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Un modelo energético mundial en quiebra

  • Miércoles, 03 Noviembre 2004 @ 12:15 CET
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Artículos Gennaro Carotenuto escribe para el diario online uruguayo Brecha el artículo "Un modelo energético mundial en quiebra", donde afirma que "el mundo está otra vez al borde de una crisis petrolera grave". Reproducimos el artículo a continuación: Un modelo energético mundial en quiebra

Como en 1973, el mundo está otra vez al borde de una crisis petrolífera grave. Estados Unidos consume la cuarta parte de unas reservas mundiales inciertas. Está negro el futuro del oro negro.

La victoria de Hugo Chávez en el referéndum revocatorio en Venezuela ha sido considerada un elemento de estabilidad por los mercados mundiales de petróleo. Sin embargo, el precio del crudo sigue rondando los 50 dólares el barril y según la mayoría de los expertos ha entrado en una curva de crecimiento de la cual no se ve el final. Entre los motivos principales que causan esta subida de precios hay lo de siempre: la inestabilidad de Oriente Medio y la incapacidad de estados y comunidad científica de entrar en una era de energías alternativas. Además, está la enorme subida de consumo por parte de China e India. A pesar de que durante la segunda mitad de los noventa el petróleo fue barato, incluso a menos de 20 dólares el barril, es evidente que la economía basada sobre el oro negro ha entrado en crisis estructural, dibujada hace treinta años mientras transcurría la guerra del Yom Kippur, cuando se predecía un rápido agotamiento de las reservas mundiales. Aún en 1999, el precio dormía alrededor de 18 dólares. Cuatro años después, en agosto de 2003, el precio del crudo Brent (el del Mar del Norte, que es el precio de referencia) ya estaba en 30 dólares el barril. Pero si tardó cuatro años en subir unos dos tercios -desde 18 a 30-, para subir otra vez dos tercios del precio -desde 30 hasta 49- ha empleado apenas 12 meses, en una curva enloquecida de aumentos que pone en grave riesgo economías emergentes o maduras, como la alemana. Según la Bundesbank, el encarecimiento del petróleo se come todo el crecimiento esperado por aquel país.

CRECIMIENTO ESTRUCTURAL

La verdad es que, al menos desde 1999, la subida ha sido estructuralmente constante. El sistema mediático, los intereses bursátiles, los gobiernos neoliberales, lo que llamamos mercado informativo, ha intentado dar siempre explicaciones contingentes sobre los aumentos. Un día era el invierno demasiado frío y otra vez el verano demasiado caliente y la semana después era la especulación. Como si esta última no fuera lo más estructural de todo en un sistema capitalista. Un año era la crispación de la oposición venezolana y otra vez la guerra en Irak o la crisis de la petrolera rusa Yukos, o la crisis argentina que ponía en riesgo las fabulosas ganancias de la española Repsol. Son demasiadas causas excepcionales para justificar una subida del 170 por ciento en apenas cinco años.

En realidad, la demanda crece y las reservas disminuyen. En 2003 se ha pasado de 77 a 82 millones de barriles por día, y sólo China ha aumentado su consumo en un 10 por ciento. También las reservas aumentan -descubriendo nuevos yacimientos y mejorando los métodos de explotación- pero mientras la subida de los consumos es segura, la subida de las reservas es teórica. Los datos que conocemos vienen de las mismas empresas petrolíferas, que tienen todo el interés en declarar que detentan el control sobre yacimientos más grandes. Aramco, la compañía estatal saudita, declara reservas de 261 mil millones de barriles, pero hay estimaciones que superan apenas los 200 mil. Es una diferencia enorme y no hay investigaciones independientes. Sin embargo, las cifras que nos ofrecen las grandes compañías internacionales no nos dejan para nada tranquilos: a este ritmo de consumo habría apenas 38 años de reservas seguras hasta llegar al máximo teórico. Pero según otros grupos de científicos, más independientes, que rehacen los métodos de cálculo del geofísico Marion King Hubbert, el pico máximo histórico de producción petrolífera se coloca entre 2004 y 2015. Después de esta fecha las reservas -por las leyes más elementales de la economía- tendrían que precipitarse tan rápidamente como aumentarse los precios.

¿HACIA LA EXPLOSIÓN DE LA BURBUJA?

Según el economista venezolano Víctor Poleo, Estados Unidos es "una víctima terminal de su misma metástasis energética". Y está claro que un país que tiene apenas el 4 por ciento de la población mundial y el 6 por ciento de las reservas de petróleo y gas natural, no puede consumir el 25 por ciento de todos los recursos mundiales sin causar desequilibrios. Desequilibrios que en este contexto significan guerras.

