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¿Qué precio busca la OPEP?

  • Martes, 01 Febrero 2005 @ 11:31 CET
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Artículos De nuevo, el profesor Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universitat de Barcelona, publica otro interesante artículo sobre la producción de la OPEP y sus consideraciones sobre el precio que tiene el petróleo y la riqueza que dispensa a sus poseedores. Lo publica La Vanguardia, periódico que se está distinguiendo por tratar el problema de los recursos energéticos o más bien de su posible futura escasez, con bastante objetividad. Existe acceso gratuito previa inscripción y aquí reproducimos, comentado, por su especial interés, el artículo mencionado.

El 2004 ha sido un año de vacas gordas para la OPEP. Los ingresos por las ventas de crudo totalizaron 338.000 millones de dólares, lo que significa un incremento del 42% respecto al 2003. Sin embargo, aunque las ganancias del 2004 prácticamente doblan en términos reales (una vez corregida la inflación) los promedios anuales de la década de los 90, todavía quedan lejos de los máximos alcanzados en 1980 y 1981, cuando se llegaron a ingresar 556.000 millones de dólares.

Obviamente, en función de la producción, las rentas del 2004 se desglosan de manera muy desigual según los países. La parte del león corresponde a Arabia Saudita que ingresó 115.000 millones de dólares, es decir, cerca del 34% del total. Irán, el segundo país del ranking, contabilizó 32.500 millones. Su atribulado vecino, Irak, 20.000 millones y las tres monarquías del Golfo (Kuwait, Qatar y la Unión de Emiratos Árabes) 71.200 millones más. Esta última cantidad resulta similar a la ingresada por Argelia, Libia y Nigeria, los miembros africanos del cartel. Venezuela, recibió 29.100 millones, mientras que Indonesia registró perdidas por valor de 200 millones de dólares.

Los ingresos del conjunto de los once países miembros de la OPEP suman 617 dólares por capita, una cifra que significa un 36% más que en el 2003, pero tan solo un tercio de los 1.771 dólares de 1980. Un análisis histórico muestra que los ingresos por persona superaron los 1.000 dólares durante el periodo 1974-1982, para después caer, salvo dos años, por debajo de los 500 dólares.

Este prolongado descenso (todas las cifras están expresada en dólares del 2004) tiene profundas implicaciones en el diseño de la política de precios de la OPEP. La mayoría de sus miembros tienen que afrontar una abultada deuda externa, sin perder de vista su creciente demografía e inestabilidad social, económica y política. La imagen más tópica de la OPEP, la de los jeques de las monarquías del Golfo, no refleja la realidad de los países de la organización. Tomando como referencia el PIB por capita del 2002, el promedio de los once miembros era únicamente un 11 % del de España.

Con 14.570 dólares por persona, nuestro país solo era superado por Qatar, la Unión de Emiratos Árabes y Kuwait, aunque estos países tienen una población 15 a 65 veces inferior. Incluso, el PIB por capita de Arabia Saudita, con una población de algo más de veintidós millones, era un 59% del español. Para igualarse a nosotros, este país necesitaría un precio medio del barril de referencia de la OPEP de unos 50 dólares. Alcanzar el mismo objetivo para el conjunto de los miembros de la organización requeriría un barril entre 105 y 182 dólares (una estimación comparable a la que Bin Laden proclama como el precio justo para el petróleo del Islam).

Así que la próxima reunión del cartel, sucederá lo de siempre. Los países más pobres (los halcones) presionaran, impacientes, para lograr precios más altos, mientras los más ricos (las palomas) miraran como sacar tajada sin exponer lo más mínimo a la gallina de los huevos de oro. Al fin y al cabo, el mundo dependerá cada vez más del petróleo de la OPEP.

CE: La prensa occidental viene rugiendo que las subidas de los precios del petróleo van a enriquecer a los propietarios de las reservas (por otra parte legítimos, ya que cuando los principales propietarios de las reservas explotables han sido los EE.UU. o Europa Occidental en el Mar del Norte, ninguna prensa hacía este tipo de cábalas sobre el derecho a fijar precios de un productor). Como siempre, los precios, son un indicador subjetivo de los hechos. Lo interesante de este artículo, sin embargo, es que muestra, que ni aún en la época de mayor bonanza, estos paises supuestamente ricos, alcanzan los niveles de renta per capita de los países consumidores, ni de lejos y en su inmensa mayoría. Una idea que figura generalmente trastocada en el imaginario occidental.

Algún artículo ha salido en prensa sobre el problema al que se empiezan a enfrentar estos países, que gracias al petróleo han podido multiplicar exponencialmente sus poblaciones y consumos y ahora llevan un tiempo de caída de rentas per capita, que puede conducir a movimientos sociales explosivos, que no entienden cómo sus países, poseedores de las mayores riquezas del planeta, en cuanto a los recursos que mueven hoy el mundo, tienen por qué estar en situación tan precaria y en caída de bienestar, mientras los consumidores ricos siguen pensando en crecer cada vez más, dando por supuesto que ese crecimiento lo alimentará la energía ajena.

Lo que también sucede, aunque no sea tan conocido, es que las grandes empresas occidentales que tienen derechos de exploración, prospección y producción en esos países, multiplican sus ganancias con las subidas de precios, si bien es cierto que también están aumentando sus costes, al llegar al cenit de la producción de petróleo. De ahí que tiendan, en época de crisis, a fundirse en mayores entidades, para reducir gastos y que se esté produciendo ese achique generalizado y sorprendente de reducir costes en exploración, que es algo así como dejar de comer para ahorrar; uno sabe a lo que conduce.

Es curioso que todo confluya al final: el precio que dejaría a los habitantes de los países petrolíferos nivelados en renta con los países más consumidores, es, por una pate, el que el terrorista Bin Laden ha sugerido sería el precio justo para el petróleo del Islam, según nos cuenta en La Vanguardia el profesor Marzo. Pero es que además, está viniendo a ser el precio que a EE.UU. le está costando el petróleo iraquí, si se incluyen los esfuerzos económicos de la guerra de ocupación que este país mantiene en Irak. A eso se llaman beneficios decrecientes en la extracción de petróleo. Una avanzadilla de la caída de la curva de Hubbert, en este caso provocada no por motivos geológicos, sino por los previos efectos sociales, políticos y militares que no hay que descartar, y que no son otra cosa que la ansiedad que produce la necesidad