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Las tres crisis

  • Lunes, 13 Noviembre 2006 @ 09:49 CET
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Artículos Víctor Luis Álvarez, miembro de la junta directiva de AEREN, escribe en el diario asturiano La Nueva España el artículo "Las tres próximas, y puede que inminentes, crisis". El texto relaciona las tres crisis, energética, climática y financiera, y la relación que existe entre estas, y advierte de que su origen está en un sistema socioeconómico que ha funcionado de espaldas a la realidad física:
El decrecimiento, que llegará originado por la escasez energética, es incompatible con el sistema económico desarrollista y neoliberal, y la adaptación de nuestra sociedad a dicho decrecimiento será forzosamente traumática, aunque no se conozca en qué grado. Por otra parte, cabe recordar que el llamado «desarrollo o crecimiento sostenible» es una falacia absoluta. Dado el grado de agotamiento de los recursos del planeta, lo único sostenible es decrecer, dando fin a la actual orgía de consumo (derroche) del llamado primer mundo.
El artículo puede leerse en su totalidad a continuación: Las tres próximas, y puede que inminentes, crisis

VÍCTOR LUIS ÁLVAREZ
Si hemos de hacer caso, entre otros, a Al Gore, ex vicepresidente de los EE UU, al analista Gabor Steingart de «Der Spiegel» y a los geólogos de la ASPO ( Asociación Internacional para el Estudio del Agotamiento del Petróleo), tenemos ante nosotros tres desastres que al parecer se producirán en el lapso de unos pocos años.

La cuestión es que las tres crisis, que son la climática, la energética y la financiera, se interrelacionan influyéndose mutuamente, por lo cual no se deben analizar de forma independientemente como es hecho habitualmente.

La crisis climática, sobre la que está efectuando una campaña Al Gore en estos días con su ya famoso documental «Una verdad incómoda», es una realidad constatable que puede incidir dramáticamente sobre las próximas generaciones, pero puede fácilmente retrasarse en el tiempo si se anticipan las otras dos, y el planteamiento de su concreción de 30 a 50 años vista puede variar sensiblemente.

Porque si la crisis energética que marcará el cenit de la producción del petróleo o «peak oil» se concreta en los próximos de tres a siete años que estiman los geólogos de la ASPO y otros expertos como el banquero Matthew R. Simmons, asesor energético del presidente Bush, la disminución de las emisiones de CO2 afectará de forma beneficiosa al cambio climático. Aunque sumirá al vigente sistema de vida en un caos indescriptible, ya que la actual sociedad occidental de consumo no aceptará de buen grado el obligado decrecimiento.

El decrecimiento, que llegará originado por la escasez energética, es incompatible con el sistema económico desarrollista y neoliberal, y la adaptación de nuestra sociedad a dicho decrecimiento será forzosamente traumática, aunque no se conozca en qué grado. Por otra parte, cabe recordar que el llamado «desarrollo o crecimiento sostenible» es una falacia absoluta. Dado el grado de agotamiento de los recursos del planeta, lo único sostenible es decrecer, dando fin a la actual orgía de consumo (derroche) del llamado primer mundo.

La crisis financiera o crisis del dólar puede ser la más inminente. Gabor Steingart, en «Der Spiegel» nos lo pronostica así: «La dependencia de los bancos centrales extranjeros respecto del dólar diferirá su caída, pero no la evitará. La ventisca de nieve de hoy, trocará en alud mañana. El volumen de nieve ya está aumentando a una velocidad impresionante. El alud podría llegar mañana, dentro de unos meses o de unos años. Mucho de lo que las personas piensan hoy que es inmortal será enterrado por la crisis del dinero global: tal vez incluso el mismo liderazgo de los Estados Unidos». Esto lo conocen casi todos los economistas no papanatas, empezando por Paul Kruger y terminando por Stephen Roach, economista jefe de análisis de Morgan Stanley: EE UU debe financiarse todos los días con más de 1.500 millones de dólares procedentes del resto del mundo para mantener su nivel de gasto. De momento el Tesoro de EE UU imprime dólares, pero es una situación absolutamente insostenible incluso a medio plazo.

Cualquiera de las tres crisis tendrá unas consecuencias que, aunque sean imprevisibles, serán terribles con toda seguridad, especialmente si la última y posiblemente más próxima origina una huida hacia adelante de George W. Bush y provoca una guerra mundial cuyos resultados no es preciso describir.

Estamos al final de una era. Si analizamos nuestro entorno, comprobaremos que los signos de la decadencia se manifiestan por doquier; quien se tome la molestia de estudiar la caída del Imperio romano notará similitudes harto evidentes.

¿Se aproxima entonces una nueva versión de la Edad Media? Es posible que sí, aunque no es descartable una vuelta a la Edad de Piedra si se produjese una guerra nuclear como ya se ha mencionado anteriormente.

Ignoramos cuál de las tres crisis, o combinación de ellas, será la definitiva al final, pero parece evidente que tenemos muy pocas salidas a los problemas planteados. Si analizamos las similitudes con otros momentos de hecatombe histórica, es de esperar que los programas de la televisión basura se pongan pronto a discutir si los ángeles son varones, hembras o asexuados, como hacían aquellos de Bizancio mientras el turco se preparaba para acabar con el Imperio romano de Oriente.

Nos han tocado malos tiempos.

Víctor Luis Álvarez es miembro fundador de Aeren (Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos)