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El País de hoy domingo, 11 de julio, nos presenta las dos posiciones oficiales, “Insostenible e ineficaz”, de Carlos Bravo Villa, responsable de la Campaña de Energía de Greenpeace (en contra, claro) y “Esperando la fusión” de J. Manuel Perlado, catedrático de Física Nuclear (a favor, claro). Falso debate, como suele decir Chomsky. Primer error: ambos apoyan el cumplimiento del Protocolo de Kioto, una de las grandes mentiras para mantener engañada a la población. Kioto, dicho en forma vulgar, es como si un club de fumadores, cuyo promedio de consumo en 1990, fuese el de una cajetilla diaria, se diese cuenta, en 1997, de que el club es ya irrespirable, cuando están fumando 23 cigarrillos diarios de promedio por miembro, y que hay que hacer algo. Después de sesudas reuniones, acuerdan, parcialmente, que harán un gran esfuerzo: intentarán reducir el mortal vicio...¡pero al 95% del nivel de 1990!; es decir, a 19 cigarrillos diarios de promedio... ¡y además para el 2012! Sólo los grandes fumadores y los mentirosos de Kioto son capaces de engañarse de esta forma a sí mismos, e intentar engañar a sus familiares y amigos con que van a dejar el vicio. Y luego, el apartado de cuentos. Greenpeace sostiene que con generadores eólicos y solares se podrá sustituir a los combustibles fósiles y al enorme consumo que representan (lo que es imposible) y el catedrático de Física Nuclear, con que esa sustitución la podrá hacer muchas centrales nucleares de fisión (sin mencionar cuántas, ni dónde, ni con qué uranio), hasta que consigan romper, en vez del átomo, la “constante física” de la fusión, que es que la de que dentro de 50 años (lo vienen diciendo desde hace más de cincuenta años y siguen igual) habrá energía de fusión comercial y que seguirá siendo infinita y “demasiado barata para medirse con el conta-dor”. Mientras tanto, ambos ignoran el hecho fundamental: estamos a las puertas de llegar al cenit de la producción mundial de petróleo y en dos o tres décadas más de gas, la gente se muere a chorros, porque tenemos un planeta en el que los recursos se agotan sin remedio y cada vez están peor distribuidos y en vez de programar la inevitable caída del consumo, lo que hacemos es seguir, ciegamente, apostando por el crecimiento eco-nómico, ergo energético, infinito, o cuando más, por “tecnologías de ahorro y eficiencia energética”, como si se pudiese estar ahorrando, también sin límites, y pasándose por la piedra a las leyes de la termodinámica y al ciclo de Carnot, mientras seguimos intentan-do crecer de forma infinita en un mundo finito. Rumbo de colisión, que afectará seria-mente, muy seriamente, a la vida de miles de millones de personas en un futuro históricamente inmediato, que no analizan, ni el uno, ni el otro de los “expertos” de ese falso debate. Ahi van los dos artículos, para que los lectores de Crisis Energética puedna también ofrecer sus opiniones. Es doloroso y triste que organizaciones como Greenpeace entren en este juego del poder.

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EL PAÍS DEBATE - 11-07-2004

¿Hay que apostar de nuevo por la energía nuclear?

El debate sobre la energía nuclear está regresando con fuerza. Contribuyen a ello muchos factores, empezando por las dificultades para cumplir con el compromiso europeo respecto al Protocolo de Kioto, siguiendo con la perspectiva de un mundo sin petróleo o con petróleo escaso y muy caro, y sin olvidar las necesidades energéticas de un planeta de 6.000 millones de habitantes. Algunas voces especialmente significativas y autorizadas, como la del científico británico James Lovelock, han tomado ya partido por la construcción de nuevas centrales en todo el mundo.

Insostenible y eficaz

CARLOS BRAVO VILLA

En julio de 2001, en la cumbre de Bonn del Convenio Marco de Protección del Clima, la energía nuclear quedó excluida de los mecanismos del Protocolo de Kioto, que regula las políticas y medidas para combatir el cambio climático.

Esta decisión supuso un varapalo para la industria nuclear, que había puesto sus esperanzas en exportar su tecnología a los países en vías de desarrollo al amparo de los mecanismos financieros previstos en este Protocolo. La puerta que vislumbraba para superar varias décadas de continuado declive a nivel global finalmente no llegó a abrirse.

