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Jeremy Rifkin en España: La tercera revolución reconoce el cenit del petróleo.

  • Miércoles, 05 Diciembre 2007 @ 06:51 CET
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Artículos El 5 de diciembre, Jeremy Rifkin dio una conferencia en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), bajo el título “La tercera revolución industrial. Nuevos modelos para frenar el cambio climático”.

Presidieron el acto la ministra de Medio Ambiente de España, Cristina Narbona, el vicepresidente del CSIC, José Manuel Fernández y el presidente de la Fundación Santander, Antonio Escámez. El acto estaba patrocinado por el Ministerio de Medio Ambiente, la Fundación Santander y la Fundación Biodiversidad, con la colaboración del Ministerio de Educación y Ciencia y del CSIC, que prestó su aula magna, que se llenó.

Fue un despliegue de las conocidas tesis de su libro “La economía del hidrógeno”, que ya hemos comentado en estas páginas (Rifkin, Jano y Sísifo). Esta vez, muy vinculada su presentación al emergente fenómeno estrella del cambio climático. De entre las novedades respecto de discursos anteriores, cabe resaltar una mención a un último informe sobre cambio climático que anunciaba un posible aumento global de hasta 20 º C, cuando él mismo consideraba que más allá de 5 ó 6ºC pueden suponer la extinción total. La segunda novedad es que incorpora de pleno el concepto de cenit del petróleo, menciona a Hubbert y cifra su llegada entre 2010 para los pesimistas y 2020 para los optimistas, aunque dice que para él es lo mismo de dramático. Más información sobre el evento en el interior. La ministra Narbona abrió y clausuró la ceremonia con loas a Jeremy Rifkin y a su papel protagonista de este cambio necesario. Destacó el perfil de economistas, tanto de la propia ministra como de Rifkin, para reconocer que la visión que se tiene de los economistas es la de cortoplacistas y personas muy focalizadas en asuntos muy concretos y ajenos a la realidad y a los retos actuales. Dijo que no era así en el caso de Rifkin. Hizo mención a la cantidad de trabajos de asesoría de alto nivel del ponente, que van, entre otros muchos, de asesorar al presidente en funciones de la UE, al presidente italiano, Romano Prodi, o ahora incluso al presidente de gobierno español Rodríguez Zapatero.

El vicepresidente del CSIC hizo mención a los muchos centros que el CSIC posee y sus trabajos en 8 grandes áreas, de las que destacó el “eje de cambio global”, en relación con el cambio climático.

El presidente de la fundación Santander también glosó la figura de Rifkin y dijo que los objetivos de su Fundación estaban en perfecta sintonía con los de Rifkin, en cuanto a promoción del desarrollo y el crecimiento sostenibles.

Jeremy Rifkin arrancó su presentación como todo un “showman”, desde la puerta de entrada, dejando a los presentadores solos en la mesa presidencial y desplegando sus encantos delante de dicha mesa y frente a los espectadores, moviéndose con muchas tablas. No hizo presentación alguna proyectada y todo fue un discurso bien hilado y bien aprendido, arrancando con los problemas del calentamiento global, para pasar a la necesidad de entrar en la tercera revolución industrial, que tendría que ser distribuida y global.

Para empezar, dijo que nos encontrábamos en el ocaso de un régimen energético, aunque tengamos que seguir conviviendo con energías fósiles hasta bien entrado el siglo XXI. Calificó a esta sociedad como la gente del petróleo, ya que todo se mueve alrededor del mismo, desde los alimentos hasta los plásticos.

Y señaló cuatro problemas, a su juicio estructurales:

El Cambio climático

La deuda creciente

El aumento de la inestabilidad política en Oriente Medio

Y el cenit del petróleo.

Indicó que no podemos escapar de la segunda ley de la termodinámica (de hecho, uno de sus primeros y mejores libros, lleva como título “Entropía”) y se lamentó de que hoy estemos arrojando a la atmósfera tanto CO2, tanto metano y tantos gases de tipo NOx.