Para 2005 hay optimistas y catastrofistas. El más optimista de todos es Rodrigo Rato, el español nuevo director general del Fondo Monetario Internacional, que acaba de subir del 4,6 al 4,9 por ciento sus previsiones de crecimiento del pib mundial para el próximo año. Rato prefiere no contestar a preguntas a largo plazo y considera que otros factores positivos compensan el crecimiento del precio del petróleo. Del lado de los catastrofistas está el Instituto Francés del Petróleo (IFP), que dibuja un escenario en el cual el precio del petróleo llegará el próximo año hasta los 80 dólares. Una cifra que según el premio Nobel, profesor del Massachussets Institute of Technology, y declarado militante del Partido Demócrata, Paul Samuelson no será suficiente para derrotar a George W Bush el próximo noviembre. Según Samuelson, es muy posible que el petróleo supere por lo menos los 60 dólares y que, como en los setenta, este hecho cause estagflación, el peor enemigo de los economistas.

PRODUCTORES Y CONSUMIDORES

Según el World Oil and Gas Review 2004, la biblia para estudiar producción y consumo de energía en el planeta, que se acaba de publicar (y que está disponible en el sitio de Internet de Brecha), en 2003 China ha pasado a ser el segundo consumidor de petróleo en el mundo, con 5,5 millones de barriles diarios y un aumento de más del 10 por ciento en apenas un año. India ha pasado a ser el sexto con 2,6 millones. En cambio Europa Occidental aún consume lo mismo que lo que consumía en 1998, algo menos de 15 millones de barriles diarios. En el primer lugar queda Estados Unidos que necesita 20,3 millones de barriles diarios (aumentó 1,3 por ciento) y produce menos de 8 millones (12 por ciento menos desde 1992) y necesita importar océanos de petróleo todos los días, lo que explica la codicia de la primera potencia mundial por las reservas de países como Venezuela o Irak. En los últimos años -especialmente bajo la presidencia de George W Bush- la dependencia de la importación de petróleo ha sido un factor constante de preocupación. A pesar de algunas excepciones como la de California, la falta de políticas nacionales ambientales y fiscales que induzcan a la reducción del consumo provoca que este país desarrolle cada año autos y medios de transporte más potentes y que cada vez hacen menos quilómetros por litro.

Un país que no pertenece a la OPEP, como Rusia, ha llegado a ser el segundo productor mundial, y esto contribuye a un cuadro donde ni la unidad de intentos entre productores y consumidores está garantizada. América Latina tiene reservas probadas de 114 mil millones de barriles, en su gran mayoría en Venezuela (78 mil). Yendo a Irak se descubre que la explotación del petróleo en este país posee unas características peculiares: es muy económica, pero, especialmente, tiene el récord en la relación entre explotación y reservas. O sea, en 20 años sus reservas superarán las de Arabia Saudí. Si en teoría Irak tiene 231 años de explotación (81 Venezuela, 73 Arabia Saudí), en el polo opuesto están Estados Unidos, que tiene apenas 11 años, y Gran Bretaña con sólo seis.

1973 LA PRIMERA OCASIÓN PERDIDA

La gran crisis petrolífera de 1973 fue originada en gran medida por la guerra del Yom Kippur que enfrentó a Israel con sus vecinos árabes. Los países productores de petróleo descubrieron que podían influir en el precio del crudo, hasta aquel entonces en gran parte en manos de pocas multinacionales, las famosas "siete hermanas". Apenas dos años atrás se había derrumbado el sistema económico mundial surgido al final de la Segunda Guerra Mundial con los acuerdos de Bretton Woods. Estados Unidos renunciaba a la convertibilidad del dólar en oro. Los dos elementos, fin de la convertibilidad y crisis petrolera, desencadenaron una crisis inflacionaria mundial y el fin de la fase de gran expansión capitalista de las décadas del 50 y 60, que se había beneficiado tanto de una extraordinaria estabilidad de los precios como de precios del crudo muy bajos y contrarios a los intereses de los países productores. La combinación de inflación y recesión, bautizada estagflación, causó problemas gravísimos al modelo económico keynesiano en aquel momento dominante, favoreciendo la salida neoliberal de la crisis.

La complejidad de ésta conllevaba distintos elementos. Una gran parte de Occidente vivió como un shock la subida de los precios y la conciencia de que recursos y crecimiento económico no eran ilimitados. La búsqueda de fuentes energéticas alternativas apuntó a la nuclear, a pesar de las dudas de los grupos ecologistas que se venían formando. Las dudas fueron confirmadas con la tragedia de Chernobyl, en 1980 en la antigua Unión Soviética. Sin embargo, mientras el modelo petrolero era supuestamente el único posible, se desvelaban otros aspectos que habían caracterizado la crisis de 1973. La subida generalizada y estructural de los precios hacía rentable el petróleo del Mar del Norte. La explotación de estas reservas ya conocidas era posible sólo en un contexto de altos precios. El Yom Kippur convirtió así a Gran Bretaña y Noruega en dos jeques más y dos actores que tienen escaso interés en revertir el dominio del petróleo sobre el sistema energético del planeta.