Las razones de ese declive son bien conocidas. En primer lugar, la energía nuclear es peligrosa. La tragedia de Chernóbil puso punto final al debate sobre la seguridad de las centrales nucleares. En segundo lugar, la industria atómica no ha sido capaz de encontrar una solución satisfactoria al inmenso problema que supone generar residuos radiactivos cuya vida activa se cuenta en decenas de miles de años (un claro ejemplo de su insostenibilidad). En tercer lugar, la energía nuclear ha perdido la batalla de la competitividad económica en unos mercados energéticos cada vez más liberalizados. Vista la experiencia en EE UU, la prestigiosa revista Forbes calificó a la energía nuclear como "el mayor fiasco en la historia económica norteamericana". Asimismo, el Banco Mundial y otros bancos multilaterales no financian desde hace tiempo proyectos nucleares, por no ser una opción eficiente en coste.

Pero, si como hemos visto, hasta el Protocolo de Kioto considera que la energía nuclear no cumple los requisitos necesarios para ejercer un papel significativo en la lucha contra el cambio climático, ¿cómo debemos entender la reciente irrupción de artículos (algunos realmente contradictorios, como el de James Lovelock, creador de la hipótesis Gaia) a favor de un resurgimiento de la energía nuclear para hacer frente a este fenómeno?

Es un intento desesperado de supervivencia. Ante las escasas perspectivas de negocio, la industria nuclear se ha planteado dos objetivos. Por un lado, procurar a toda costa mantener en operación las centrales nucleares actualmente en funcionamiento, aunque éstas estén plagadas de graves problemas de seguridad, para lo cual le resulta indispensable conseguir la connivencia de los organismos reguladores (como es el caso en España con el Consejo de Seguridad Nuclear, organismo de dudosa independencia y opaco donde los haya, y necesitado de una profunda reforma legal). Presionando a la opinión pública y a los responsables políticos con el pretexto del cambio climático para que se construyan nuevas centrales, esta industria espera lograr que, al menos, no se cierren las existentes.

En segundo lugar, tratar de hundir cualquier intento serio de implantación de las energías renovables, su antítesis energética. Transmitiendo el mensaje de que no son rentables y que habrá que esperar muchas décadas para que estén disponibles. Propiciando políticas energéticas que minimicen la aportación de las renovables. Históricamente, acaparando el grueso de las inversiones en I+D en energía. "Energía nuclear hoy, energía solar mañana", la versión del lobby nuclear del "vuelva usted mañana" de Larra. A pesar de todas las dificultades, la energía eólica y la solar están tecnológicamente maduras.

Afortunadamente, la solución eficaz al cambio climático existe: un modelo energético sostenible cuyo eje fundamental sea las energías limpias (renovables y tecnologías de ahorro y eficiencia). Aplicadas en todos los ámbitos -generación de electricidad, transporte....- pueden lograr reducir de forma efectiva (incluso en términos económicos) las emisiones de CO2. Las inversiones dirigidas a promover la eficiencia energética son siete veces más efectivas que las dirigidas a la energía nuclear a la hora de evitar emisiones de CO2. Incluso obviando el incremento del riesgo de accidentes y del desvío potencial de materiales nucleares para usos terroristas, el aumento del volumen de residuos radiactivos, etcétera, sustituir a escala mundial todos los usos de los combustibles fósiles por energía nuclear sería prohibitivo desde el punto de vista económico, dados sus elevados costes (la construcción de una central de 1.000 megavatios ronda los 3.000 millones de euros). Sería imposible financiar económicamente una expansión masiva de la energía nuclear para combatir el cambio climático. Por el contrario, se estima que la transición a un sistema basado en energías limpias tendría un coste de menos del 5% del PIB, lo que, a la vista de los daños que presumiblemente ocasionará el cambio climático, sería perfectamente asumible.

La energía nuclear sólo ha sido capaz de sobrevivir en los países donde ha contado con fuertes subsidios estatales y con apoyo político cuando surgían los problemas financieros. Este ha sido durante mucho tiempo el caso de España, donde se han trasladado a la tarifa eléctrica (que pagamos los ciudadanos) todas las ineficiencias económicas de la energía nuclear: desde el coste de la minería del uranio hasta el de la gestión de los residuos radiactivos y el desmantelamiento de las instalaciones. Y aun así, las compañías eléctricas, que se mueven en un mercado liberalizado donde ya no existen moratorias nucleares de tipo político, no han solicitado la construcción de ninguna nueva central nuclear. Sin duda son conscientes de la enorme deuda que les provocó la construcción de las centrales nucleares existentes y los costes hundidos que ello generó (que también pagamos todos a través de la tarifa, bajo el concepto de "costes de transición a la competencia").

Abandonar la energía nuclear es una cuestión de voluntad política, no hay ningún problema técnico, energético o económico que lo impida. Es lo deseable desde la óptica ciudadana y medioambiental. El actual Gobierno socialista ha manifestado tener esa voluntad. Si de verdad el Gobierno desea crear un modelo energético sostenible que permita cumplir con los compromisos de Kioto, debe poner en marcha, cuanto antes, un plan de cierre progresivo de las centrales nucleares, empezando por las más peligrosas, como Garoña, e impulsar decididamente las energías limpias.

