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El ex Vicepresidente de la Comisión de Economía y Hacienda del PP confirma el pico del petróleo

  • Martes, 30 Noviembre 2004 @ 16:13 CET
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Artículos En un artículo publicado el 8 de noviembre en el diario español ABC, titulado El ejemplo energético francés (el enlace corresponde a la caché de Google y podría no ser permanente), el ex Vicepresidente de la Comisión de Economía y Hacienda del PP y premio Príncipe de Asturias Juan Velarde Fuentes defiende la política energética francesa, al mismo tiempo que reconoce el cenit del petróleo, citando a nuesro colaborador Marcel Coderch en su artículo publicado en Foreign Policy, "El fin del petróleo barato". Velarde también ha publicado recientemente un artículo en el nº 4 de la Revista de la FAES, titulado "La energía: un problema fundamental para España", al que proximamente responderá Marcel Coderch con otro artículo. Por su interés, reproducimos el artículo publicado en ABC: El ejemplo energético francés

Juan Velarde Fuentes

Bien o mal estimado, el efecto económico del Protocolo de Kioto avanza al ritmo de la aprobación por la Duma rusa de su ratificación. Automáticamente debemos observar el impacto de todo esto en el mundo francés, nuestro vecino. Uno de sus orgullos se encuentra, precisamente, en su apuesta por la energía nuclear. Al señalar los activos importantes que son capaces de ligar a la economía francesa con la de los países más dinámicos, sacándola del estancamiento actual, el «Informe Camdessus» señala, con orgullo, que uno de ellos es la apuesta por la energía nuclear, al situarla con la industria aeroespacial y los medios de transporte más modernos, en el cuadro de «los éxitos tecnológicos franceses».

Por otro lado, como nos ha mostrado la «curva» o «campana de Hubbert», la significación de los hidrocarburos va a ir descendiendo progresivamente, desde los máximos actuales, y esto afecta fundamentalmente a los crudos de petróleo, pero no, desde luego, al gas natural licuado. Marcel Coderch, en su artículo «El fin de la era del petróleo», publicado en «Foreign Policy», octubre-noviembre 2004, señala: «Aun cuando no resulta fácil predecirlo con precisión, en la comunidad científica, geológica y petrolera se está alcanzando un consenso que sitúa el punto de máxima producción mundial a finales de esta década o comienzos de la siguiente. Los más optimistas, en general economistas, creen que puede alargarse algo más... La tendencia al alza de los precios es inevitable por sus mayores costes de producción».

El alza actual de los precios es posible que enmascare algo las cosas desde el punto de vista de las empresas petrolíferas, la lectura, en sus alegrías actuales, del «Contado. Pesado. Dividido», las fatídicas palabras del Festín de Baltasar. En el comentario titulado «Big western oil companies' record profit may be masking future problems», que aparece en «The Economist» de 30 de octubre de 2004, se puede leer cómo el presidente de British Petroleum, Lord Browne, en la reunión anual de industriales petroleros denominada «Oil Money» que se acaba de celebrar en Londres, insistió que, sin petróleo, «el mundo sería un lugar oscuro, frío y miserable». Pero Tom Walling, que encabeza el Energy Intelligence Group, considera que el futuro de los hidrocarburos «está más lleno de dudas que en cualquier otra época después de las nacionalizaciones de los años 70». No otra cosa se desprende, tras la lectura de la publicación anual que acaba de aparecer, «World Energy Outlook», de la Agencia Internacional de la Energía, o el asunto del escándalo de las reservas de la Shell, con consecuencias financieras muy actuales. Desde los años 70, las grandes compañías fueron expulsadas de campos petrolíferos gigantescos del Oriente Medio, y en ocasiones parecen querer olvidarlo.

Las esperanzas están puestas en la costa occidental de África, desde Marruecos a África del Sur. En toda esta vasta zona da la impresión de que existen reservas importantes, sobre las que se están lanzando multitud de pequeñas empresas, aparte, como es lógico, de las gigantes. También el gas goza de nuevas perspectivas muy favorables. Las enormes reservas rusas —cerca de 300.000 millones de barriles, equivalente de petróleo— según PFC Energy, muestran el interés que ofrecen las relaciones con este país. Pero es indudable que nada de esto se puede considerar radicalmente seguro como complemento energético de cara a todo el siglo XXI.

La respuesta gala a todo eso está claramente explicada en «Les Echos» de 22/23 de octubre de 2004. En su editorial, firmado por Patrick Lamm, «Nucleaire: “l'exception française”» se puede leer que el anuncio de EDF de construir en Flamanville, en el Departamento francés de La Manche, un reactor nuclear EPR de nueva generación, supone una confirmación por Francia de que «confirma e incluso amplía su opción a favor de lo nuclear, que suministra ya el 80% de su electricidad». Así, agrega, se alivia el impacto del aumento del precio del petróleo, «una materia prima que podría agotarse a partir de los años 2020-2030 y sobre la que pesan cada vez más riesgos políticos». Agréguese que estos nuevos reactores son más competitivos que los existentes ahora y que lo nuclear no genera ningún «efecto invernadero». Este es el futuro francés: nuclear y con centrales de gas de tipo combinado.

Después del anuncio hecho de esta decisión de EDF, el primer ministro Raffarin ha subrayado que era «una elección estratégica para nuestro país»; la CGT se ha felicitado por esta decisión; el Partido Socialista ha reconocido que «en el estado actual de las cosas, el camino nuclear es un triunfo para Francia dadas las obligaciones adoptadas en Kioto». Y, por supuesto, todos elegidos para diversos puestos y por los diversos partidos del departamento de La Mancha, al expresar su satisfacción por la elección de EDF, han añadido según el artículo de Louis Larocque, «Aprés la decisión d'EDF d'implater à Flamanville la construction du r'eacteurs nucléaire. L'EPR apporte une bouffée d'oxygène à la Basse-Normandie» en «Le Figaro Economie» de 22 de octubre de 2004, que «el consenso que existe entre nosotros ha sido una de las razones esenciales que ha pesado en esta decisión». Sólo los verdes se han opuesto, en un momento en que, como ha señalado Jean-François Le Grand, presidente del Consejo General de La Mancha, en Saint-Lô, del UMP, «el Contentin está en situación económica difícil, de alguna manera en estado de insuficiencia respiratoria. El EPR, para nosotros, es una bocanada de oxígeno, aunque no sea el tratamiento a fondo que precisamos». Y lo ha corroborado el socialista Bernard Cazeneuve, alcalde de Cherburgo-Octeville: «Cuando las dificultades económicas son importantes y los territorios se encuentran en dificultad, no existe más que una sola y única estrategia: la de la unión de todas las fuerzas».

En España, y en regiones deprimidas como es el caso de Extremadura, ¿no debería esta política francesa servir de ejemplo? ¿Acaso se cree por alguien que los políticos, que los miembros todos de la sociedad francesa en suma, son un conjunto de estúpidos? Hemos caído en el terreno energético, hay que decirlo claro, en manos de demagogos e ignorantes, y no sabemos reaccionar.