antes que cortar el aliento a la población. A nadie se le oculta que quizá seamos ya demasiados seres humanos sobre el planeta, pero sobre todo, hay que ver cuales son las principales causas de las emisiones. Y la vida de 6.300 millones de monos desnudos no parece ser la principal.

Sin embargo, debería decirse que, aunque se apliquen universalmente las fórmulas de Kioto, en general son insuficientes. Por ejemplo, supondrán un retraso de sólo unos siete años en la duplicación del CO2. Debido a que el CO2 permanece en la atmósfera durante muchos siglos, la ralentización de los índices de emisión sólo retrasa el llegar a cierta concentración de gases invernadero, pero no lo evita. Generalmente se cree (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC) que sólo un gran cambio tecnológico puede modificar drásticamente el actual modelo energético tradicional. Se necesitan nuevas fuentes masivas sin emisión de gases invernadero para compaginar la enorme demanda energética, que está creciendo rápidamente, en especial en los países en desarrollo, con un impacto climático aceptable debido al calentamiento inducido de la Tierra.

CE: De nuevo, el profesor Rubia da una de cal y otra de arena, para terminar la exposición al final, con el ascua bien arrimada a la sardina nuclear. En Crisis Energética llevamos tiempo diciendo lo que ahora afirma el Nobel Rubia: que el Protocolo de Kioto es un engaño y que no sirve para nada; dicho de forma elegante, que es insuficiente (muy insuficiente) Si uno va a las estadísticas de la producción de combustibles fósiles de BP del 2004, se puede observar un crecimiento de un 3,4% en la producción de petróleo, de un 2,8% en la de gas natural y nada menos que un 7,2% en la de carbón. Por tanto, el Sr. Rubia tiene razón, es insuficiente. Pero porque no sirve para nada, dado que prevé limitaciones ridículas y voluntarias y NINGUNA exigencia de limitar el crecimiento económico y el consumo exacerbado de los poderosos, causa principal del aumento.

Pero cuando empieza a apuntar la solución, el señor Rubia, muestra la patita por debajo de la puerta: exige “un gran cambio tecnológico” como remedio de todos los males (siempre la confianza ciega en que la tecnología nos salvará y no las decisiones políticas y humanas trascendentales) y también exige “nuevas fuentes masivas sin emisión de gases invernadero para compaginar la enorme demanda energética..”; es decir, más de lo mismo. Ninguna intención de cambiar el modelo de crecimiento infinito de la economía y el consumo, sino más bien todo lo contrario: un frenético intento de seguir la senda del crecimiento infinito. Y finalmente, remata con la consabida y manoseada cantinela, tan de moda últimamente en occidente, de que los causantes del desaguisado planetario son “en especial los países en desarrollo”, habiéndole sólo faltado rematar con que son China e India. Esta falsedad, a fuerza de repetirse, cala en cualquier conciencia, pero no resiste el más mínimo análisis. Por ejemplo, si se va a las estadísticas de BP antes mencionadas, se observa que los EE.UU. aumentaron su consumo de energía primaria un 1,5% entre 2003 y 2004, lo que supuso un total de 33 millones de toneladas equivalentes de petróleo más. La peligrosa china ,del tremebundo peligro amarillo aumento su consumo, efectivamente, un 13,1%, entre 2003 y 2004, aunque su aumento en valores absolutos fue de 182 millones de toneladas de petróleo equivalente. Claro que si se calculan por población, a cada chino le tocó un aumento de un barril más per capita, de los 7 barriles que consumía por todos los conceptos, pasando a 8 barriles, mientras que cada estadounidense aumentó también en un barril de petróleo más su consumo, pero desde la nada despreciable cantidad de los 59 barriles que ya consumían, pasando a ser máquinas de consumir 60 barriles al año. Sin embargo, nadie dice que los estadounidenses o los europeos y su nivel de vida sean responsables de ningún cataclismo. Ni por supuesto aboga por reducir ese consumo absolutamente irracional y destructivo. Bonita perspectiva eurocentrista, la de Rubia.