Carlos Bravo Villa es responsable de la Campaña de Energía de Greenpeace.
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Esperando la fusión

J. MANUEL PERLADO

La naturaleza y nuestra inteligencia nos han mostrado dos formas de extraer eficientemente energía del núcleo atómico: fisión y fusión. La fisión nuclear, que consiste en la ruptura de núcleos pesados (uranio, torio), es en la que se basan las actuales centrales nucleares que nos dan energía eléctrica. La fusión nuclear basada en la unión de núcleos ligeros (hidrógeno) en condiciones muy exigentes de la naturaleza, hoy logradas, nos pone sobre la pista del futuro inagotable de generación de energía. En ambas alternativas nucleares nos encontramos con una fuente capaz de darnos una energía por unidad de masa hasta millones de veces superior a otras alternativas, y que encaja adecuadamente en las diversas escalas de tiempo que manejamos, las necesidades de hoy, y el legado que queremos dejar a las generaciones venideras. Se quiere cumplir el Protocolo de Kioto en 2012, simple mínimo, porque está claro con el conocimiento actual, contrastado por la experiencia, que el efecto del consumo de la sociedad es el protagonista del calentamiento del planeta por efecto invernadero debido a las emisiones de gases, CO2; y las advertencias son ya demasiadas y solventes como para no hacerlas caso y ¡a corto plazo! Este hecho elimina el uso de un combustible tan abundante e histórico como el carbón.

Pero sigamos adelante, y constatemos cómo el modelo actual de generación eléctrica no ha sido capaz en ocasiones muy recientes de abordar situaciones que pueden ser lamentablemente más habituales de lo que pensamos en un futuro, y nuestra cómoda, y cada vez más introducida energía eléctrica, ha quedado fuera de juego en momentos críticos sin que los loables esfuerzos de otras fuentes alternativas puedan capitalizar más de un 0,05% de la demanda. Pero, es que este país ha crecido en consumo de energía el doble de su riqueza y éste es un modelo claramente insostenible, pensando además en una creciente demanda y población. El petróleo cumplirá por muy poco tiempo su misión, sobre todo en nuestro cotidiano sector del transporte, y la advertencia sobre su escasez, falta de nuevos descubrimientos y encarecimiento progresivo es bastante clara.

Esta realidad se resuelve con el planteamiento del uso del hidrógeno a 20-30 años. Pero generar hidrógeno requiere energía, y lo queremos y necesitamos ¡ahora! El gas, que cumplirá su misión a corto y medio plazo, no será suficiente para abordar toda la demanda necesaria a muy largo plazo, y su duración se plantea en un siglo y medio (¿dos siglos?). Es evidente que el uso de fuentes renovables (fundamentalmente la solar) cumplirá un papel importante, pero no en un futuro tan cercano como en el que se desarrollan, ¡ya!, los problemas energéticos en todos los sectores de consumo, y debería de quedar claro a largo plazo que no se trata de un problema de competencia entre fuentes sino de diversidad en su forma de uso y capacidad de sostenibilidad en el tiempo.

De manera que aquí y ahora, reconociendo la urgencia del problema, nos queda la energía nuclear de fisión. A esa alternativa es lógico que la sociedad le pida varios condicionantes: no proliferante, segura y que se reduzca la radiotoxicidad y vida de sus residuos. No sería la seguridad probablemente quien fuese contemplada como el elemento más preocupante por la sociedad, vista la experiencia acumulada por la tecnología occidental, sino el tratamiento de los residuos radiactivos. Lógico, porque el individuo y la sociedad oyen, con incertidumbre, cifras de decenas de miles de años de vida de esos elementos confinados. Sin embargo, esta percepción cambiaría drásticamente si la noticia fuese que el confinamiento de esos productos se diese en cientos de años y en una continua vigilancia... en un tiempo cuya escala es menor que algunas maravillas arquitectónicas que contemplamos todos los días en nuestras ciudades.

La colaboración internacional ha buscado desde hace tiempo (y esto me permite recordar la contribución de científicos españoles) el desarrollo de sistemas de transmutación de residuos radiactivos cuya investigación progresa muy significativamente, de manera que llegase su implantación en el momento necesario incluso permitiendo un doble uso con generación de energía. Hoy en día, países como Francia, el Reino Unido, Finlandia, Suecia, Japón, China, y otros países asiáticos, sin esperar tanto, ya plantean la construcción de reactores de una generación superior en seguridad. Cierto, la aceptación pasa porque la industria desarrolle un nuevo ciclo de sistemas, y lo está haciendo con la llamada Generación Cuarta, donde el planteamiento de seguridad se asume ya cubierto, y se plantea la reducción sustancial de los residuos y la elevación de la temperatura de trabajo para permitir simultáneamente la producción de hidrógeno.