Sobre el clima consideró muy peligroso lo que llamó las realimentaciones positivas imprevistas, pero que empiezan a dejarse sentir en valles uqe dejan de recibir la fusión de las nieves de montañas, en los cambios operados en el golfo de México o en el Ártico, así como la descongelación del permafrost en Siberia y las inmensas liberaciones de metano que pueden suponer, que dijo eran 20 veces más dañinas por volumen y respecto del calentamiento global, que las de CO2. Añadió que los estudios del IPCC que consideran escenarios de subidas de hasta 2-3 º C pueden ser optimistas a su juicio, aunque podrían conllevar la desaparición de hasta un tercio de las especies en un siglo. Pero añadió que ha visto escenarios de aumentos de 5 ó 6 º C. Confesó incluso que ha accedido recientemente a un escenario que prevé un aumento de hasta 20º C, aunque hizo hincapiés en que ya 5 ó 6 º C puede suponer una extinción masiva.

Y Rifkin volvió al petróleo y se explayó en él. Aseguró que estamos en el fin de la rea del petróleo. Que se trata de un asunto geológico (es sorprendente cómo se van asumiendo los asuntos; con qué delicadeza y suavidad). Mencionó a hubbert, como pionero de estos análisis de llegada al cenit de la producción de petróleo (aunque la traductora al español no estuviese a la altura en este punto y dejase pasar el nombre sin pena ni gloria)

Y se preguntó a sí mismo y a la audiencia sobre la fecha previsible de la llegada al cenit, para antes de contestarse a sí mismo, mencionar antes que la AIE predijo en 2002 que en un escenario de crecimiento al 2% anual esperaba se llegase al cenit hacia 2035-2037, aunque modificaron el informe semanas después. LA respuesta a la fecha del cenit la situó Rifkin entre el 2010 y el 2020 y dijo que los datos eran de los mejores geólogos del mundo, incluso aún con las mejores técnicas de mejora de la eficiencia. Para reforzar el mensaje, mencionó que México y Rusia llegarán al cenit en 2010. Y que él no encontraba diferencia práctica entre optimistas y pesimistas.

Consideró Rifkin que los intentos de explotar a fondo y como sustitutos las arenas asfálticas de Canadá o los esquistos bituminosos de Venezuela (el petróleo pesado) o los depósitos de carbón en todo el mundo, sólo podrían traer un agravamiento tremendo del calentamiento global.. Y se preguntó retóricamente si estamos dispuestos a arriesgar nuestra extinción como especie para obtener unos años más de bienestar.

De esta exposición inicial, pasó a enumerar revoluciones tecnológicas anteriores, como la que formaron la conjunción del carbón, las máquinas de vapor y los ferrocarriles en el silo XIX. O la del desarrollo de la electricidad y las comunicaciones en el siglo XX. O la última revolución en los últimos 25 años de los ordenadores personales, el Internet y las redes inalámbricas.

Hizo hincapié varias veces en la importancia que en éstas últimas ha tenido el carácter descentralizado y distribuido; y juzgó que no se han hecho de arriba a abajo sino de abajo a arriba.

Dijo que las culturas orales han cambiado. Que las culturas escritas han cambiado y que forman el cerebro de forma muy diferente a las culturas electrónicas. Y que en eso está la que llama la tercera revolución, como una nueva misión de emprendedores.

Dijo que las estructuras altamente centralizadas exigen grandes inversiones en esfuerzo militar y geopolítico para mantenerlas seguras.

Alabó a la Unión Europea, de la que dijo ser la primera superpotencia capaz de proponerse llegar al 20% de renovables para el 2020. Y entonces comentó que el hidrógeno es la forma en que la energía se podrá acumular, dado que la generación sería principalmente eléctrica y ésta puede circular por la red cuando se consume, pero hay que almacenarla cunado se produce en exceso para los momentos en que hay defecto de la misma. No excluyó otros medios de almacenaje, tales como las baterías o los grandes condensadores.