Ha llegado el momento de plantearse seriamente y desarrollar con firmeza una I+D apropiada para nuevas fuentes de energía primaria, sin las que la humanidad podría estar abocada al desastre. Sólo dos recursos naturales tienen la capacidad potencial de ofrecer alternativas adecuadas a largo plazo: las energías nuclear y solar. Pero la energía solar no es la energía solar de hoy en día, y la energía nuclear tampoco es la energía nuclear de hoy en día. En los años sesenta, los "átomos por la paz" prometieron una energía nuclear barata, abundante y disponible universalmente, en la que los escasos países "nucleares" garantizarían los conocimientos necesarios a las muchas otras naciones que han renunciado al armamento nuclear. Actualmente, la situación dista mucho de ser aceptable: debido al desarrollo tecnológico, el vínculo entre las aplicaciones pacíficas y militares se ha acortado peligrosamente. Una energía nuclear libre para todos los países, sobre todo para el mundo en desarrollo, sólo se podrá aceptar una vez que el cordón umbilical entre energía y producción armamentística se haya cortado. La fisión del torio y la fusión de deuterio-titrio pueden lograr esos objetivos. Éstas son nuevas energías nucleares con residuos de corta duración y sin proliferación, capaces de proporcionar energía durante los próximos milenios: la diferencia entre renovable y no renovable se vuelve académica.

CE: De nuevo la veta del tecnólogo en estado puro: la I+D nos salvará. Curioso que esta plegaria, de meter más dinero en el mismo garito que dirigen, salga siempre de los mismos cenáculos que llevan años o décadas recibiendo ayudas y fondos multimillonarios de los gobiernos europeos y estadounidense. El que se oponga a este criterio de inyección permanente para que la tecnología nos salve, será tachado de ignorante y retrógrado. El centro que tantos años ha dirigido Rubia, el CERN, es la prueba más eficiente de gigantescas cantidades de dinero volcadas a mayor gloria de una ciencia que no sólo no está al servicio del hombre, sino que ha dilapidado recursos enormes, mientras el modelo social en el que están insertos, destrozaba el planeta con total impunidad. Y aquí ya se suelta la melena de las soluciones, porque sin soluciones que alegren nuestros corazones, no hay subvenciones: la nuclear y la solar. Por supuesto, nada de dar cifras, ni de poner las cosas en contexto, para ver el disparate que se pretende.

Por ejemplo, en su propia descripción de las reservas conocidas, admite que hay uranio para apenas 54 años, olvidando mencionar que al pobre ritmo de consumo actual, que apenas representa el 6% de la energía primaria mundial, con sus 440 centrales nucleares. El premio Nobel de Física parece no saber de cuentas elementales. Habrá que proponerle el siguiente problema cuántico: si 440 centrales nucleares producen apenas el 6% de la energía primaria mundial y sus reservas del combustible de uranio que utilizan, duran 54 años a ese ritmo ¿cuánto durarían si tuviesen que reemplazar a los combustibles fósiles y representar el 100% de la energía primaria? ¿Cuál sería su coste económico, tecnológico y de materiales, cuya producción (cemento, acero, etc. Etc.) son enormemente contaminantes? ¿En cuánto tiempo se podrían hacer? ¿Qué países o grupos humanos tendrían dinero para comprarlos? Y ahora sale con que toda esa energía era un fiasco, porque ha servido para justificar con una política de “átomos para la paz” la creación del mayor arsenal destructivo conocido por el hombre. Ahora sale reconociendo, aunque de forma oblicua, que no todos podemos tener derecho a esa energía, claro, sino sólo, se supone, los países “civilizados y democráticos”, porque los demás podrían terminar haciendo bombas. ¡Si lo sabemos nosotros, los occidentales y capitalistas, que somos los que las hemos fabricado! La mala conciencia a veces desborda el imaginario de algunos personajes, sin pretenderlo.

