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El Mono

  • Martes, 03 Agosto 2004 @ 22:00 CEST
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Artículos Traducción de un artículo de Kurt Vonnegut títulado originalmente "Cold Turkey y que publicamos aquí con el título de "El Mono". Hace muchos años, yo era tan inocente que todavía creía posible que pudiéramos convertirnos en la humana y razonable América con la que tantos miembros de mi generación soñábamos. Soñamos con esa América durante la Gran Depresión, cuando no había trabajo. Y luego luchamos y muchas veces morimos por ese sueño durante la Segunda Guerra Mundial, cuando no había paz.

Pero ahora sé que no hay la menor posibilidad de que América sea humana y razonable. Porque el poder nos corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los seres humanos somos chimpancés que se emborrachan con el poder. Al decir que nuestros líderes son chimpancés borrachos, ¿me arriesgo a bajar la moral de nuestros soldados que pelean y mueren en Medio Oriente? Su moral, como tantos de sus cuerpos, ya está perforada a balazos. Ellos están siendo tratados, como yo nunca lo fui, como los juguetes de Navidad de un chico rico.

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Cuando se llega a mi edad, si se llega a mi edad, que son los 81 años, y si uno se reprodujo, uno se encuentra preguntándoles cosas a sus hijos, que ya están en la mediana edad, sobre el sentido de la vida. Yo tengo siete hijos, cuatro de ellos adoptados.

Muchos de los que lean esto deben tener la edad de mis nietos. Ellos también están siendo principescamente jodidos por los de mediana edad en el gobierno y las corporaciones.

Le hice mi gran pregunta sobre la vida a mi hijo biológico Mark. Mark es pediatra y autor de un libro de memorias, El Expreso Edén. El libro trata sobre su brote, su camisa de fuerza y su celda acolchada, de las que volvió lo suficiente como para terminar la Escuela de Medicina de Harvard.

Esto es lo que el Dr. Vonnegut le dijo a su papá que babeaba: "Padre, estamos aquí para ayudarnos mutuamente a pasar por esto, sea lo que esto sea". Y yo se los cuento a ustedes. Anótenlo, pónganlo en sus computadoras, así pueden olvidárselo.

Yo tengo que decir que es una muy buena frase, casi tan buena como eso de "tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros". Mucha gente piensa que Jesús dijo eso, porque es el tipo de cosas que Jesús solía decir. Pero de hecho lo dijo Confucio, el filósofo chino, 500 años antes de que existiera el mejor y más humano de los humanos, Jesucristo.

Los chinos también nos dieron, vía Marco Polo, la pasta y la fórmula de la pólvora. Los chinos son tan tontos que sólo usaron la pólvora para hacer petardos. Y todo el mundo en ese entonces era tan tonto que nadie en ningún hemisferio sabía que existía el otro.

Pero volvamos a los que, como Confucio y Jesús y mi hijo Mark, el médico, que dijeron cómo podemos portarnos más humanamente y tal vez hacer del mundo un lugar menos doloroso. Uno de mis favoritos es Eugene Debs, de Terre Haute, en mi estado nativo de Indiana.

Escuchen esto: Eugene Debs, que se murió en 1926, cuando yo tenía apenas 4 años, fue candidato a presidente cinco veces por el Partido Socialista, ganando 900.000 votos, 6 por ciento del electorado, en 1912, si es que se puede imaginarse una cosa así. Mientras hacía campaña, decía cosas como éstas:

Mientras exista la clase baja, yo soy de esa clase.
Mientras exista el elemento criminal, yo soy uno.
Mientras exista un alma en prisión, yo no soy libre.

¿No te hace vomitar todo lo socialista? ¿Como las escuelas públicas o los hospitales gratuitos?

¿Y qué hay con el Sermón de la Montaña de Jesús, las Beatitudes?:

Benditos sean los débiles, porque ellos heredarán la Tierra.

Benditos sean los que perdonan, porque serán perdonados.

Benditos sean los mansos, porque serán llamados hijos de Dios.

Y así.

No es exactamente una plataforma republicana. No es cosa de Donald Rumsfeld o Dick Cheney.

