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50 años de Hubbert

  • Jueves, 09 Marzo 2006 @ 11:16 CET
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Artículos Esta misma semana, concretamente ayer, se cumplieron 50 años de un hecho que probablemente sea recordado como "histórico", o que al menos puede ocupar un lugar preminente en la historia energética de la humanidad. Nos referimos al discurso que Marion King Hubbert realizó el 8 de marzo de 1956 en un encuentro del American Petroleum Institute, en San Antonio, Texas. Impreso en la cuartilla que le serviría de guía para su charla, Hubbert escribió
De acuerdo con la mejor información actualmente disponible, la producción de petróleo y gas natural en una escala mundial llegará probablemente a su climax dentro de medio siglo, mientras que tanto para los Estados Unidos como para Texas, el cenit de sus producciones pueden esperarse que ocurran dentro de los próximos 10 o 15 años.
Detalles de esa histórica fecha fueron recordados por la bitácora Mobjectivist cuando recuperó un curioso artículo publicado en 1970 por la revista estadounidense Fishing Facts ("Our Petroleum Predicament"). Aprovechamos esta efeméride para presentar a los lectores de Crisis Energética la traducción de un fragmento del artículo, escrito por George Pazik, que nos permite viajar en el tiempo y revivir aquel día de marzo de hace cincuenta años.

Global Public Media le dedica también el especial "Happy Birthday Peak Oil - M. King Hubbert Tribute", y recomendamos también la lectura de " M. King Hubbert's Lower 48 Prediction Revisited" desde la bitácora GraphOilogy, y por supuesto la serie dedicada a las linearizaciones de Hubbert de Stuart Staniford en The Oil Drum: "Extrapolating World Oil Production", "Projecting US Oil Production" y "Predicting US Production with Gaussians". Por último, no podemos olvidarnos de los detractores de Hubbert, com Michael Lynch a la cabeza: "The New Pessimism about Petroleum Resources: Debunking the Hubbert Model (and Hubbert Modelers)".

Actualización: añadido nuevo sitio web de tributo a M. King Hubbert. El profeta solitario

Marion King HubbertLa multitud se concentraba lentamente en el salón de convenciones para la primera mañana de la convención, como sucede en casi todas las convenciones. Era el momento de saludar a viejos amigos, las palmadas en la espalda, los apretones de manos, y para algunos, el momento de aclararse la cabeza aún zumbando a causa de la fiesta de la noche anterior. San Antonio, en Texas, era el anfitrión de unos quinientos ingenieros petrolíferos que asistían a los tres días de reuniones de la División de Producción del Distrito Sur del American Petroleum Institute. Los ingenieros petrolíferos son hombres que pasan mucho tiempo en el campo, duros, hombres ásperos en una industria de hombres.

No se esperaba que pasase nada de especial significado en estos tres días de reuniones que empezaron el miércoles 7 de marzo de 1956. Se esperaba que el primer orador de la mañana diese un repaso general a los recursos energéticos mundiales. Muchos de los que estaban en la audiencia esperaban un resumen de cosas que ya sabían. Los Estados Unidos eran el mayor productor mundial de petróleo, el mayor consumidor de petróleo, y la industria del petróleo estadounidense ni siquiera conocía el concepto de “no se puede”. Era una industria capaz de todo, la más grande, de un país capaz de todo, el más grande. Si América era una superpotencia mundial, la industria americana del petróleo era su superindustria. Cada nuevo descubrimiento era descrito como “enorme”, nuestras reservas petrolíferas eran siempre descritas como “ilimitadas”, y el pronóstico no fue nunca menor que “fabuloso”. Y así con todo.

Los geólogos del petróleo, los ingenieros, y los ejecutivos compartían un juicio intuitivo que venía a decir esto: “Hemos estado en el negocio del petróleo en este país durante casi cien años. Hemos ganado un montón de dinero, nos hemos divertido mucho, y el futuro se presenta igual de bueno. Nos ha llevado casi cien años (97) producir casi 53.000 millones de barriles de petróleo y sabemos que aún nos queda dos o tres veces esa cantidad. No se agotará el petróleo durante nuestras vidas y probablemente tampoco durante las vidas de nuestros hijos. Nuestros nietos puede que tengan un problema, pero con el nuevo programa “Átomos por la paz” anunciado por el presidente Eisenhower el año pasado, incluso nuestros nietos no tienen porque tener grandes problemas con la energía. Además, nos quedan por lo menos quinientos años de suministro de carbón en este país.”

La reunión empezó bastante ajustada al horario previsto y el primer orador fue presentado. Su nombre era M. King Hubbert, un oriundo de Texas que había enseñado en varias universidades y que durante los últimos trece años había trabajado como geólogo con la Shell Oil de Houston. Hubbert tenía cincuenta y dos años en aquel momento, no era un hombre grande, imponente en tamaño o apariencia y no era la clase de orador poderoso que lleva a la audiencia al rojo vivo. Siempre era referido como “Dr. Hubbert”, porque tenía varios títulos y era un verdadero hombre de ciencia. Tampoco era un científico de mesa camilla, pues también había pasado sus pruebas en los campos. Empezó a hablar con una voz modulada en un tono sereno que pronto ganó la atención de la audiencia con la fuerza de sus palabras y su lógica en vez de con la fuerza de sus pulmones.