Pero hete aquí que viene el profesor Rubia a desempolvar ahora su ya vieja propuesta, que tiene más de una década. Y se nos presenta con dos entelequias: la fisión del torio y la fusión de deuterio y tritio. Para la primera, aunque aquí no ofrezca datos, sabemos que consiste en meter un acelerador de partículas del tipo CERN, en forma de mini CERN, para convertir le torio en un isótopo de uranio que los malvados iraníes, por ejemplo, no pudiesen utilizar para hacerse bombas atómicas, como las que ya nos hemos hecho los europeos y estadounidenses. Los únicos inconvenientes, que el ocupado y prolífico profesor Rubia parece haber obviado, es que esas centrales son lo que los coches híbridos a los normales: buscan solucionar un problema de exceso de consumo metiendo dos motores en el coche. Aquí se trataría de fisionar un isótopo de uranio (U233), igual que con una central de fisión convencional, pero a base de bombardear torio con un acelerador de partículas, que además serviría, de rebote, o quizás con otro acelerador, para neutralizar, con más bombardeos, los residuos contaminantes de la planta de fisión (reconociendo que se generan). Once años han pasado desde que contase esta misma entelequia en el mismo diario (El País, 10 de marzo de 1994) y todavía el invento no ha visto la luz. Seguramente es que las cosas del palacio tecnológico van despacio y tendremos que esperar otros 50 años de ininterrumpidas y generosas subvenciones a estos centros de elite, para que puedan ver la luz comercial, como le pasa a la famosa energía de fusión, a cuyo carro también se apunta, (solidaridad de clase obliga) el Sr. Rubia, como segunda opción nuclear. Por cierto, si la enciclopedia no miente, las reservas de torio son apenas tres veces más abundantes que las del uranio, cuyas ridículas reservas son puestas finalmente de manifiesto por el propio Sr. Rubia. De reducir el consumo, empezando por los más abusones, y cambiar el modelo social de crecimiento infinito, los científicos y tecnólogos de apoyo a la economía de la tierra plana, siguen sin hablar.

El consumo básico de energía en el mundo es sólo una diezmilésima parte de la disponible en la superficie de los países soleados. En un metro cuadrado en una buena ubicación (cinturón de sol), "llueve" cada año el equivalente a una capa de 250 milímetros de petróleo. Si se explota adecuadamente, la energía solar puede adquirir la potencia necesaria para ofrecer suficiente energía a la humanidad del futuro. Con la excepción de la energía hidroeléctrica, las energías renovables -eólica, de biomasa y fotovoltaica- hasta el momento han logrado una modesta penetración, y todas las previsiones apuntan a que seguirá siendo así durante las próximas décadas. Para superar esas limitaciones, se están realizando nuevos desarrollos tecnológicos en varios países (España en primer lugar) para, primero, reducir el coste a un nivel comparable con el de los fósiles, y segundo, introducir un almacenaje térmico entre la fuente solar y la aplicación. Entonces se produce energía cuando es necesario y no sólo cuando la fuente está disponible. Es especialmente prometedor el uso directo de espejos que concentran la luz solar en las amplias regiones del "cinturón de sol". Es improbable que ninguna evolución estable y a largo plazo de la humanidad sea posible sin ambas fuentes de energía. El futuro de la humanidad depende en gran medida de la disponibilidad continuada de energía barata y abundante. Si el suministro energético se interrumpe, las consecuencias para la humanidad podrían ser enormes. Los nuevos métodos deben tener éxito a largo plazo, pero es necesaria una enorme, urgente e innovadora I+D. Aunque las energías innovadoras pueden acabar siendo esenciales para los países en desarrollo, sólo nuestra sociedad técnicamente avanzada puede promover de forma realista semejante cambio.

CE: El profesor Rubia hala de oídas y se equivoca, al intentar defender a la energía solar. El consumo básico de energía del mundo es la diezmilésima parte, pero no de la “energía ‘disponible’ en la superficie de los países soleados”. Vaya a las estadísticas de consumo de energía primaria en 2004 (BP de nuevo, aunque puede elegir la AIE, si lo prefiere) y suponen hoy unos 10.224,4 millones de toneladas de petróleo equivalente o Tpe’s al año. Si se utiliza el factor de conversión de la propia BP, 1 Tpe equivale a 12 MWh. Eso son, en equivalente eléctrico, unos 122.690 TWh Si uno va a las enciclopedias y multiplica la superficie terrestre por la radiación solar en el espacio exterior, resulta un flujo permanente de 172.500 TW. Como el sol radia en un años sobre la tierra 8.760 horas, viene a resultar que la energía total que proyecta el sol sobre el planeta tierra es de 172.500*8.760 = 1,5*10^9 TWh.