Volviendo al asunto del concepto de distribución, señaló que hace apenas 20 años las redes de televisión eran grandes sistemas centralizados y que hoy, en la palma de la mano, cualquiera tiene en su poder la capacidad de producir imagen audio y texto y someterlo al mundo entero. Esta lucha no se hizo sin resistencia, señaló Rifkin, ya que los grandes medios televisivos comenzaron la batalla resistiéndose con los sistemas encriptados, hasta que éstos fueron derribados por los sistemas de código abierto o de tipo Lynux y no tuvieron más remedio que ceder.

De ahí pasó Rifkin a prever un mundo en el que cada hogar, cada oficina, cada tienda o almacén pudiesen disponer de sistemas de generación y almacenamiento con hidrógeno distribuidos, capaces de tomar de la red en caso de necesidad, pero también de entregar y compartir con la red, en caso de exceso. Todo ello gobernado por sistemas inteligentes que ayudarían de forma automática a tomar decisiones de ahorro en momentos críticos y de consumo en momentos favorables.

Como ejemplos de lugares que ya se han planteado la sostenibilidad en estos términos citó al edificio de IBM en Houston, que el próximo año dispondría de este tipo de solución o al de una gran empresa de alimentos estadounidense que producen toda la energía que necesitan de las renovables, sin conectarse a la red.

Cree Rifkin que la energía de tipo distribuido cambiará los modelos políticos y económicos. Y fió gran parte de este proceso a las células de combustible, de las que dijo ya está dotado el aeropuerto de Munich, que podría funcionar con un apagón total o la propia times Square. Incluso citó a los alemanes como los primeros en poseer un submarino operativo movido con hidrógeno.

Indicó que General Motors ha decidido invertir 250 MUS$ en el desarrollo de células de combustible e hizo una referencia al coche Bolt, que estaría para el 2010 y su células de combustible para 2011, ya pensado como máquina que no solo consume energía, sino que puede verterla a la red.

Opel también fue mencionada con un vehículo que acelera como uno de combustión interna, tiene 350 km. de autonomía y en vez de volante dispone de una palanca de control ( joystick). E imaginó que el mundo de 750 millones de vehículos privados pueda ser de doble uso para transporte y como células distribuidas de almacenamiento y para eventualmente compartir energía en red, con lo que se podría eliminar el poder centralizado.

Una forma de reproducir el esquema de los ordenadores (computadores) personales, que pueden llegar a juntar en la red sus capacidades individuales de procesamiento hasta multiplicarlas mucho más allá del super-ordenador más potente centralizado, señalo Rifkin.

Precisó que quedaban 7 años para poner en marcha el programa (roadmap) para este cambio. Y citó a la reunión de ayer de ministros de energía en Bruselas, que trataban de comenzar el proceso de liberar la distribución de energía, con la oposición de algún miembro nacional, como Austria y Francia y para lo que se pensaba asignar unos 750 M€ para la creación de este tipo de infraestructura descentralizada de soporte, que permitiría que le control se ejerciese de abajo a arriba.

Tuvo un breve y difuso recuerdo para los países pobres y sus posibilidades de acceder a esta maravilla de la descentralización, llegando a mencionar un intento de Naciones Unidas en Sudáfrica, sin especificar. Asignó a España un papel preponderante por sus vínculos con Latinoamérica. Y dijo que la mitad de la humanidad nunca había hablado por teléfono y que un tercio no tenía acceso a la electricidad, pero sin detallar cómo pensaba hacerles llegar los beneficios de esta tercera revolución.

Volvió a insistir en el papel esencial de la UE, que siempre y en todo momento colocó como mayor protagonista que los EE. UU., al decir que la UE de los 27 ya sobrepasaba a los EE. UU. en PIB, que tenía mayor capacidad exportadora y una moneda o divisa que lideraba el mundo.

Y mencionó a John F. Kennedy como el ejemplo que ahora tiene que tomar Europa para liderar este cambio de forma semejante a cuando proyectó una visión llena de ilusión, con el programa para situar un hombre en la luna en una década.