Por alguna razón, los cristianos más ruidosos nunca mencionan las Beatitudes. Pero, a veces, con lágrimas en los ojos, exigen que se cuelguen los diez mandamientos en las escuelas. Y por supuesto, eso es de Moisés, no de Jesús. Nunca oí a ninguno demandar que se cuelgue el Sermón de la Montaña en ninguna parte.

¿"Benditos los que perdonan" en un tribunal? ¿"Benditos los mansos" en el Pentágono? Dejate de jorobar...

Hay una falla trágica en nuestra preciosa constitución, y no sé cómo puede arreglarse. Es esta: sólo un loco querría ser presidente.

Pero, si uno lo piensa, sólo un loco querría ser un ser humano, si él o ella pudiera elegir. ¡Somos animales tan traicioneros, indignos de confianza, mentirosos y ambiciosos!

Yo nací como un ser humano en 1922 DC. ¿Qué quiere decir DC? Son letras que recuerdan a un paciente de este asilo de lunáticos llamado Tierra que fue clavado a una cruz de madera por otros pacientes. Cuando todavía estaba consciente, le clavaron clavos en las muñecas y en los pies. Luego levantaron la cruz para que colgara y hasta el más petiso en la multitud pudiera verlo retorcerse para acá y para allá.

¿Pueden imaginarse a alguien haciéndole eso a alguien?

No hay problema. Es un espectáculo. Pregunten al devoto católico Mel Gibson quien, en un acto de piedad, acaba de hacer una fortuna con una película sobre cómo Jesús fue torturado. No importa lo que Jesús haya dicho.

Durante el reino de Enrique octavo, fundador de la Iglesia anglicana, hizo hervir vivo en público a un falsificador. Nuevamente, un espectáculo.

Mel Gibson debería filmar El Falsificador. Nuevos records de recaudación a quebrar.

Una de las cosas buenas de la era moderna: si se muere horrendamente en pantalla, no se muere en vano. Nos habrá entretenido.

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¿Qué dijo el gran historiador británico Edward Gibbon, 1737-1794, sobre la historia de la humanidad? Dijo: “La historia es de hecho poco más que el registro de los crímenes, estupideces y errores de la humanidad”.

Lo mismo se puede decir de la edición de hoy de The New York Times. El escritor franco-argelino Albert Camus, que ganó el Nobel de Literatura en 1957, escribió que “sólo existe una cuestión filosófica seria, el suicidio”.

Y aquí va otra carga de carcajadas de la literatura. Camus se mató en un accidente de tránsito. ¿Sus fechas? 1913-1960 DC.

Escuchen. Toda la gran literatura versa sobre qué feo es ser un ser humano: Moby Dick, Huckleberry Finn, La roja insignia del coraje, La Ilíada, La Odisea, Crimen y castigo, La Biblia, La carga de la Brigada Ligera.

Pero hay algo que puedo decir en defensa de la humanidad: en todas las eras de la historia, incluído el jardín del Edén, nadie pidió venir. Y, excepto en el jardín del Edén, ya estaban en marcha todos estos jueguecitos locos que te hacen volverte loco hasta si no estabas loco de arranque. Algunos de los jueguecitos que ya estaban en marcha cuando llegaste eran el amor y el odio, el progresismo y el conservadurismo, coches y tarjetas de crédito, golf y básquetbol femenino.

Peor que el golf, sin embargo, es la moderna política norteamericana, donde, gracias a la televisión y para la televisión, uno puede ser solamente uno de dos tipos de ser humano, un progresista o un conservador.

De hecho, lo mismo le ocurría al pueblo inglés hace generaciones y Sir William Gilbert, del radical equipo de Gilbert y Sullivan, le puso estas palabras a una canción de esa época:

Muchas veces pienso que es cómico
Cómo la naturaleza establece
Que cada chica y cada chico
Que en este mundo con vida nace
Sea un pequeño progre
O si no un pequeño conservador.

¿Y uno cuál es? ¿Es una ley natural que uno tenga que ser uno u otro? Si uno no es uno u otro, para todos los efectos prácticos podrías ser un donut.

Por si alguno no se puede decidir, una ayuda.

Si quieres quitarme mi arma, estás por matar fetos, te encanta que se casen los homosexuales y querés regalarles electrodomésticos, y estás con los pobres, eres un progresista.

Si estás contra todas estas perversiones y a favor de los ricos, eres un conservador.