Al dividir una cifra por la otra, resulta un consumo humano total mundial de energía primaria unas 12.000 veces inferior, pero a TODA LA RADIACIÓN SOLAR ANUAL SOBRE EL PLANETA TIERRA, algo muy distinto a 10.000 veces menos que “lo disponible” sobre los países soleados. En primer lugar porque mucha energía se devuelve en la atmósfera misma; otra sirve para formar nubes sobre mares y océanos; para formar los vientos; para crear los ríos por lluvia; para realizar la fotosíntesis de todas las plantas del mundo y eso ,a mi modesto juicio, “no está disponible” para hacer con ello electricidad. La cifra disponible sobre continentes y sobre la superficie verdaderamente “disponible” sobre los continentes sería en realidad muchísimo menor, Sr. Rubia. Por tanto, sus interesantes propuestas sobre el “petróleo equivalente” que llueve sobre cada metro cuadrado en forma de sol, a algunos no nos impresionan nada, porque, entre otras cosas, hay que ser muy conscientes de los mililitros de petróleo que tienen que “sacarse de las limitadas entrañas de la tierra” por cada metro cuadrado de célula fotovoltaica para que esta llegue a ver la luz del sol y transformarla. A eso se le llama energía neta, pero los elevados niveles tecnológicos y científicos del profesor Rubia, no parecen permitirle bajar a la tierra a echar estas cuentas de la vieja.

::::::::::::::::::::::::::::

El modelo energético español

Juan López de Uralde

Director ejecutivo de Greenpeace España.

Es una realidad que nadie discute que el modelo energético global es insostenible. Es el principal responsable de las emisiones que causan el cambio climático que ya está en marcha, ha provocado graves accidentes nucleares, generado inmensas cantidades de residuos nucleares, compromete la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades y jamás cubrirá la demanda de energía legítima de los países en desarrollo para su crecimiento económico. Desde diferentes sectores e intereses se reclama un cambio, y parece evidente que el nuevo modelo debe hacerse viable y perdurable en el tiempo y que su sostenibilidad debe tener en cuenta tres principios: económico, social y ambiental.

CE: Impecable exposición de López de Uralde. En CE estamos fraternalmente de acuerdo con esta declaración de principios y además apoyamos un cambio profundo del modelo económico y de consumo actual, algo que apenas apunta el autor aquí como “nuevo modelo”. También abogamos por profundizar en qué consiste la “sostenibilidad”

También es incuestionable la dependencia energética externa de nuestro país: España importa gas, petróleo, carbón y uranio para sus centrales térmicas y nucleares. Estos combustibles acarrean graves impactos ambientales y no aseguran el suministro en el medio y largo plazo. Ahora bien, según todos los análisis, lo que sí nos aseguran es un alza en los precios de la energía. Tampoco está en discusión que el aumento desbocado de la demanda no conlleva en nuestro país un aumento de bienestar en términos de crecimiento económico; sin embargo, agudiza la insostenibilidad de este sistema energético que disfrutamos al mismo tiempo que padecemos.

CE: Apoyamos fraternalmente sin reservas esta evidencia.

La solución ante esta realidad se basa en el ahorro, la eficiencia energética y las energías renovables; esto es algo que todo el mundo proclama pero que no se pone en práctica. Ningún tipo de tecnología se ha abierto camino sin apoyo político y económico, y las energías limpias difícilmente podrán avanzar si este apoyo continúa estando del lado de las energías convencionales. Mantener los ojos cerrados ante el potencial actual de estas tecnologías, que en España podrían cubrir toda la demanda prevista para el año 2050 y unas 55 veces la demanda de electricidad según el estudio más detallado realizado hasta ahora en España, es un error de cuyas consecuencias nos trascienden como generación.