Estaba cometiendo una herejía, allí mismo, en la tribuna, delante de sus ojos. Contrariamente a las no escritas pero bien establecidas leyes de conducta sobre las cifras de la industria petrolera, empezó por señalar a su audiencia que se podía esperar que las reservas de petróleo americanas (para los estados por debajo del paralelo 48 y la plataforma continental) no fuesen tan vastas como se suponía y que la producción de petróleo americano llegase a su cenit en unos diez o quince años y entonces empezar a caer en su camino hacia el agotamiento. Cometió aún otro imperdonable pecado recordando a su audiencia que ya estábamos importando petróleo equivalente al 20% de nuestra propia producción... palabras malsonantes en la industria petrolera. Algunos miembros de la audiencia estaban visiblemente contrariados, pero escucharon en silencio, incapaces de combatir la irrefutable lógica del hombre en la tribuna, pero disgustados con él por decirlo. Era la verdad que nadie quería oír, pero la verdad que no podían negar. ¡Simplemente se suponía que no tenía que decir esas cosas!

Sus palabras también tenían graves implicaciones para la industria. La fecha en la que la producción llega al cenit o culmina es la temida fecha en la que una industria que siempre había tenido incrementos de producción del 5 o el 10% al año empezaría a tener decrecimientos en la producción alrededor de la misma cantidad cada año. Es la fecha en la cual los creditores, suministradores, accionistas, etc, empiezan a ponerse recelosos. Hay una gran diferencia entre llevar una industria cuya producción puede contarse por continuos incrementos a una que continuamente decrecerá. Esta es una fecha que debe ser evitada a toda costa y que debe ser relegada lo más posible en el futuro.

La versión preliminar del discurso de Hubbert entregado en la reunión hacía las siguientes afirmaciones:

De acuerdo con la mejor información actualmente disponible, la producción de petróleo y gas natural en una escala mundial llegará probablemente a su clímax dentro de medio siglo, mientras que tanto para los Estados Unidos como para Texas, el cenit de sus producciones pueden esperarse que ocurran dentro de los próximos 10 o 15 años.

Asumiendo que esta prognosis no contiene serios errores, pone de relieve serias preguntas políticas en referencia al futuro de la industria petrolífera. No hay que hacer excesivo énfasis sobre la gran diferencia que existe entre manejar una industria cuya producción anual podemos confiar que crezca de media de un 5 a un 10 por ciento al año y una cuya producción podemos contar que decline en esa proporción. Y aún, en términos de producción de gas natural y petróleo, eso es lo que la industria petrolera de los Estados Unidos está enfrentando.

(Cuando la ponencia de Hubbert fue publicada, después de que los censores de Shell Oil hubiesen acabado con ella, la afirmación anterior fue borrada y sustituida por lo siguiente: “la culminación del petróleo y el gas natural en los Estados Unidos y Texas ocurriría dentro de las próximas décadas”.)

Al final de su discurso, Hubbert fue aplaudido cortésmente y la conferencia continuó con el siguiente orador, pero la industria había sido sacudida. Hubbert pronto se enteró de lo enfadados que los ejecutivos de Shell estaban con su discurso y cómo deseaban que nunca hubiese sucedido. Sabían que poco podían hacer para acallar un discurso dado frente a 500 ingenieros petrolíferos, así que se tuvieron que contentar con el pequeño trabajo censor que hemos visto arriba. Sus matemáticas y su chocante curva de producción debían quedarse así. Hubbert no fue despedido de Shell, por cierto, continuó trabajando para Shell hasta finales de 1963, cuando se retiró a la edad obligatoria de sesenta años.

La industria nunca olvidó lo que les había hecho y estuvo muy ocupada durante los siguientes 5 o 6 años descubriendo enormes cantidades de petróleo (sobre el papel), para posponer lo más posible en el futuro ese temido día de culminación. Después de todo, la posición de la industria está contenida en la siguiente afirmación de relaciones públicas:

"Los Estados Unidos tienen todo el petróleo que necesitan para el futuro previsible."
Hubbert fue considerado un paria, un pesimista incurable, un excéntrico. Ninguna otra figura de la industria le apoyaba. Hicieron lo que pudieron para ignorarlo y olvidarlo, incluso aunque estuvieron muy ocupados “descubriendo” petróleo sobre el papel durante los siguientes 18 años. De hecho, se puede decir sinceramente que su inofensivo y pequeño dibujo de 1956 hizo más para incrementar (al menos sobre el papel) los recursos petrolíferos de los Estados Unidos dentro de los siguientes cinco años que los esfuerzos combinados de exploración y producción de la industria del petróleo había sido capaz de conseguir durante el siglo anterior.