Rifkin hizo mención a que representamos apenas la mitad del 1% de la biomasa, pero nos apropiamos del 40% de la misma y que esa situación es insostenible. Y volvió a sugerir que España tenía el potencia para liderar este proceso con los países de Latinoamérica como socios. Sugirió aportaciones de capital estatal para el arranque, participación de la empresa privada y de los actores sociales.

En el turno de preguntas, que fue más bien breve, a pesar de que se tuvieron que hacer en hoja aparte y fueron muy seleccionadas, contestó a cuatro de entre las más de 60 que se le hicieron, como sigue:

Respecto a la opinión que tenía sobre le mercado de compraventa de emisiones de CO2, dijo muy diplomáticamente que si bien no creía que fuese una solución, sí que había actuado como un revulsivo (curva de aprendizaje), que había ayudado a muchas personas a darse cuenta de que en una sociedad global, sus actos más insospechados en un lugar, pueden estar dañando a otros a 8.000 km, de distancia. En este sentido señaló las tres principales fuentes causantes del calentamiento global. La primera fueron las infraestructuras. La tercer es el transporte. Pero dijo que nadie había pensado en la segunda, que eran las emisiones de metano de la cabaña ganadera mundial, indicando así de forma indirecta que un gran consumidor de carne estadounidense (hamburguesa, citó sin citar a las multinacionales de este negocio) podría ser el causante indirecto de deforestaciones importantes para convertirlas en pastos en Brasil.

La segunda pregunta, sobre si no habría que denunciar a los EE. UU. por “dumping” ambiental al no firmar el Protocolo de Kyoto, salió también con una respuesta de alabanza a Europa como moderno motor del cambio y dijo que había unos 23 gobernadores estadounidenses que ya habían fijado por su cuenta compromisos ambientales, indicando que los EE. UU. no son un todo homogéneo.

Sobre la energía nuclear como opción sin CO2, fue muy tajante. Dijo que no creía fuese parte de la solución, como muchos argumenta hoy día y puso cuatro razones principales. A saber: la primera que cada central de las 440 existentes y ya viejas que hay que reemplazar en los próximos 25 años, costará unos 2.000 millones de US$ y que apenas representan el 5% de la energía que consumimos. Que para reemplazarlas, habría que poner en marcha dos nuevas centrales cada 30 días, hasta llegar a unas 2.400 nuevas plantas nucleares. La segunda razón era la escasez del mineral de uranio, que hace que organismos oficiales (el Organismo Internacional para la Energía Atómica, entre otros) hayan dicho que puede haber escasez de combustibles ya hacia 2025/2035. Después el problema de la conversión de uranio en plutonio, como problema grave con el terrorismo de por medio. También mencionó que no se puede garantizar que un país que hoy sea demócrata y respetuoso con las leyes internacionales, deje de serlo unos años más tarde. Una aportación novedosa, fue la mención a que Francia, el país más pronuclear del mundo, tiene un cuello de botella enorme…precisamente en el uso de agua dulce que en ese país se lleva nada menos que el 40% de todo el agua dulce disponible para refrigeración y que eso está causando, ya sólo con las 59 centrales existentes, un severo problema ambiental en los cauces de agua dulce. Finalmente, el problema de los residuos, del que dijo que a pesar de llevar 60 años en estudio, todavía no tiene solución. Y mencionó el depósito de Yucca Mountain, que lleva 18 años de estudios, no ha almacenado nada y ya tiene fugas o filtraciones (is leaking).

También sobre otras alternativas barajadas en la actualidad, tales como el secuestro del CO2 para seguir quemando carbón, se mostró escéptico, alegando que no había nada que fuese comercialmente aceptable, según las investigaciones de su equipo técnico.

La última pregunta, sobre si superaremos la sociedad de consumo, tuvo como respuesta una larga digresión sobre la enorme capacidad humana de evolucionar; de los milagros del neocortex y la importancia superior que para todo ser humano tiene la aceptación social, por encima del progreso material.

Con esto, el señor Rifkin salió haciendo mutis por el foro en medio de un cerrado aplauso y dejando sentados en la mesa a la señora ministra y a los patrocinadores y colaboradores del evento.

Reportaje de Pedro Prieto