CE: Aquí empezamos a discrepar con Greenpeace, también fraternalmente, y no tanto en las formas, como en las prioridades de los fondos. En Crisis Energética creemos que la primera faceta a tener en cuenta en cualquier solución energética, es LA DISMINUCIÓN del actual consumo brutal de combustibles, sobre todo en los países que presumen de desarrollados, avanzados y civilizados. Luego, viene muy bien cualquier ahorro, que si es mucho, es una forma de realizar la disminución de consumo, pero creemos que hay que decirlo muy claro, por doloroso que sea. También estamos a favor de mejorar la eficiencia energética, pero sin crear falsas expectativas. Por ejemplo, toda mejora de eficiencia en el consumo energético, tiene unas curvas asintóticas; esto es, ni es lineal, ni es infinita y muchas veces cuesta más energía realizar los trabajos para ahorrar energía, que la energía que se ahorra al final. Hay que profundizar en el concepto de lo que son los rendimientos decrecientes la energía neta que conlleva cualquier tipo de actividad a realizar y SOBRE TODO, la conveniencia social de realizar esa misma actividad, en un mundo que todavía no parece consciente de que la era del petróleo se acaba en apenas un par de generaciones, en el mejor de los casos.

Finalmente, cuando se aboga por las energías renovables, en el fondo se está abogando por la naturaleza, que siempre ha mantenido la vida y ha sido capaz de irla diversificando apenas con la energía del sol y las mareas. En eso estamos de acuerdo, obviamente. Pero al hablar de energías renovables, se empieza a utilizar un cajón de sastre en el que empiezan a caber monstruos eólicos (el último, el de 5 MW, con palas de 61,5 metros y una torre de 183 metros -dos tercios de la altura de la torre Eiffel-, que exige varios miles de toneladas de hormigón en los cimientos (o varias veces más si la plataforma es marina y tiene una cierta profundidad el mar) y una flotilla de helicópteros para reparar los equipos. Y que además, sólo están al alcance de las multinacionales, en dimensión, inversiones requeridas y tecnología. Si eso es ecología, que venga dios y lo vea. Algunos pedimos serenidad y un cierto distanciamiento ante estos desaguisados. Sobre todo teniendo en cuanta que harían falta bastantes millones de estos sistemas para reemplazar parte del consumo fósil y nuclear mundial. La energía eólica NO ES GRATIS.

En cuanto al optimista estudio que sugiere Greenpeace que se ha hecho sobre el potencial de las renovables en España, l oque ha publicado hasta ahora en su web, no justifica por ningún lado que sea tan serio y así lo hemos comentado en detalle en nuestra página. Esperamos ansiosos los detalles del estudio, para saber si habrá tantos campos eólicos de clase 6 como se supone que se necesitan, o para calcular el coste energético real y verdadero –hasta donde es razonable realizarlo- de su producción, instalación y mantenimiento.

Y por otra parte, las subvenciones que está dando el gobierno español y el alemán a las energías renovables ya son significativas. El objeto de toda ayuda a fondo perdido o subvención es la de dar un empujón para que, supuestamente, la tecnología mejore los diseños y se consigan reducciones de costes significativos que hagan las ayudas innecesarias en el futuro. Lo que se ha visto hasta ahora, han sido mejoras de eficiencia, en las que tanto parece creer Greenpeace, bastante pobres y desde luego, muy lejos, lejísimos, de poder salir adelante por si solas y sin subsidios de entre el 575% en el caso de la solar fotovoltaica y del 200% en el caso de la eólica industrial. No es por tanto, y a nuestro juicio, como para echar las campanas al vuelo, sobre todo si se tiene en cuanta que todas estas energía paneas producen electricidad, que es una forma de consumo tan selecto como minoritario de la energía primaria. Confiamos en que el buen criterio de Greenpeace no les haga caer en el falso ilusionismo de que la “economía del hidrógeno” con el profeta Rifkin a la cabeza, va a venir a solucionar el problema de la doble conversión de energía eléctrica de origen renovable a energía química para mover aviones, coches, camiones, grúas o barcos de la flota mundial. Esperemos que con el fiasco de su presentación de hace años del “coche ecológico”, aquel e n que casi todas las partes eran reciclables y que apenas consumía 2 litros a los 100 Km, por supuesto siguiendo el modelo del “business as usual” y del vehículo privado por excelencia, hayan tenido bastante.

Greenpeace también es partidario de que aprovechando la, al parecer, imparable tendencia al aumento de los precios del petróleo, se debata sosegadamente, con argumentos veraces y con amplia participación de la sociedad, cómo encaminar nuestro sistema energético hacia esa sostenibilidad de la que ahora carece.

CE: Fraternal acuerdo con esta exposición.

