Parece que el mes de agosto, cuando por el estío tradicionalmente no prestamos atención a los hechos trascendentes, va a ser cuando se tome reconocida conciencia de la
crisis energética[*1] . El tiempo se acaba y después de contener la respiración ante la
oleada de acontecimientos[*2] que se van produciendo, el castillo de naipes se tambalea. Por desgracia no todos los mensajes llegan a ser interpretados correctamente y la mayoría de los consumidores contestan a "nivel de tierra plana" que
sus economías pueden soportar[*3] lo que venga. Nadie parece que se vaya a apretar el cinturón, al menos voluntariamente, ya que ceder voluntariamente y consumir menos es equivalente a caer en la pobreza, la recesión, la crisis y la debilidad, por lo que el pulso global ha comenzado a
acumular tensiones[*4] de una tremenda magnitud y cuando libere sus fuerzas sacudirá como un gran terremoto nuestro sistema.