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Un fantasma recorre el mundo

  • Lunes, 08 Diciembre 2003 @ 14:00 CET
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Artículos Podríamos decir, parafraseando a Karl Marx y Friedrich Engels, que un fantasma recorre el mundo: es el fantasma de la falta de energía. Y todos miramos para otro lado. Debe ser por ese motivo por el que George Monbiot, columnista habitual de el periódico británico The Guardian y autor reciente de un buen artículo titulado “El fondo del barril”, encabeza su página así: “Diga a la gente algo que ya sabe y se lo agradecerá. Dígales algo nuevo y le odiarán por ello”. Los periódicos de color salmón, que son los financieros y que dejan a la prensa rosa como una prensa culta y de exquisitas maneras, siguen insistiendo en sus letanías sobre el crecimiento, la liberalización, la privatización, la globalización, los mercados libres, etc. etc.

Inmutables, impertérritos, siguen untando bálsamos sobre las jíbaras conciencias de los alquimistas de las finanzas y diciendo a la gente lo que ya sabe, para recibir sus aplausos. Les dicen que ayer llovió o hizo sol. Son los meteorólogos del dinero. Dicen que el euro se puso a 1,20 dólares, ayer, claro. O hace diez minutos. Dicen que el PNB de Zimbabwe bajó tres puntos en 2002, esto es, el año pasado. También dicen que se acerca una borrasca por las Azores de Wall Street y predicen, para unas horas después, caídas de valores, como chuzos de punta, en Tokio, pero con la misma (poca) seguridad y precisión con que lo hacen los meteorólogos.

Y con los crecimientos, llevan mintiendo a sabiendas tres años, al menos. Son prevaricadores, pero no estoy seguro de que ni siquiera se hayan dado cuenta de ello, de tan rutinarias y cotidianas que se han hecho sus mentiras.

Un buen amigo, escribió hace tiempo esta poesía, la XXIX de sus Sinapsis otoñales, que ahora me viene a la memoria y me permito citar aquí:

En Europa
Hace frío.
Hace lujo.
Hace orden.
Hace niebla.

En las tiendas
todo brilla.
Se es amable.
No se grita
por las calles.

En Europa
se produce.
Se mejora.
Se consume

En Europa
no se llora.

Tenía razón. En Europa, se sigue creciendo y en Estados Unidos también. La prensa salmón y los aventadores de noticias financieras horizontales, en sesión continua y por la franja inferior de los televisores, anuncian sin cesar que el año que viene, si el dios del libre mercado quiere, creceremos. Se refieren a Europa, claro. O a Estados Unidos.

Últimamente, tienen pesadillas. Ven recesión y no pueden creer que los ricos también lloren. No, ellos no. E insisten en que si hoy crecen menos que ayer, también hoy crecerán menos que mañana. Pero sus cifras, que siguen siendo pura alquimia, se les están yendo de las manos. La Europa acostumbrada a crecer el 3 ó el 5% anual durante décadas, vio a Japón hundirse en decrecimientos. Y vio que el bálsamo de las bajadas de los tipos de interés, que llegó a estar a cero, a flor de piel económica, no resucitaba a ese muerto.

Y ahora ve que sus locomotoras soplan mucho y avanzan poco o nada. Y ve cómo la locomotora estadounidense va a trompicones. Allí se mide su velocidad a golpe de biela trimestral. Y hay trimestres en que ven que gira con mucha fuerza y otros en que se agarrota. Pero lo que ven los que no comulgan con ruedas de molino de color salmón, es que esa es la locomotora de los hermanos Marx y que los ratitos en que avanza a toda máquina, es porque los geniales maquinistas la están alimentando con la leña de los vagones del convoy; en términos financieros, con un aumento brutal de la deuda, de la balanza comercial y del déficit.

Ahora, los meteorólogos financieros nos están contando que el año 2004 verá una Europa con crecimientos inferiores al 1%, pero se callan que han contratado a los aprendices de los hermanos Marx, para que alimenten la locomotora con leña de déficit, que arde como la de eucalipto, sin apenas aportar calorías.