Si queremos que el modelo energético de nuestro país sea sostenible, se deben hacer, al menos, dos cosas: abandonar la energía nuclear y cumplir con los compromisos del Protocolo de Kioto. Ello es posible simultáneamente -y ahí están los ejemplos de Alemania y Suecia para quien quiera comprobarlo- si hay voluntad política para basar nuestra política energética en la eficiencia energética y en las energías renovables. Conviene recordar que éste es el compromiso del Gobierno socialista al que pertenece el ministro Montilla. Eficiencia y renovables, aplicadas en todos los ámbitos -generación de electricidad, transporte...-, pueden lograr reducir de forma efectiva, incluso en términos económicos, las emisiones de CO2. Está demostrado que las inversiones dirigidas a promover la eficiencia energética son en promedio siete veces más efectivas que las dirigidas a la energía nuclear a la hora de evitar emisiones de CO2. Precisamente en un contexto como el actual de aumento de los precios de los combustibles, el margen para aplicar de forma económicamente eficaz programas de ahorro y eficiencia energética y generar con energías renovables es aún mayor que antes. ¿Por qué entonces el Gobierno mira para otro lado y se hace eco de las presiones del lobby nuclear?

CE: Fraternal desacuerdo. El Protocolo de Kioto es un engañabobos y perdonen la crudeza. Algo que apenas prevé reducir las emisiones al 95% de las de 1990 en el año 2012 y no tiene en cuenta la disminución del consumo ni el cambio del modelo de crecimiento económico, ergo energético infinito está condenado al fracaso. ¿Por qué no echan una ojeada a las cifras de aumento del consumo de fósiles, solo entre 2003 y 2004 en el planeta (dado que este es un problema planetario y no de incumplimiento de uno solo, por grande que sea), que arriba le hemos mencionado al Sr. Rubia y sacan sus conclusiones propias? ¿Qué obliga a Greenpeace a atarse a un acuerdo nacido muerto? Y por otra parte, volver, una y otra vez, con la burra al trigo de los ahorros y los aumentos de eficiencias, es una posición ultratecnólogica, que a nada conduce. Los motores de combustión interna han llegado a la parte plana de la asíntota de mejoras de eficiencia. Las centrales térmicas, cuando llegan al ciclo combinado (con un coste extra en equipamiento) llegan del 35% habitual al 55 ó 60% de eficiencia energética en la transformación, pero ya no se puede esperar de ellas que dupliquen otra vez la eficiencia, mientras el crecimiento económico del 3% anual duplica la producción y el consumo cada 25 años. Entonces ¿de qué sirve la mejora de la eficiencia si no cambia el modelo? No hay aumentos de eficiencias (es decir, reducciones de consumo por aumento de eficiencia) que puedan compensar los aumentos que propugnan los gobernantes actuales con el modelo económico actual de crecimiento infinito. A este respecto, Greeenpeace debería hacer de lectura obligatoria la paradoja de Jevons, referida al carbón ,pero perfectamente adaptable a cualquier otro tipo de consumo exacerbado

Para hacer frente al cambio climático no podemos contar con la energía nuclear. De hecho, en julio de 2001, en la Cumbre de Bonn del Convenio Marco de Protección del Clima, la energía nuclear quedó excluida de los mecanismos del Protocolo de Kioto, que regula las políticas y medidas para combatir el cambio climático. Es más, la energía nuclear es el principal obstáculo para lograr avanzar en ese propósito, ya que apostar por ella conlleva automáticamente hacerlo por un modelo ineficiente y con una aportación marginal de las renovables, que es su antítesis energética.

CE: La aportación nuclear no tiene por qué implicar una marginación de las renovables, aunque estemos totalmente de acuerdo en que más energía nuclear no sirve para paliar el problema del reemplazo de los fósiles. Ver nuestra posición en los comentarios al artículo de Rubia.

