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Lo importante es que coma el automóvil

  • Miércoles, 01 Diciembre 2004 @ 00:37 CET
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Artículos A continuación y para completar como una trilogía el artículo con que arrancó el periodista George Monbiot en The Guardian sobre el potencial global de la biomasa como combustible sustitutivo de los fósiles en el Reino Unido y Europa, y al que siguió un refuerzo del profesor Ted Trainer sobre Australia y el mundo, Crisis Energética ofrece a continuación un análisis sobre el potencial de la biomasa como combustible en España, para su sección de energías renovables. Queda abierto el artículo a los comentarios y datos que los lectores consideren oportuno añadir o matizar.

Por Pedro Prieto.

Con los datos de la FAO del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, MAPyA y del Ministerio de Medio Ambiente este país tiene las siguientes características aproximadas (en miles de hectáreas):

Superficie terrestre: 50.000

Tierras arables y cultivos permanentes: 18.000

De las cuales, de regadío, aprox. el 10% y de secano el 90%

Praderas y pastos permanentes: 11.000

Superficie forestal: 15.000

Desiertos y semidesiertos: 3.000

La productividad de los terrenos, puede oscilar como sigue:

Tierras arables de secano: 2 toneladas de materia seca por hectárea y año (2T/Ha/Año)

Tierras arables de regadío: 10 T/Ha/año

Praderas y pastos permanentes: 3 T/Ha/año

Superficie forestal: 3 T/Ha/año

Si se hacen unos cálculos aproximados, la productividad total máxima absoluta de España serían unos

18.000.000 toneladas de regadío

32.000.000 toneladas de secano

33.000.000 toneladas de praderas y pastos

45.000.000 toneladas de bosques

Es decir, un total máximo absoluto de 128.000.000 millones de toneladas

De ellos, habría que considerar que ya se utilizan más de 50.000.000 de toneladas de cultivos y todos los sistemas de embalse de acuíferos y utilización de aguas subterráneas actuales para alimentación humana y animal, a partes casi iguales.

Pero para producir esta cantidad de alimento, hay que meter en las tierras de cultivo, los siguientes abonos, la inmensa mayoría de los cuales son inorgánicos, procedentes del petróleo o el gas natural, que hay que importar de distancias enormes:

Nitrogenados: 1.070.100

Potásicos 488.300

Fosfatos 601.300

Total: 2.159.700 toneladas

Así como los pesticidas, herbicidas, plaguicidas y defoliantes por un total de 1000 millones de euros, que tuvieron que duplicarse respecto de los usados en 1990 para ofrecer la producción mencionada en 2003.

Sin estos aportes, sin la ayuda del millón de tractores que existen en nuestro país y de los 300.000 motocultores, las 51.000 cosechadoras de cereales y demás maquinaria agrícola, con miles de remolques y una parte importante de los 2.000.000 camiones que circulan por el territorio nacional

O los 250 millones de Euros gastados en electricidad, los 800 millones en gasóleos y los 74 en lubricantes

Sin todos esos aportes exógenos, la producción agrícola caería de forma estrepitosa. Según David Pimentel, podría caer hasta quedarse en un 25% de la actual.

España dispone, además, de la siguiente vida animal (en millones de personas y en cabezas o unidades por hectárea):

Personas: 42,6 millones (42,6 M) a 0,84/Ha

Caprinos: 3 M y 0,06/Ha

Porcinos:: 23,5 M y 0,47/Ha

Bovino 6,5 M y 0,13/Ha

Ovino 24 M y 0,48/Ha

Gallinas y pollos 128 M y 2,56 /Ha

Sin contar con las especies salvajes

Por lo que la carga animal irracional sobre el terreno es superior a la de las personas, aunque ésta sirva para la alimentación humana.

Digamos que si se utilizan además la mitad de las praderas y pastizales y bosques para alimentación animal, doméstica y salvaje, apenas quedarían unos 40 millones de toneladas de materia seca relativamente libres, si es que la materia seca de los bosques no se utilizase para crear el humus necesario para el sustento de los mismos, sino para la producción de biocombustibles. Y ello degradando cada hectárea ganada a estos tipos de superficie agraria y sin considerar los avances urbanos de las ciudades, ni de las obras públicas sobre la superficie nacional.

Por supuesto, dada la escasez crónica de agua en España, no se podría pensar en un aumento significativo del riego de las nuevas zonas de cultivo para producción de biocomcbustibles; es decir, que la producción sería de unos 2-3 toneladas de materia seca por hectárea y año, en terrenos que se irían empobreciendo cada año, porque se supone que no se aportaría en ellos fertilizante químico alguno, ni la materia seca se queda en el lugar de origen para fertilizar la tierra de forma orgánica.

Suponiendo, finalmente, que se pueden obtener 150 litros de biocombustible por tonelada de materia seca, el máximo absoluto de producción de biocombustibles en todo el territorio español sería de 6.000 millones de litros. Es decir, 6 millones de toneladas de combustible, que se irían reduciendo paulatina e inexorablemente a medida que pasase el tiempo.

Esto, si no descontamos el utilizado para la agricultura energética. Dadas las vastas nuevas extensiones que habría que cultivar, que no disponen de infraestructuras y son mucho menos accesibles, la recolección de los 40 millones de toneladas de materia seca no llevaría un parque mucho menor que el de los 50 millones de toneladas que actualmente se producen para alimentación humana y animal. Seguramente serían más, dada la dispersión de la producción de entornos naturales y el acceso difícil a bosques. Eso supone solo unos mil millones de litros, sólo en gasóleos; es decir, como poco, una sexta parte de lo producido, dejando un rendimiento neto de 5.000 millones de litros para otras actividades de consumo energético. Esto es, unos 5 millones de toneladas de combustible.

Pero hete aquí que British Petroleum dice, en su informe de 2004, que España consumió en 2003 unas 75,5 millones de toneladas de petróleo. Utilizar toda la biomasa disponible en España, produciría apenas un 6% del consumo de petróleo nacional, cantidad que iría decreciendo anualmente por el agotamiento de los terrenos, mientras el ministro de Economía actual y los que le siguen, al igual que los que le precedieron, seguirían, imperturbables, programando crecimientos del consumo de un 3% anual.

No es extraño que anden ahora algunos ecologistas y políticos de ocasión, buscando la forma de que África se ponga a cultivar biocombustibles, con la excusa de que ganarán mucho dinero con ello si se lo venden a los europeos y estadounidenses. Porque parece que para muchos, lo importante no es que los africanos coman, sino que manejen euros o dólares con los que seguir comprando el hambre, mientras cultivan alimentos para las máquinas europeas.