Finalmente, y en otra escala temporal, la sociedad ya sabe hoy al escuchar la palabra fusión que existe otra fuente de energía nuclear de carácter limpio, seguro e inagotable al hacer uso del hidrógeno que se puede extraer del agua del mar. Y esa realidad se encuentra en una perspectiva temporal comparable con la que usamos para referirnos a nuestras generaciones venideras: 50-100 años... no es nada... pero ahí se acaba el petróleo... y comenzaremos (comenzarán) a hablar de la escasez en "otro siglo" (no más) del gas.

La conclusión es que la energía nuclear de fisión y sus recursos son una solución en la escala de corto, medio/largo plazo, para simultanear su existencia y dar paso a la de fusión nuclear que se combinará amigablemente con el conjunto de las energías renovables y alternativas.

J. Manuel Perlado es catedrático de Física Nuclear y director del Departamento de Ingeniería Nuclear de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid.




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hemp

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y simpre se olivida del punto importante del suministro del petróleo.. el transporte..sin ello es igual todo los sitemas de generar energia eléctrica..simplemente.. todas las instalaciones etc.. etc etc.. necesitan.. mantenimiento y reparaciones.. sin noy hay transporte en condiciones.. todo se caiga con inercia..

es como la sangre del cuerpo.. sin ello el cuerpo deja de funccionar..la sangre de la economia es el transporte..

En los debates se olvidan siempre de la clave del transporte y las implicaciones se notaran primero en este sector antes que nada.










El chollo se acaba y ver que hacemos...

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yirda

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Tocar el sector del transporte, es tocar todos los sectores. No se que será de la comida para llegar a los supermercados, pero en realidad todos los consumibles que nos mantienen en este sistema dependen de barcos, aviones, camiones, furgonetas, casi ná.
Saludos,

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Osec

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Me ha impresionado profundamente la frase de Carlos Bravo que dice Por el contrario, se estima que la transición a un sistema basado en energías limpias tendría un coste de menos del 5% del PIB, lo que, a la vista de los daños que presumiblemente ocasionará el cambio climático, sería perfectamente asumible. Si el responsable de la campaña de energía de Greenpeace puede escribir tal afirmación sin sonrojarse un poco, o sin que ninguno de sus compañeros le dé un capón, es que hay en Greenpeace menos cabeza y sentido que en un mosquito.

Es cierto que Greenpeace ha cumplido el papel de triste multinacional de la ecología, pero tenía la impresión de que era más bien una cuestión de imagen pública, ahora, cada vez que veo o leo cualquier declaración de un miembro de este grupo, me voy convenciendo de que para ellos esto no es más que un modo de vida, que desde luego no se preocupan en absoluto de tratar de comprender las cosas que pasan ante sus ojos, es como si les diesen un manual, bastante corto, que pusiese, : energias renovables, hidrógeno y salvar a als ballenas, no: centrales nucleares y pieles de animales .

Además, se ve mucho de que pie cojean, los dos articulos nos están vendiendo su moto, quiero decir, tanto uno como otro nos dicen que con su modelo tendremos en breve un sistema fantástico, sin problemas ni incomodidaes, con desechos nucleares que se apagan en 15 minutos y molinillos de viento portatil que dan 100Mv haga viento o no. Es como en los anuncios, todo son ventajas, todo sale de las piedras y cuesta 0, como en los anuncios ninguno nos cuenta que hay algunas consecuencias malas de nuestro estilo de vida, no vaya a ser que algún comprador se sienta ofendido, y decida no comprar...

En fin, nada nuevo bajo el sol, como decía el refran: con ecologístas como estos, quien necesita malvados lobbies nucleares...


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interfaz2

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Junior
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Mensajes: 26
Yo tambien leí ese domingo ese debate , es cierto que no tocaron el tema del transporte y petroleo a fondo pero cualquier persona que lea ese " debate " seguro que se hará muchas preguntas.

Yo no soy de Greenpeace ( muchas veces cuando voy por la calle me intentan hacer socio y les digo qwue cunado trabaje lo mismo me hago socio ) pero lo d elas ballenas es como su " publicidad " creo yo , ellos tratan de muchos temas y l cierto que Greenpeace tendra muchas cosas que no gusten a muchos sectores ( sectores en plan neoliberales o sectores quevan mas lejos que ellos ) pero lo que si es cierto es que abren los ojos mucha gente.

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