La energía nuclear no cumple ninguna de las premisas de la sostenibilidad: ni es económicamente eficaz, ni es medioambientalmente aceptable, ni es socialmente equitativa. No incidiremos en su innegable peligrosidad, la tragedia de Chernóbil ya puso punto final al debate sobre la seguridad de las centrales nucleares. Ni en su rotundo fracaso económico: a pesar de la enorme cantidad de subsidios que ha recibido y recibe, la energía nuclear ha perdido la batalla de la competitividad económica en unos mercados energéticos cada vez más liberalizados. El mero hecho de la generación de residuos radiactivos por parte de las centrales nucleares (para los que la industria atómica, en sus más de 50 años de vida, no ha logrado encontrar una solución satisfactoria) es el paradigma de su insostenibilidad. Las centrales nucleares, cuya vida útil productiva ronda los 30 años, genera inexorablemente unos residuos cuya peligrosidad se prolongará durante muchas decenas de miles de años y con los que no se sabe qué hacer. La gestión de estos residuos, sólo en España, costará a los ciudadanos más de 12.000 millones de euros, según los datos de la propia Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). Sólo con estos datos en la mano, ¿cómo se atreve la industria nuclear a afirmar que ésta es una energía limpia y barata?

CE: Pues parece que se atreve Carlo Rubia, con sus modelos de energía de fisión de torio y posterior destrucción de los residuos radioactivos con acelerador ad hoc y con la impresentable (quiere decir que todavía no se puede presentar) energía de fusión deuterio-tritio. Véanse nuestros escépticos comentarios arriba, ninguno de los cuales va por la insostenibilidad o peligro radioactivo, aunque también creamos con Greenpeace que padecen de esos males, sino por la inviabilidad práctica de los mismos y la falta de combustibles. La de fisión de uranio o la regeneradora de plutonio nos merecen los mismos comentarios que a Greenpeace.

El debate sobre el modelo energético es necesario y demuestra que es un modelo caduco por motivos de equidad, por problemas medioambientales, económicos y geopolíticos, y que tiene consecuencias en la actualidad e implicaciones en el futuro a muy largo plazo. Por ello, la principal invitada a este debate tiene que ser la sociedad al completo, y los intereses a los que debe servir el Gobierno que la representa son los de esta ciudadanía. No existe ninguna razón económica que pueda justificar el incumplimiento de las obligaciones legales de este país, como es el Protocolo de Kioto, los compromisos políticos de sus representantes y la responsabilidad de la sociedad en su conjunto con las generaciones futuras.

CE: ¡Qué lastima que estando tan cercanos a Greenpeace nos veamos abocados a criticar su falta de interés sistemática porque el cambio de modelo incluya el cambio del sistema de crecimiento infinito! Hablan de que el modelo está caduco, pero las razones que exponen para ello, son la falta de equidad. Como si las grandes centrales eólicas industriales que dominan el panorama mundial, fuesen a ser más equitativas. O como si las nuevas solares termoeléctricas de torre en la que se concentra un gigantesco campo de espejos, fuesen también a mejorar la distribución y propiedad de la generación de las manos de grandes corporaciones al pueblo llano. Hablan de problemas medioambientales, económicos y geopolíticos y la sensación que da es que apenas buscan dejar de depender de Oriente Medio en el suministro de combustibles, mientras siguen creciendo de forma ilimitada. Y siguen insistiendo, con contumacia, en que el Protocolo de Kioto sirve para algo y que el que no lo cumple es malo. Señores de Greenpeace, los gases de efecto invernadero, el calentamiento global ,son cosa del globo, no de unos incumplidores. Y es el conjunto de los países del globo el que JAMÁS reducirá sus emisiones si sigue aumentando su consumo de forma tan febril.

El debate debe velar por que en el futuro se disponga de recursos energéticos como los que ahora disfrutamos, evitar los múltiples impactos negativos sobre el medio ambiente que causa la producción y consumo de la energía, y mantener la solidaridad con una parte muy importante de la humanidad, que no disfruta de ellos. Por ello, no se puede permitir que los intereses de las dos grandes compañías de eléctricas españolas nos hurten el verdadero debate para conseguir un modelo sostenible, que no es otro que un sistema eficiente y cien por cien renovable.

Amén. Pero tampoco se puede permitir que la cortina de humo del Protocolo de Kioto o la mejora de las eficiencias nos haga caer en un nirvana de autocomplacencia y de falsos horizontes de logros de evanescentes sostenibilidades, mientras seguimos a toda máquina hacia futuros de crecimiento infinito, como si la tierra fuese plana, y por tanto infinita y no esférica, y por tanto, limitada.