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Entre la geología y la demografía

  • Jueves, 10 Junio 2004 @ 18:37 CEST
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Artículos Artículo de Mariano Marzo aparecido en La Vanguardia (el artículo se ha comentado en el mensaje "¿Un mundo sin petróleo?" de los foros de Crisis Energética). Lo considero de gran importancia por el tamaño y lugar que ocupa en el diario. DEBATE. ¿Un mundo sin petróleo?
Entre la geología y la demografía

¿PODRÁ LA INDUSTRIA del petróleo satisfacer el galopante crecimiento de la demanda? Los técnicos y científicos estamos inquietos

MARIANO MARZO - 09/06/2004

La última decisión de la OPEP de incrementar su producción parece haber dado un respiro a los mercados del crudo. Se preguntarán ¿podemos relajarnos ya o se trata de un ajuste momentáneo? La verdad es que la situación no invita al optimismo. A corto plazo, la coyuntura es todavía delicada. En primer lugar, porque hasta finales de verano el equilibrio entre producción y demanda se prevé ajustadísimo y, en segundo lugar, porque las primas causadas por el miedo y la especulación no tienen por qué remitir. Es más, podrían agravarse. Los grandes productores mundiales, de dentro y fuera de la OPEP, están bombeando a tope, de modo que en estos momentos, sin contar las reservas estratégicas de los países de la OCDE, el mercado apenas cuenta con capacidad para hacer frente a cualquier imprevisto. Tan sólo Arabia Saudí, sobre la que se cierne amenazadora la sombra de Al Qaeda, podría aportar un millón de barriles adicionales en caso de una hipotética interrupción del suministro. Una situación de inseguridad que favorece la especulación.

Y a medio plazo el panorama tampoco está exento de desafíos. Recientemente el director ejecutivo de British Petroleum (BP) afirmaba que en la próxima década la oferta y la demanda en el mercado de la energía se amoldarán a los dictados de dos factores esenciales, geología y demografía. ¿A qué se refería? Las Naciones Unidas estiman que cada hora que pasa la población mundial se incrementa en 10.000 personas, lo que quiere decir que en el 2015 rondará los 7.200 millones, frente a los cerca de 6.300 millones actuales. Y, si tomamos como modelo lo sucedido en algunos gigantes demográficos como China e India, en los que la prosperidad económica se extiende progresivamente a más gente, es de esperar que cada vez un mayor número de habitantes del planeta disponga de recursos económicos para acceder al comercio de la energía. Las previsiones manejadas por el alto ejecutivo de BP sobre la futura demanda de petróleo en Asia no dejan lugar a dudas: en los próximos diez años el parque automovilístico asiático crecerá a una media de cinco millones de vehículos por año, lo que representará el 40% del total del crecimiento del parque mundial. Éste pasará de los 750 millones actuales a cerca de 850 millones, es decir, más del doble de los 400 millones existentes hace 20 años.

La pregunta que sigue es inmediata: ¿podrá la industria del petróleo satisfacer el galopante crecimiento de la demanda? Los científicos y técnicos que trabajamos al principio de la cadena de producción, asegurando la disponibilidad física de los recursos geológicos, estamos inquietos. Sin entrar en detalles, les enumeraré tan sólo tres de nuestras preocupaciones.

En primer lugar, cada vez cuesta más encontrar nuevos yacimientos y los que encontramos son más pequeños y de peor calidad. Durante los años dorados de la exploración, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, encontrar yacimientos gigantes era casi una rutina. Sin embargo, tras alcanzar un máximo anual de 80.000 millones de barriles equivalentes de petróleo a mediados de los sesenta, la adición de reservas mediante nuevos descubrimientos ha caído de forma alarmante, de forma que ahora mismo promedia los 10.000 millones de barriles anuales (¡un descenso del 86%!)

En segundo lugar, los avances técnicos introducidos en la explotación de los yacimientos están mejorando la producción, pero a costa de agotarlos más rápidamente. Un estudio global, que analiza de forma combinada los datos de producción con el declive de reservas experimentado por los campos, concluye que el ritmo de producción actual sólo es sostenible si cada día se agrega una nueva producción de tres millones de barriles equivalente de petróleo. O lo que es lo mismo, si cada año se ponen en explotación, bombeando al máximo de capacidad, dos campos de un tamaño similar al mayor de los existentes en EE.UU. (Prudhoe Bay en Alaska).

Por último, los costes para hallar y desarrollar nuevas reservas se están disparando. En la primera mitad de los años noventa, estos costes experimentaron un descenso continuado, debido sobre todo a la introducción simultánea de un amplio abanico de nuevas tecnologías, tocando fondo en 1997 con un precio de 3,5 dólares por cada barril equivalente de petróleo. Sin embargo, desde entonces, tales costes se han incrementado en un 15% por año y según Exxo-Mobil en el 2004 rondarán los ocho dólares. Esta tendencia no resulta sorprendente si se tiene en cuenta que cada vez se explora en regiones más remotas, bajo condiciones más adversas y los objetivos son más pequeños y menos prolíficos.

Solucionar el desafío que tenemos planteado requiere inversiones astronómicas en exploración y desarrollo de yacimientos. La Agencia Internacional de la Energía ha calculado en 2,2 billones de dólares la inversión necesaria por este concepto para hacer frente al crecimiento de la demanda de petróleo en el mundo hasta el 2030. De esta cifra, la mitad tendría que destinarse a países en desarrollo y un 19%, a las economías en transición al capitalismo (la antigua URSS y sus satélites del este europeo). Dada la turbulenta situación política y social que muchos de estos países viven, Oriente Medio incluido, las inversiones y la llegada de nueva tecnología se están retrasando. Y, mientras tanto, el crecimiento de la demanda no sólo no se detiene, sino que se acelera. Ciertamente, tenemos un serio problema en el horizonte.

MARIANO MARZO, catedrático de Recursos Energéticos de la Universitat de Barcelona.