¿No es simple?

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Mi gobierno está en guerra con las drogas. Pero miren esto: las dos más difundidas y adictivas y destructivas de todas las substancias son perfectamente legales.

Una, por supuesto, es el alcohol etileno. Y el presidente George W. Bush, nada menos, y por su propia confesión, estuvo en colocado y mamado y de copas desde los 16 hasta los 41. Cuando cumplió 41, contó él, se le apareció Jesús y le hizo soltar el frasco y dejar de hacer gárgaras con pintura de nariz.

Otros borrachos ven elefantes rosa.

¿Saben por qué creo que está tan enojado con los árabes? Porque inventaron el álgebra. Los árabes inventaron los números que usamos, incluyendo un símbolo para la nada, lo que nadie había hecho hasta entonces. ¿Creés que los árabes son estúpidos? Tratá de hacer una división con números romanos.

Estamos llevándoles la democracia, ¿no? Como los exploradores europeos trajeron el cristianismo a los indios, los que ahora llamamos "Nativos Americanos".

¡Qué desagradecidos que fueron! ¡Qué desagradecidos son los habitantes de Bagdad de hoy!

Démosle otra rebaja impositiva a los super ricos. Eso le va a enseñar a Bin Laden una lección que no se va a olvidar. Viva el Jefe.

Ese Jefe y sus cohortes tienen tan poco que ver con la democracia como los europeos con el cristianismo. Nosotros el pueblo no tenemos ninguna influencia en lo que ellos decidan hacer. Por si no se dieron cuenta, ya se limpiaron el Tesoro y se lo pasaron a sus amigos en el negocio de la guerra y la seguridad nacional, dejando a su generación y a la próxima con una deuda perfectamente inmensa que ustedes tendrán que pagar.

Nadie dijo ni pío cuando lo hicieron porque habían desconectado cada alarma antirrobo de la Constitución: Diputados, el Senado, la Corte, el FBI, la prensa (que se olvidó de sus libertades) y Nosotros el Pueblo.

Sobre mi propia historia con el abuso de substancias foráneas. Fui un cobarde con la heroína y la cocaína y el ácido y todo eso, con miedo de que me hicieran volcar. Una vez me fumé un porro de marihuana con Jerry García y los Grateful Dead, para ser sociable. No pareció hacerme efecto, y nunca más probé. Y, por gracia de Dios o por lo que sea, no soy un alcohólico, que es realmente una cuestión de genes. Me tomo un par de tanto en tanto, como voy a hacer esta noche. Pero ese es mi límite. No hay problema.

Por supuesto soy famosamente adicto a los cigarrillos. Vivo esperando que me maten. Fuego en una punta y un tonto en la otra.

Pero les voy a decir una cosa: una vez tuve un viaje que ni el crack lo empata. Fue cuando me saqué el carnet de conducir. Cuidado, mundo, aquí viene Kurt Vonnegut.

Y mi coche de entonces, que recuerdo era un Studebaker, era impulsado, como lo son casi todos los medios de transporte y mucha maquinaria de hoy, y las plantas eléctricas y los hornos, con la más difundida y adictiva y destructiva de las drogas, los combustibles fósiles.

Cuando ustedes llegaron, hasta cuando yo llegué, el mundo industrializado ya estaba totalmente dopado con combustible fósil, pero pronto se va a acabar. El mono.

¿Puedo decirles la verdad? Quiero decir, esto no es un noticiero ¿no?

Esto es lo que pienso de verdad: que todos somos adictos al combustible fósil en estado de negación y a punto de sufrir el mono.

Y como tantos adictos que están a punto de sufrir el mono, nuestros líderes están cometiendo todo tipo de crímenes violentos para conseguir lo que queda de la droga que los tiene enganchados.

(Kurt Vonnegut nació en Indianápolis en 1922, hijo de un célebre arquitecto. Combatió como soldado raso en la Segunda Guerra Mundial y fue capturado por los alemanes. Su carrera como novelista se inicia con La Pianola y abarca títulos como Las sirenas de Titán, Desayuno de Campeones y Buena Puntería. Sus muchos ensayos y piezas políticas fueron recogidos en casi una decena de libros. Vonnegut vive hace décadas en el barrio de Turtle Bay, en Manhattan.)