El señor del vagón español no termina de entender el mecanismo; era un fanático converso del déficit cero; le habían dicho que no se podía gastar más de lo que se producía y había enseñado a su burro a no comer. Y ahora va y se le muere. Y ve que los maquinistas de la general, Francia y Alemania, empiezan a desvencijar vagones, ente ellos el español, para hacer más madera, porque esto es la guerra, como decía el genial Groucho.

Así que vemos ahora dos locomotoras, la estadounidense y la europea, que como el tren de Arganda, pitan más que andan. Pero a pesar de todo, siguen pitando y anunciando que vendrán tiempos mejores. Siguen comulgando con el crecimiento infinito. Y quemando más y más vagones para llegar a ninguna parte.

Pero cuando se observa el tren en su conjunto y no sólo a las locomotoras, como acostumbramos en occidente, pensando, que por extensión estamos viendo todo el tren, ¿qué pasa? Pues muy sencillo. Veamos lo que nos dice la mismísima CIA, en su “World Factbook”, que está a disposición de quien quiera leerlo. Dicen, en inglés, claro y referidos al mundo en general: “El crecimiento de la producción mundial, o Producto Mundial Bruto (Gross World Product, o GWP) cayó del 4,8% en 2000, al 2,2% en 2001 y 2,7% en 2002”.

En los productos nacionales o mundiales brutos, se incluyen como crecimiento, como todo el mundo debiera saber, hasta los derribos de helicópteros y los disparos de mortero o de misil, así como las hospitalizaciones por gripe, porque aumentan la actividad económica. Así que cuando se ve el mundo desde una órbita lo suficientemente geoestacionaria, se puede concluir que el mundo seguramente no ha crecido nada (para bien o de provecho) en los últimos tres años .

Por otro lado, los geólogos de ASPO coinciden en que en el año 2002, se consumió menos energía que en el 2001 y en ese año, menos que en 2000. ¿Estamos ante el huevo de que no se crece por una crisis económica temporal y por ello, los consumos de energía son menores, o ante la gallina de que ya no se puede producir más energía y por eso los crecimientos económicos son menores?

Si fuese la gallina, como opinan los geólogos de ASPO, estamos apañados, porque es un proceso irreversible y de continuada cuesta abajo. Estamos ante una colosal y mundial quemazón de vagones en la ópera bufa “Los hermanos Bush-Blair-Aznar en Occidente”, mientras la máquina avanza en una procelosa llanura llena de indios hostiles.

Y vemos huellas del paso de estos jinetes del Apocalipsis por doquier. Doquiera que haya petróleo.

Por ejemplo: BP, con apoyo del Banco Mundial y EE.UU. se pone a construir el oleoducto Baku-Tiblisi-Ceyhan (BTC) de 3.000 millones de dólares, desde Baku a la costa mediterránea de Turquía. Está diseñado para tener una capacidad de 1 millón de barriles diarios y para estar en funcionamiento en 2007, proporcionando una salida al Campo Azeri-Chirag-Guneshli, con 5.300 millones de reservas declaradas (ver el boletín de ASPO de diciembre). Pues bien, de repente vemos que caen el dirigente de Azerbaiján, luego el presidente de Georgia y finalmente, los golpes terroristas en Turquía y así podemos trazar perfectamente el perfil del oleoducto.

Nos pasa lo mismo en Angola, o en Nigeria. Lo mismo sucede en Venezuela, donde habrá diez mil referendos hasta que salga el grano o en Colombia, donde llueve metralla a lo largo del oleoducto: hay siempre violencia y sangre cerca del petróleo. Más sangre, donde más petróleo hay y menos control de los maquinistas bufos de la general: así pasa en Irak. Pasó en Kuwait y pasará pronto en Irán o en Arabia Saudita. Pasó en Argelia en 1992 y pasará cualquier día en Libia, aunque el revisor de ese vagón entregue los bancos de madera al maquinista de tercera Aznar. Los maquinistas necesitan quemar hasta las paredes y las cortinas del vagón. Cualquier cosa, antes que renunciar al placer de la velocidad, o mejor, al vértigo de la aceleración permanente, que no otra cosa es el desarrollo o el crecimiento sostenible.